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No le concedemos un sitio a la Violencia

Por Sara Lovera

A Jesusa, Rosario, Eugenia

La ciudad de México se estremeció este domingo. Uno cualquiera en que miles y miles, millones de mujeres, sobre todo en vacaciones, hubieran preferido llevar a sus niños a Chapultepec o uno de esos lugares donde la gente chapotea en piscinas malolientes.

Pero esta vez la prioridad fue: «voto por voto, casilla por casilla» Se llamará de aquí en adelante: resistencia civil, no la caricatura en que los poderosos planearon manipular, insultar, someter, cuchi planchar, embestir, demoler, sitiar, a lo que eufemísticamente llaman «sociedad civil organizada».

El zócalo vibraba bajo el sol, dejando escuchar las voces femeninas de Jesusa Rodríguez, Rosario Ibarra de Piedra y Eugenia León, tres mujeres practicantes indiscutibles de su libre albedrío, autónomas, extraordinarias, capaces, sin miedo.

Estas mujeres y para una posteridad esperanzadora, cruzaron sus convicciones y sus vidas con las de cientos de miles de trabajadoras, amas de casa, feministas, lavanderas, campesinas, ancianas en sillas de ruedas, niñas y jovencitas, profesionistas, universitarias, militantes partidistas, periodistas, azafatas, meseras, choferas, gente, que como dirían Sergio Pitol y Carlos Monsivais gente sinónimo del yo.

¿Será posible que los poderosos no escuchen? ¿Será posible que haya testaferros ciegos y sordos?

Cómo fortalecer las instituciones sin pensar ni registrar la existencia del pueblo y su necesidad ingente de organización. Eso es bordar en el vacío, hacer de la política juego de salón y coto del poder.

Oficialmente la ciudad de México fue tomada este domingo por más de un millón de ciudadanos y ciudadanas en reclamo de limpiar la elección. Una movilización cuyo saldo fue blanco, con la convicción de que «no queremos, no necesitamos, no le concedemos un sitio a la violencia».

La crisis desatada por la derecha ideológica, que hostigó, maltrató, llenó de mentiras el proceso electoral, ya levantó, como decía yo hace una semana, ese México profundo, violentado por la pobreza, sí, por la exclusión, sí, pero también por la violencia feminicida que apenas ayer cobró otra vida en Ciudad Juárez, Chihuahua y se tiñe de impunidad a cada tramo del camino.

Esa no es la sociedad en que las choferas, las maestras, las azafatas y las jovencitas, profesionistas u obreras, queremos vivir. No podríamos avanzar un milímetro nuestra agenda con un gobierno espurio, como no hemos podido avanzar en 6 años, bajo el gobierno de Vicente Fox, a pesar de su legalidad.

Quizá por eso, el viernes pasado, en el Espacio Feminista se acordó tomar todos los jueves el Hemiciclo a Juárez, como parte de lo que será en los próximos tiempos la resistencia civil contra la derecha, cuyo triunfo es hoy «moralmente imposible».

Y no abandonaremos nuestros votos en la fosa común de la resignación o la apatía. Como no podríamos dejarnos seducir ni ceder a la compra de voluntades, por el espejismo vano que ofrece el poder a través de sus propuestas miserables y sus presupuestos de migajas.

La gente es sinónimo del yo y esta operación donde lo colectivo apenas enmascara lo individual es propia del tiempo donde el egoísmo a ultranza no funciona y la tradición insiste en el egoísmo, también dijeron este domingo Monsivaís y Pitol, como queriendo afirmar sin tapujos la diferencia entre la derecha y nosotras, las feministas.

Esta vez no hay medias tintas. O se pone por delante el derecho de la ciudadanía a conocer qué pasó en el recuento electoral, a defender el reconteo de votos que manipularon las computadoras, las cuentas aritméticas, la falsificación de actas o los paquetes abandonados, tirados en el bordo de los ríos, o simplemente en el mayor de los egoísmos individuales y sexistas, dejamos que se arreglen solos los poderosos.

¿Cómo podríamos hablar de avances? Si los dejamos, ¿cómo podemos mirar de frente a la madre de una asesinada, a la hija de una muerta en parto, a la hermana de una desaparecida, a la amiga de una violada, a la compañera de una despedida, al novio de una emigrante, a la feminista preferida de mi corazón? ¿Cómo?

No ceder, no dejarnos a la apatía, no bajar nuestra dignidad a piso raso, parece ser la llamada más urgente de este tiempo. Después nos vamos a las conferencias internacionales y a las reuniones de planificación estratégica, ¿no les parece?
06/SL/LR/CV

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