La organización Católicas por el Derecho a Decidir manifestaron hoy su solidaridad con el mundo por la muerte del Papa Juan Pablo II e hicieron votos para que próximo papado ayude a la humanidad a encontrar maneras de aliviar el sufrimiento.
Un nuevo papado, señalan en un comunicado, que permita tender puentes y encontrar un nuevo equilibrio, bueno para todas y todos, entre las diversas sensibilidades que enriquecen a la Iglesia Católica.
Católicas por el Derecho a Decidir señalan que el Papa Juan Pablo II fue un ser humano que tuvo aciertos y errores. Pero reiteran que es tiempo de que la iglesia católica, a través del nuevo Papa, aplique el sabio principio del Concilio Vaticano II de buscar siempre y en todo momento «la unidad en lo necesario, la libertad en lo dudoso y la caridad en todo».
En un documento, la organización hace hincapié en que este es un momento para el duelo y un momento para el cambio, pasemos de una teología del sufrimiento a una de compasión y esperanza.
Él será recordado como uno de los papas más significativos y controversiales de todos los tiempos, añade el documento, en el que resaltan sus contribuciones externas a los derechos humanos, la paz mundial y la justicia social, pero que no coincidieron con un espíritu generoso y democrático dentro de la Iglesia, agrega Católicas por el Derecho a Decidir.
Al nivel más profundo, creemos que su espiritualidad afloró debido a su reciente vulnerabilidad, sin embargo, sectores conservadores de la Iglesia Católica han utilizado el sufrimiento como una fuente de inspiración y glorificación, de hecho lo que marcó al papado de Juan Pablo II fue la exaltación del sufrimiento.
En ese sentido, afirman por ello se causó quizá tanto sufrimiento a quienes han decidido responsablemente usar anticonceptivos y condones, a los enfermos de SIDA, a las mujeres que se han visto en la necesidad de recurrir a un aborto.
Así como a los sacerdotes casados, a las mujeres que aspiran al sacerdocio, a lesbianas y homosexuales que quieren ser acogidos por su Iglesia, a religiosas, niños y jóvenes que han sufrido abuso sexual, a teólogas y teólogos silenciados, a los políticos a quienes se les ha coartado su libertad de conciencia.
Apuntan que identificadas con una teología liberadora y de esperanza, creemos que la voluntad divina es que tengamos vida en abundancia, plena y digna.
Y luego, puntualizan que esta creencia invita a ser promotoras de un mensaje misericordioso e incluyente que respete la dignidad y la autoridad moral de todas las personas y que promueva la justicia y la tolerancia como valores centrales de la Iglesia.
2002/SJ