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Nuestros Muertos

Por Marta Guerrero González

Los mexicanos celebramos la fiesta de los difuntos a lo grande y de diversos modos. En esta época se viste el horizonte de amarillo y los altares se encienden con el aroma del cempasúchitl. Hay rezos pero también comida, hay llanto pero con alegría, hay añoranza pero se brinda por el futuro, hay unión familiar y manifestaciones de respeto de índole variada. Es tiempo de reflexión y de acercamiento espiritual con los seres que nos antecedieron en la partida final.

Para muchos estos días es motivo de reventón, por lo menos para aprovechar los días de asueto laboral o escolar. Es un puente grande y promete ser soleado. Los sitios turísticos y las playas se llenan de visitantes y fluye el dinero; es la temporada alta y todo sale más caro. No importa, así honramos a nuestros muertos.

Y hablando de muertos, uno que se niega a reconocerse como tal, es Bejarano a quien todavía se le mueve la «colita», y da patadas de ahogado vía amenazas de tipo sensacionalista; como si no supiéramos que Ahumada logró corromper a buena parte del gobierno de López Obrador y perredistas. Pero a la pareja de esposos, socios o cómplices hay que reconocerles algo muy importante, la unión que prevalece entre ese bonito matrimonio, me recuerdan a Bill Clinton y la Hillary, toda llena de perdón y comprensión hacia su esposo infiel. Pero Dolores Padierna ha exhibido una lealtad a prueba de todo ridículo y escándalo.

Me parece que es algo, que más allá de las posibles connotaciones legales, habría que ponderar. Pocas mujeres son capaces de acompañar a su compañero en el despeñadero político, sobre todo si ellas mismas están en la esfera pública. Pero la ex delegada arremete con todo y da la cara por su jefe, que es como darla por su marido, aunque al hacerlo pase a fastidiar al jefe de gobierno por el triste y flaco favor que le hace dando la cara por él, una persona ligada a un hombre notoriamente corrupto.

Quien debe de darse por «muerto», políticamente hablando es, el gobernador de Morelos, Estrada Cajigal; si bien es cierto que en procesos como es el desafuero se cae en cuestiones políticas, también es verdad que debemos dar cauce a mecanismos que detengan a los dañinos gobernantes, a los que tienen vínculos con el narcotráfico, y a los que se brincan la ley y toda recomendación legítima. En fin, muertos y santos… mexicanos.

*Periodista y escritora mexicana

2004/MG/LR/SM

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