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Nuevos contingentes en la megamarcha de Oaxaca

Miles de oaxaqueños y oaxaqueñas escenificaron ayer domingo una nueva manifestación de rechazo a la ocupación de la Policía Federal Preventiva (PFP) en la capital oaxaqueña y la demanda de la salida de Ulises Ruiz Ortiz. No les importó caminar más de 15 kilómetros de distancia entre el crucero de Viguera, en la agencia municipal del mismo nombre, sobre la carretera 190, hasta la explanada de Santo Domingo de Guzmán.

Durante más de tres horas, miles de personas, –algunos hablaban de siete mil, 10 mil y hasta un millón– de todas las edades pidieron a voz de cuello ¡Fuera la PFP, fuera Ulises Ruiz de Oaxaca!

Cuando los primeros contingentes de simpatizantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) empezaron a llegar al centro histórico de la capital oaxaqueña, los últimos grupos que participaron en la megamarcha iniciaban el recorrido, señalaban los megáfonos.

Una vez más, la voz ciudadana, la voz de las y los oaxaqueños, acompañada de otras voces que vinieron a esta ciudad para participar en la magamarcha desde el Distrito Federal, el Estado de México y otras entidades cercanas, pidió el cese de la represión contra un pueblo que sólo demanda justicia, justicia jurídica, pero sobre todo justicia social y política, decían en sus consignas.

Estaban también en actitud de apoyo y solidaridad integrantes del Consejo General de Huelga de la Universidad Nacional Autónoma de México, integrantes de la Otra Campaña y activistas de Atenco, así como autoridades municipales de la Sierra Juárez, los llamados tatamandones.

Una mujer de unos 70 años, con una sombrilla como bastón, recibió el reclamó de un hombre no mayor de 50: «Señora, qué hace usted aquí, vamos a caminar mucho, esta lucha es para gente más joven».

«No, la fuerza uno la trae en el corazón no en la edad, y estoy aquí por mí, por mis hijos y por mis nietas. Si me quieren tumbar, pues que me tumben», fue la respuesta de la pequeña mujer, encogida por el desgaste de su larga vida, lo que arrebató expresiones de júbilo entre quienes la escucharon.

El sol apareció rabioso en ocasiones, luego volvía la sombra y el viento helado de un frente frío que atraviesa Oaxaca, incluso una tímida lluvia pasó sobre la marcha, pero nada detuvo a la multitud que no cesaba de demandar la salida de los 4 mil 500 elementos de la PFP y del gobernador Ruiz Ortiz, quien en los últimos días repite incesante y a través de todos los medios que no dejará el cargo, pues «tiene que cumplir con el mandato del pueblo».

Este domingo, el pueblo se convirtió en camino a lo largo de la Carretera 190, Oaxaca-Puebla, por la calzada Tecnológico, Independencia, Crespo y Allende, hasta el edificio dominico del siglo XVI. Más de 10 kilómetros de distancia entre el Monumento a Juárez y el atrio de Santo Domingo.

Hermógenes, uno de los tantos asistentes a la marcha, empleado de una editora privada, sostuvo orgulloso: «Aquí está el pueblo. Estoy lleno de emoción, me alegro de ver tanto pueblo, porque lo que aquí hay es pueblo».

Más adelante, Juan y Cristina, con cinco años de casados, acompañaban el largo contingente con Kiti, su hija de cuatro años. A ratos a pie, a ratos en brazos de su padre, la pequeña gritaba lo que el resto de la gente decía: «ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó».

Ni Juan ni Cristina son maestros, ni han estado en las barricadas. «Pero venimos a apoyar, porque lo que vimos el domingo pasado no puede estar pasando en Oaxaca», dijo Cristina, quien asegura que su hija tendrá para rato con lo vivido este domingo.

La mega marcha, una más de las muchas realizadas después del 14 de junio, cuando policías estatales pretendieron desalojar a los maestros del zócalo capitalino, desvió su curso en la calle Independencia, a las 13:25 horas, dos cuadras antes de la Alameda, para evitar una nueva confrontación con los policías, y se dirigió a la explanada de Santo Domingo, donde permanecen en plantón desde el pasado 30 de octubre.

En el zócalo, vallas de alambres de púas resguardaban hileras de policías inmóviles, con escudo, tolete y casco, y tras ellos las tanquetas lanza agua. A una cuadra de cada una de las esquinas que rodean al zócalo están los «peefepes» con sus barricadas. En las azoteas había hombres armados y con cámaras, esperando al contingente que no llegó en masa, pero si en pequeños grupos.

«La gente de Oaxaca está enojada», dice Fernando, un joven comerciante que miraba impávido los reclamos de los transeúntes a los policías que no permitían el paso a la plaza de la Constitución. ¡No en domingo!, exclamó refiriéndose a la costumbre de los habitantes oaxaqueños de pasear por la zona, lo que para muchos era permitido aún con el plantón magisterial.

Selene dice que los PFP vinieron a proteger a los priistas. Desde que están aquí, las cosas se han puesto «color de hormiga», hay enfrentamientos, detenidos, desaparecidos y muertos, «no sé por qué dijo Fox que con la PFP aquí se solucionaría el problema de Oaxaca, yo me siento insegura», exclama la estudiante de Derecho de una universidad privada.

Fernando dice que por su trabajo no había tenido oportunidad de ver lo que estaba pasando y apunta: «La gente tiene razón, ¿qué hacen todos esos policías en el centro de Oaxaca? Nada, sólo enojan al pueblo».

Delante de los policías de la PFP pasaba la gente en forma continua y les reclamaban en grupo o uno por uno. «¿Y ahora qué, nos tienen miedo?», les preguntó una señora delgada a los mudos elementos de seguridad, ante el asombro de verlos protegidos por la alambrada de púas. Luego venía otra persona y hacía lo mismo.

La protesta es generalizada. Dejó de escucharse la frase «el pueblo mirando también está apoyando», pues miles de personas, mujeres y hombres de todas las edades salieron a la calle, algunos se sumaban al paso del contingente, otros aplaudían y decían la frase más repetida de los últimos meses: «ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó».

Este lunes, los estudiantes universitarios marcharán desde el acceso oriente a la capital hasta Santo Domingo de Guzmán, para exigir respeto a la autonomía universitaria por la intromisión que hicieran elementos de la PFP el pasado jueves en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Para el martes, el priismo oaxaqueño organizará una marcha en la que serán obligados a asistir trabajadores de confianza del gobierno estatal «con todo y sus familias», denunció a Cimacnoticias un empleado de nivel 18, quien pidió se omitiera su nombre.

«Primero nos llevaron a recoger basura en la ciudad, luego a pintar bardas y ahora quieren que marchemos para apoyar a Ulises, lo hacemos, claro que sí, pero que no nos pidan llevar a la familia, no ante tanta provocación», detalló el trabajador.

En vehículos con altavoces se escucha una voz infantil que convoca a participar el martes en la marcha por la paz, «niño, dile a tus papás que participen».

El clima sigue tenso en esta ciudad. La manifestación de miles de personas no remueve conciencias. La PFP colocó «barricadas» en todo el primer cuadro de la ciudad de Oaxaca. Otros vigilan y apuntan desde los techos de los viejos edificios del centro histórico. Los vuelos rasantes de helicópteros ya no intimidan a la gente, la ponen alerta. Y Radio Universidad sigue siendo «la voz de todas las voces».

Lo cierto, opinan los analistas, es que ya pasaron siete días desde que Fox envío las tropas de la PFP a «restablecer el orden en Oaxaca» y lo único que ha obtenido es el repudio la gente.

06/SJ/GG

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