La secretaria de Desarrollo Social del gobierno capitalino, Raquel Sosa Elízaga, rechazó este día la idea de que la pobreza es determinante para que se dé la violencia intrafamiliar.
Durante el primer seminario sobre violencia intrafamiliar en el Distrito Federal, organizado por el Consejo para la Asistencia y Prevención de ese problema, la funcionaria dijo que contrario a lo que se piensa, es en las zonas de media marginación donde son mayores los índices delictivos y de descomposición social y, por ende, de violencia intrafamiliar.
Insistió en que la pobreza no implica violencia, ya que las manifestaciones agresivas en las familias son una descarga de emociones, como por ejemplo, las frustraciones.
La funcionaria expuso que actualmente en el Distrito Federal la composición de las familias promedio es de 21 a 35 años de edad, ambos cónyuges han estudiado hasta la secundaria, los varones se desempeñan como empleados y las mujeres en el hogar o en alguna otra actividad no remunerada.
En este prototipo de familia, indicó Sosa Elízaga, la violencia apareció durante el noviazgo, en la mayoría de las veces debida a la existencia de adicciones, por lo que admitió que no sólo es importante contar con programas de prevención de violencia sino también de adicciones, pues ambas van de la mano.
En este sentido, puntualizó que el gobierno capitalino ya trabaja en la aplicación de cuatro programas: «Prevención a la violencia, el delito y las adicciones»; «Programa de gobierno para la juventud», con el lema «El amor es sin violencia»; «Atención a jóvenes en situación de riesgo», y «Eduquemos para la paz».
Destacó la importancia que tiene en la prevención las Unidades de Atención y Prevención de la Violencia Familiar (Uapvif) y pidió la construcción de más redes solidarias para atender a las víctimas, para que se garantice que todas las ciudadanas que se acerquen a ellas reciban la atención que solicitan.
En ello, también destacó la relevancia de reconstruir espacios colectivos de convivencia que integren tanto a hombres como a mujeres, niños y adultos mayores, así como fomentar la comunicación para asegurar que esos espacios sean de convivencia armónica.
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