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Niega gobierno de Michoacán ayuda a indígenas

Por Kara Castillo

El gobierno de Michoacán discrimina a las indígenas procedentes de otros estados, que obligadas por la pobreza y en busca de oportunidades se trasladaron a esa entidad, reveló la guerrerense Benita Salazar Valentín, a quien el gobernador michoacano, Lázaro Cárdenas Batel, «invitó» a regresarse a Guerrero.

Indígena monolingüe, Benita vende sus artesanías en el centro de Morelia. Ella y su familia de más de siete mujeres monolingües y analfabetas proceden de Guerrero y forman parte de esta corriente migratoria cada vez más creciente que se dirige hacia los centros urbanos de Michoacán donde se emplean como vendedoras de artesanías y son ignoradas por las políticas públicas, no tienen prestaciones ni ayuda gubernamental.

«El presidente municipal de Morelia, Fausto Vallejo Figueroa, me dijo cuando le fui a pedir ayuda que lo único que podía hacer por nosotras era conseguirme el pasaje para que regresáramos a mi pueblo porque no podía ayudarnos por no ser indígenas de Morelia,» dijo a Cimacnoticias Benita.

Convocadas por la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas al taller Empoderamiento de las Mujer indígena campesina organizado en Atlixco Puebla, Benita y las mujeres que le acompañaron contaron a este medio su historia.

«No sabemos leer, no fuimos a la escuela . . cuando llegamos a Michoacán hace mucho tiempo yo era chamaca, y no sabía hablar español, ni mis tías tampoco, teníamos miedo hasta de la gente Ahora ya llevamos muchos años trabajando en Morelia, en el centro, todos los días vendemos nuestras cositas.

«Me animé a pedir ayuda al gobierno, unas compañeras me dijeron que a veces dan ayuda, todos los días me paraba en la puerta de la oficina del gobernador para que me atendiera y cuando por fin lo hizo me dijo que mejor nos fuéramos para que no tuviéramos problemas y que él hasta pagaba los pasajes»

Lo que llevó a la familia de Benita a las calles de Morelia es la pobreza extrema en sus comunidades indígenas.

La manera en que Guerrero se articuló al proceso de acumulación de riqueza se basó en una política económica centralista, en la cual los recursos monetarios se destinaron con prioridad absoluta al desarrollo turístico, en detrimento de los otros sectores de la economía, sobre todo del primario.

En consecuencia, los campesinos indígenas dedicados a producir bienes básicos, una vez consumado el reparto agrario, fueron abandonados virtualmente a su suerte.

La realidad de pobreza y exclusión social de las indígenas guerrerenses más jóvenes que Benita en nada se ha modificado con la firma del Acuerdo Nacional para el Campo y sólo en la medida en que se transformen las actuales condiciones del agro mexicano se podrá evaluar cuánto sirvió la firma del Acuerdo.

Pero mientras tanto la discriminación, el fenómeno sincrónico, revela la ineptitud del gobierno de Vallejo Figueroa para proporcionar una red social que soporte a grupos humanos vulnerados de los que Benita sólo es un ejemplo.

2003/KC/MEL

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