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Normalizan derechos de inmigrantes

Por Fabiola Calvo

Este lunes se inició en España un nuevo proceso de regularización para los y las inmigrantes que se encuentran aún sin permiso de residencia y trabajo, una meta que buscan hombres y mujeres de países de América Latina, África, Asia y antiguos países del Este de Europa que no son parte de la Unión Europea y que han llegado en busca de mejorar sus condiciones de vida.

Según datos del Padrón Municipal de Habitantes de 2003, en España hay dos millones 664 mil 168 personas extranjeras, de las cuales el 46,9 por ciento son mujeres. Los países de mayor procedencia de las inmigrantes son Ecuador, con un 16 por ciento; Colombia, con el 11,18 por ciento, y Marruecos, con un 9,89 por ciento. En los dos primeros el porcentaje de mujeres llegadas a nuestro país es superior al de los hombres.

Estas cifras en el 2005 han subido y es posible que se presenten aproximadamente 800 mil personas para tramitar sus papeles. Podrán hacerlo si están empadronadas desde el pasado agosto, poseen un pasaporte, tienen un contrato por lo menos seis meses y un pasado judicial de su país de origen y de España.

El tiempo de estancia en España, es posible que para un número indeterminado de inmigrantes, no coincida con el que aparece hoy en el ayuntamiento (alcaldía) de su localidad, puesto que por temor a ser deportados muchos no habían acudido a empadronarse al momento de su llegada.

Este proceso de normalización de la situación laboral hará que salga a la luz una parte de la economía sumergida y favorecerá no sólo a la persona inmigrante sino a los españoles puesto que llegarán nuevas cotizaciones a la seguridad social, aumentarán los pagos a hacienda y continuará presente la mano de obra barata.

Tomaré prestadas dos preguntas, una del diario El País, ¿Qué pasaría si Madrid se queda sin inmigrantes? Que a su vez la tomó de la película mexicana Un día sin mexicanos, estrenada hace unos meses en estados Unidos.

¿Qué pasaría en España –por no irme más allá de las fronteras- sin las mujeres inmigrantes? Ellas que se ocupan de la limpieza, de la cocina, de la agricultura y de recoger los niños y que en general encuentran trabajo en el sector servicios.

Ellas que han dado alegría y vitalidad a España, y que seguramente han contribuido a disminuir el número de muertes de ancianos por soledad (cada cuatro días muere uno, según denunció el Partido Socialista Obrero Español –PSOE- en la oposición en el ayuntamiento de Madrid).

En las mañanas salen muy temprano las que trabajan externas, es decir las que sirven por horas en diferentes casas. Sumarán constancias de esas horas de trabajo y en una de esas casas, alguien le hará un contrato de trabajo para el servicio doméstico. Ella pagará su seguro social.

Otras sirven en una casa en régimen interno o externo. En el primer caso son tan explotadas como en sus propios países. Su tiempo de trabajo se extiende entre diez, doce y hasta catorce horas con un bajísimo salario y sin que se le reconozcan horas extras.

Las mujeres que tienen hijos no encuentran tiempo para atenderlos mientras que atienden otros para que los suyos coman. Y aunque la asistencia a un centro educativo es gratuita, los niños, niñas y adolescentes enfrentan problemas de falta de rendimiento y atención, mientras que las niñas también asumen las labores de las madres en casa.

Muchas mujeres serán contratadas, pero otras seguirán sumidas en ese mercado negro, seguirán viviendo en un cuarto alquilado o en una casa sin calefacción, continuarán enviando dinero a su familia y controlando el miedo producido por el temor de caer en manos de las autoridades. No tendrán un contrato o no pueden demostrar que residen en España desde antes de la fecha establecida.

Hessa, una chica marroquí que llegó hace tres años, aún no tiene papeles. Atiende en un locutorio las llamadas al extranjero, vende tarjetas para llamar a otros países. No tiene contrato y apenas gana para pagar una habitación en compañía de una amiga. El dueño, un compatriota suyo «no ve la necesidad de que ella se encuentre regularizada».

Mientras que Rosa María, de nacionalidad ecuatoriana, trabaja diez horas en casa de una profesional española. No quiere hacerle contrato «porque entonces se marcharía».

Son algunas manifestaciones de como se reproducen las relaciones de trabajo, de la forma en que se explota al inmigrante hombre o mujer, pero en este caso, se trata de mujeres que para vivir en mejores condiciones explotan a otras, de una sociedad que ve mejorar el bienestar de sus nacionales sobre la precariedad de la inmigrante.

Es cierto que España no tiene una gran tradición en la recepción de inmigrantes y es en los años 80 que inicia su función de polo de atracción para la migración económica, pero de ninguna manera justifica que no se trabaje en profundidad con recursos suficientes en una política de integración del inmigrante y en la observancia de sus derechos laborales.

España se encuentra muy por debajo de la Alemania que registra a algo más de 7,3 millones de inmigrantes o de Francia que supera los 3,2 millones. Quedan muchos inmigrantes por llegar y muchos derechos por lograr.

*Periodista colombiana residente en Madrid. Premio 2003 La Mujer en la Unión Europea

2005/FC/SJ

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