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No son simples palabras

Por Teresa Mollá Castells*
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Esta semana he estado impartiendo unas clases en determinadas ciudades a personal docente. En dichas sesiones estuvimos viendo algunas cifras que siguen demostrando tozudamente la desigualdad todavía existente entre mujeres y hombres en muchos ámbitos como la política, la educación, los deportes, las artes, etc. Y que, también tozudamente, nos pone frente al espejo a la hora de asimilar que vivimos en una igualdad formal o legal, pero no real.

También hablamos del feminismo y de sus definiciones. Y nos encontramos con la importancia que tienen las palabras y el interesado uso que de ellas hace el patriarcado. Hemos de recordar que un lenguaje no inclusivo y, por tanto sexista, es el mejor brazo que tiene el sistema patriarcal para mantener su estructura opresora sobre más de la mitad de la población que somos las mujeres.

Como no podía ser de otra manera, porque ocurre siempre, aparecieron las reservas por parte de algún docente intentado confundir el término feminismo con el de hembrismo, pero no lo consiguió.

Estuvimos viendo algunas definiciones que del término feminista se han hecho y en las que más hincapié hicimos fueron en las que aparecen en el diccionario de la RAE y que dice textualmente:

«1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres.

2. m. Movimiento que se apoya en el feminismo.»

Después vimos la definición que del mismo término nos da el Diccionario de María Moliner, que expone lo siguiente textualmente: «Doctrina que considera justa la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Movimiento encaminado a conseguir esta igualdad.»

Si realmente existiera neutralidad en las definiciones y/o en los términos no seríamos capaces de detectar el sexismo en estas dos definiciones. Pero esa neutralidad no existe y por eso vemos la carga de sexismo existente en la definición de diccionario de la RAE, y me explico.

Si partimos de la base de que el patriarcado ha colocado todo lo masculino como neutro y, por tanto ha anulado todo lo femenino, veremos como natural la definición que da la RAE del término, puesto que es normal que el objeto de derechos sea el hombre y por tanto los de las mujeres hemos de aspirar a tener esos mismos derechos.

Sin embargo si consideramos de base que mujeres y hombres han de tener igualdad plena y real nos encontraremos con que esa igualdad ha de extenderse a los derechos ENTRE hombres y mujeres.

Solo es una palabra («entre») la que desmonta la sexista definición que expone la RAE y que permite mantener la asimetría de poder y, sobre todo de derechos entre mujeres y hombres en perjuicio de las mujeres, por supuesto.

Tal y como decía Gerda Lerner  en su libro «La creación del patriarcado» (1986) Al excluirnos de los espacios públicos (y los lenguajes lo son) también el patriarcado nos excluye de la formación de los sistemas de ideas. Con lo cual, si no formamos parte en esa construcción, directamente somos excluidas de las mismas e invisibilizadas.

Por lo tanto nada es casual cuando de definiciones se trata, como ya hemos podido constatar.

En otra de las sesiones, en el tiempo de descanso y después de haber hablado del feminismo como herramienta necesaria para una mayor justicia social y una mayor solidaridad en términos generales para acabar con las desigualdades, se me acercó una persona preguntándome con cierta sorna que cual era el antónimo de feminismo. Me desconcertó un poco, puesto que nunca me había planteado que el término feminismo tuviese un antónimo, dado que en todas las definiciones planteadas exponían las bondades del mismo. Le respondí con humildad que no lo conocía, pero que en cualquier caso y al hilo de lo que estábamos viendo, sería un término terrible y no sólo para las mujeres sino para el conjunto de la sociedad. Cuando se hizo el silencio en el aula invité a quienes estaban allí a que, si conocían el antónimo del término feminismo, lo compartieran con el resto del grupo. Nadie dijo nada.

Pero como soy muy curiosa, cuando llegué a casa, me fui directamente a mi diccionario de sinónimos y antónimos Tesauro y comprobé que no estaba la entrada antónima de dicha expresión. Alguien se había sentido molesto con mi explicación y su manera de demostrarlo fue esa.

Como vemos, las palabras son mucho más que palabras, puesto que construyen ideas, pensamientos, nombran situaciones u objetos y en definitiva, construyen realidades. En ese sentido el patriarcado las utiliza para mantener su opresivo sistema con las mujeres y una forma de mantener el orden es precisamente ocultado o manipulando esas expresiones y/o palabras y así mantener sus privilegios.

No es casual que determinados miembros de la RAE practiquen una activa misoginia contra quienes denunciamos el sexismo en sus definiciones.

Tampoco es casual que los medios de comunicación redacten o muestren noticias que pueden llevar a la confusión, ocultación o cosificación de las mujeres. Todo forma parte de la estrategia patriarcal para que nada cambie.

Y como ya he dicho en alguna ocasión, la alianza entre el patriarcado y el capitalismo, incluso en su manera de comunicarse es terrible para las mujeres puesto que permite utilizar las palabras y las imágenes para convertirnos en meras materia prima para sus terribles negocios de trata de mujeres con fines de explotación sexual, como vasijas para gestar hijos, como meros productos de consumo sexual, etc. Y todo ello justificado con edulcorantes eufemismos que confunden a mucha gente que no acierta a ver esa terrible alianza.

Por eso hemos de llevar cuidado cuando hablamos o escribimos o consumimos imágenes de cualquier tipo, porque no son solo palabras. Son transmisión de mensajes patriarcales que hay que ir desmontando casi palabra a palabra como hemos visto.

Porque desde el feminismo se exige una igualdad real a todos los niveles ENTRE mujeres y hombres y no nos conformamos con la igualdad formal que hoy tenemos y que el patriarcado cree que es la justa. No. Queremos, exigimos, una igualdad real en todos los ámbitos y a todos los niveles y eso debería pasar por revisar los términos patriarcales de los diccionarios y por no cuestionar las voces femeninas y feministas que exigimos ese cambio de paradigma.

Yo voy a seguir con mi mensaje de necesidad de cambio y de exigencia de lenguajes inclusivos en todos los ámbitos. Le pese a quien les pese.

[email protected]

* Corresponsal, España. Comunicadora de Ontinyent.

17/TMC/LGL

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