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Nuevamente el caos

Por Juana Eugenia Olvera*

El sueño había terminado, estaba de regreso en casa de mis amigos. Empecé a razonar las experiencias que, por lo variado, me parecían inventadas por una mente superior a la mía y me hacían sentir pequeña en ocasiones y privilegiada en otras.

Tenía que ubicarme en esta realidad y curiosamente encontré un anuncio en el periódico de una sociedad de hipnosis que ofrecía cursos de hipnosis médica.

Los temas variados me incentivaron a tomarlo. Conocía al fundador de esta asociación porque había sido el dueño de un colegio en donde estudié parte de la primaria. Él era muy joven en ésa época. Ahora era un profesional serio y respetado.

En el diplomado fui encontrando tanta similitud con las experiencias vividas en el Ashsram, y al volver a repetir ejercicios aprendidos en la India pude integrar la experiencia con la base científica que me era necesaria.

Uno de los instructores nos llevó maravillosamente de la mano por los caminos intrincados de la mente, y recalcó algo que posteriormente me enseñó mi psicoterapeuta: el aprender a escucharnos y sentirnos.

A darnos cuenta de que hay mucha ignorancia en el campo de la mente, muchas dudas en cuanto a las creencias basadas en la reencarnación, y sin embargo cuando se arreglaba algo durante este proceso de inducción, la persona sanaba de dolores crónicos nunca curados por medio de la medicina tradicional.

En este momento hay un programa en un canal de cable que presenta las experiencias de personas que se someten a una terapia de regresión, ven parte de sus vidas pasadas, van a los lugares que reconocieron durante el proceso, y poco a poco comprueban que todo lo visto tiene una gran verdad.

Terminé el diplomado que constó de tres niveles y me sirvió únicamente para constatar que estaba en un camino correcto. La meditación era sin duda una herramienta fabulosa y trataría de practicarla con la constancia que lo hice en el Ashram.

En lo que me ubicaba nuevamente empecé a buscar un departamento y compré un auto a fin de tener en qué desplazarme. Pronto regresé al banco a trabajar y empezaron a surgir personas que también habían tenido experiencias con Gurumayi y me preguntaban cosas.

Al poco tiempo unos amigos me facilitaron un espacio para compartir un lugar en donde se pudieran dar cursos de algo. Astrología fue la que tuvo su oportunidad y gracias a esto fue que llegó a mi vida quien más tarde sería mi terapeuta, amiga, hija y todo lo demás que me ha permitido darme cuenta de lo que podía hacer.

Pese a la crisis que este país ha padecido por las desatinadas decisiones de los presidentes y políticos involucrados, se enfrentaba una devaluación.

Afortunadamente yo había invertido mis recursos en valores y si no gané, por lo menos no perdí como mucha gente. Pude dar el enganche de un departamento y nuevamente me encarrilé. Volví a mis clases de la gnosis, pude ver otra vez a mi hijo el chico, y parecía que todo volvía a la tranquila rutina.

Inicié una relación que no funcionó, en la que estuve por más de cinco años y en la que me recargué para iniciar cursos en los tipos de terapias de diversas índoles: polaridad, cristaloterapia, y una específica que fue el detonador para sacar todo el dolor guardado a través de los años.

Habrían pasado unos tres años de mi regreso a México cuando mi ex alumna de astrología, la primera, me buscó. Había terminado el básico de astrología y un día desapareció, así que me extrañó que de pronto me hablara. La fui a ver y estaba montando un centro en donde aparte de psicoterapia, quería implantar cursos de desarrollo humano.

Era raro el término en ese momento, ya que cuando mucho estábamos empezando la década de los 90. Me invitó a participar y aparte de astrología dí una historia de las religiones que la llamé «Historia del Conocimiento antiguo», y otra que explicaba la sabiduría que se encuentra oculta en los cuentos de hadas.

Todo esto me fue abriendo la conciencia y me permitió ver qué tanto conocimiento había adquirido apenas en una década, sin embargo no era solamente lo intelectual, sino que pronto empecé a tomar conciencia de la revolución que se estaba gestando, o más bien, había empezado a emerger en ese viaje a la India, en las experiencias tenidas durante las meditaciones.

No había vuelta a atrás, me encantaba haber penetrado a mi mundo mágico interno y darme cuenta que apenas había hecho un pequeño arañazo sobre la carcasa de mi vida.

*Narradora oral, astróloga y terapeuta.

11/JEO/RMB/LGL

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