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Nicaragua: un presidente acusado de incesto

Por María Suárez Toro*

Las feministas de Nicaragua no olvidan el pacto político que se estableció entre el Frente del actual presidente electo, Daniel Ortega (2006) y el partido del ex-presidente Arnoldo Alemán (1997-2002), originalmente un pacto patriarcal que concluyó con el regreso de Ortega a la silla presidencial, dice Radio Internacional Feminista (RIF).

Pero «no hay que olvidar que el pacto original giró en torno a la denuncia de incesto que formulara Zoylamérica en las cortes de Nicaragua en 1998 contra su padrastro, Daniel Ortega», señaló a este medio la abogada feminista, Guadalupe Salinas.

«Frente a la denuncia, fue por primera vez ante Alemán a pedirle que sus diputados rechazaran en el Parlamento el levantamiento de la inmunidad para poder ser juzgado por las leyes de su país.»

Aunque el carácter original del pacto en 1999 se extendió prácticamente a todo el quehacer de la política nicaragüense, continuó teniendo su sesgo patriarcal, aún en las vísperas de las elecciones en ese país el pasado 5 de noviembre.

El 26 de octubre las diputadas y diputados del Frente de Daniel, apoyados por la bancada Arnoldista y aplaudidos por las barras de la Iglesias Católica y Evangélica en la Asamblea Nacional ese día, sellaron su alianza mediante la aprobación de un acuerdo que eliminaba el centenario aborto terapéutico que permitía la terminación de un embarazo cuando la vida de la mujeres estuviese en peligro.

La misma campaña electoral que le dio el triunfo a Ortega estuvo caracterizada por una jornada que afirmaba constantemente el carácter del pacto: La imagen mesiánica de un arrepentido que entre mea culpa y otros actos similares, como ir a misa, casarse por la Iglesia Católica y confesarse, todo en un corto período pre-electoral, prometía la reconciliación sin tener que rendir cuentas por la vía de los mecanismos jurídicos del Estado.

Además, el candidato siempre aparecía de la mano con su esposa, presentando una imagen de madre todopoderosa de la patria, fiel y sacrificada, al lado de su arrepentido buen marido. Él, el padre contrito de la patria, que no tiene que decir nada, porque la madre del país lo dice todo por él en su defensa.

Rosario Murillo, para justificar la anulación del aborto terapéutico, se expresó así: ? pensamos que los valores religiosos son el consuelo, el amparo; la fe es la forma en que los seres humanos encontramos la paz; los valores religiosos son la fortaleza que necesitamos para lidiar con la vida cotidiana, que ha sido en los últimos tiempos suficientemente dura.»

Lo duro de vida en Nicaragua es que Ortega, su actual presidente electo, tiene una denuncia en la Corte Interamericana por el abuso de su hija cuando era una menor de edad. ¡Un Presidente acusado por abuso de una niña! Nada más y nada menos que las «mimadas de la revolución», como él mismo señalara en el mismo período en que la menor vivía en su casa.

Que no se llame nadie a engaño. Así como, aún siendo de izquierda, en aquella ocasión buscó la alianza con la derecha para que la propia Asamblea Nacional no lo impugnara por esa denuncia frente a las leyes nacionales, así también la campaña electoral mesiánica del 2006, lejos de ser una «táctica» coyuntural, es la forma como las bestias de la violencia acomodan su carga para librarse de la responsabilidad de sus actos criminales.

Sea cual fuere el impacto de la imagen de arrepentido y reconciliador en la gente en un país dónde la violencia contra las mujeres y la impunidad antes esos crímenes impera, lo cierto es que el sello patriarcal de la campaña electoral convirtió al Frente de Ortega en un partido confesional, en un país dónde Iglesia y estado están separados.

Así, la red de pactos se hace casi interminable, porque el Patriarcado, como bien lo señala la abogada feminista, Alda Facio, «no tiene lugar propio, está en todos lados.»

Tampoco parece táctica electoral que el Frente de Daniel haya eliminado el aborto terapéutico. Para nadie es una sorpresa que durante la Revolución Sandinista el aborto, de cualquier tipo, era permitido en Nicaragua. ¿Qué puede haber cambiado en el Frente de Daniel? Cualquier «arrepentido» que use su mea culpa como una cuestión táctica, tiene por fuerza que ser más papista que el Papa, y siempre tiene que dar muestras de su arrepentimiento.

Pero ya basta de hablar de Ortega. Hablemos de la gente que votó mayoritariamente por él, de lo cual no hay duda, aunque ya se sabe que hasta en la Ley Electoral hubo manipulación del Pacto antes, cambiándola para cerrar el margen de diferencia entre un partido ganador y el segundo, evitando así segundas vueltas.

En este período del pacto Ortega logró que el Congreso aprobara una modificación en la Ley Electoral para que dijera que no era necesario obtener el 50% de la votación para llegar a la presidencia, además de que la modificación disminuyó la diferencia mínima requerida para requerir segunda vuela electoral.

Además, la promesa predominante de reconciliación y arrepentimiento como imagen pública de un acusado de agresión tiene que haber calado hondo, aún en muchas mujeres, porque si hay algo que las mujeres victimas de violencia esperan, en su desesperación ante la impunidad estatal y social de sus agresores, es que ellos se arrepientan y se reconcilien con ellas por cuenta propia.

Este fenómeno lo explicó a RIF la activista la organización Acción Ya, Marta Murguía: «? las mujeres victimas de violencia son empujadas a la negociación con el agresor cuando hay impunidad, esperando que ellos sean los que cambien, aunque las agredan una y otra vez.»

Nicaragua es un país donde entre el 30 por ciento y el 53 por ciento de las mujeres adultas han sido abusadas físicamente en algún momento de su vida y donde menos del 10 por ciento de los casos llegan a término de reparación para las victimas del abuso y la violencia según fuentes de la Red de Mujeres contra la Violencia en ese país.

* Directora de Radio Internacional Feminista

07/MST/GG

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