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Nuevos tiempos, nuevos conceptos de maternidad

Por Rafael Maya

A comienzos del siglo XXI la maternidad en México vive una redefinición y proceso de desmitificación ante la cada vez más creciente inserción de las mujeres en la economía y la política, el control natal y la reproducción asistida, entre otros factores.

Diversas especialistas reiteran que la maternidad es una concepto social que varía según los tiempos, por lo que valores como «el amor materno» no son naturales sino imposiciones culturales, sociales, religiosas e incluso económicas.

Próximo a celebrarse el tradicional día de la madre, las investigadoras consultadas reflexionan sobre dos casos que pusieron en entredicho los valores maternos.

LA MADRE QUE NO PODIA SER

El pasado 27 de diciembre Maribel Sánchez Bello raptó a la recién nacida Aixchell Camila en un hospital del Distrito Federal. A un par de días de cumplir un mes, el 25 de enero, la niña fue entregada a las autoridades por los familiares de la secuestradora.

En espera de que la secuestradora sea sentenciada (en cuyo caso alcanzaría una pena de hasta once años de prisión) y en vísperas de un próximo careo en el juzgado 20 del Reclusorio Oriente, la madre de la pequeña, Verónica Flores, expresa el sentir de una progenitora a la que por casi 30 días «le arrebataron parte de su vida».

«Estar sin mi hija durante todo ese tiempo y vivir con la incertidumbre era para mí una agonía. Ser madre es lo más bello y maravilloso que me puede pasar como mujer.»

Licenciada en sicología educativa por la Universidad Pedagógica Nacional, Verónica Flores no se considera una madre «totalmente abnegada», y asume que la maternidad no limita su desarrollo personal ni profesional.

«Al contrario, me impulsa a plantearme mayores metas. Basadas en la educación que recibimos, de nosotras depende decidir qué roles vamos a jugar en la vida: los que nos hagan sentir bien o los que nos impongan la sociedad y la familia.»

Del otro lado, en su primera declaración, Maribel Sánchez confesó que había robado a la pequeña Aixchell para hacerla pasar por su hija y extorsionar a su marido que trabaja en Estados Unidos.

Los familiares de Maribel informaron que hacía varios años que ella actuaba «de manera extraña», pues se colocaba prendas de vestir sobre el vientre y anunciaba que estaba embarazada. Incluso llegó a decir que había sufrido un aborto.

«El caso de Maribel demuestra cómo las mujeres utilizan el mito de la maternidad como un señuelo para atrapar a los hombres y así recibir beneficios económicos o evitar la soledad y las críticas por no ser ‘una mujer realizada'», explica la socióloga y especialista en el tema de la maternidad, Yanina Ávila.

EL FILICIDIO

El 8 de agosto de 1982 Elvira Luz Cruz, de 26 años de edad y habitante de un suburbio capitalino, tuvo una de sus riñas habituales con su marido machista y golpeador. Poco después, y en circunstancias que no fueron del todo esclarecidas, sus cuatro hijos (de entre dos meses y seis años de edad) aparecieron estrangulados.

El presunto filicidio conmocionó a la sociedad mexicana de aquel entonces. Organizaciones de mujeres se solidarizaron con Luz — condenada a 23 años de prisión– al considerarla «víctima de un sistema social que no ofrece la infraestructura adecuada para que las mujeres, sobre todo las pobres, ejerzan una maternidad humana y digna».

Al respecto la también antropóloga social por la ENAH Yanina Ávila sostiene que Luz se vio acorralada por las actitudes violentas de su marido, su suegra y sus cuñadas. «Esta mujer cayó en la paradoja de matar a sus hijos para protegerlos de una familia enferma. El caso demuestra que el amor materno no es natural, como afirma la cultura judeo cristiana.»

En otras culturas, enfatiza, no se cuida de la misma manera a las y los niños. Alguna vez hubo «sociedades que practicaban el filicidio como una medida de protección: se abandonaba a los hijos en momentos de escasez de víveres para permitir la subsistencia de la comunidad en su conjunto».

MATERNIDAD Y MATERNAJE

La antropóloga Marta Lamas, autora de diversos ensayos sobre el tema, explica que la maternidad se refiere a «la capacidad específicamente femenina para gestar y parir»; mientras que el maternaje es la práctica aprendida para «la crianza, el cuidado y la responsabilidad de los hijos e hijas».

Para ella ambos ejercicios son la base del sistema de la división sexual del trabajo, «con toda la opresión y discriminación resultantes».

Por otro lado, la sicóloga argentina Ester Martínez plantea que el arquetipo social de género femenino en la cultura occidental es el ideal maternal, lo que fundamenta su responsabilidad en la esfera doméstica.

«Las mujeres como esposas y madres contribuyen a la reproducción física y sicológica de los trabajadores masculinos, a la vez que maternizan a las hijas las cuales, cuando crezcan, ejercerán a su vez la maternidad.»

EL MITO MATERNO

Yanina Ávila, también colaboradora del Programa Universitario de Estudios de Género en la UNAM, asegura que la asociación actual entre maternidad y maternaje no es natural, sino que es una concepción cultural que deviene en el mito de que las mujeres «somos las únicas responsables de criar a nuestros hijos».

Estudiosa de las representaciones de la maternidad, la antropóloga resalta que en la sociedad mexicana hay una «obsesión por la madre que se refleja hasta en el lenguaje».

«El consumo cultural de las telenovelas, incluso de aquellas que se autoproclamaron innovadoras (como sucedió con Mirada de mujer), refuerza entre las mexicanas y el resto de la población el mito del amor materno.»

Para la sicoanalista Laura Ruth Lozano, estudiosa del significado de la paternidad y la maternidad entre la juventud, considera que actualmente un importante sector de las mexicanas ya no asume la maternidad de un modo tradicional, ya no tiene ese espíritu de abnegación y sumisión ante los hijos y la pareja.

«Se ha desmitificado el concepto de amor maternal. Luego de su inserción al campo laboral y de su mayor capacidad para decidir sobre tener o no hijos –que se vincula al aumento del uso de anticonceptivos–, las mexicanas no consideran determinante para sus vidas ser madres; como tampoco tienen sentimientos de culpa por no serlo.»

No obstante, aclara que de sus investigaciones se desprende que la mayoría de jovencitas mantiene aún a la maternidad como una aspiración fundamental, aunque esto no signifique que deseen casarse o tener una pareja.

Según datos del INEGI de 1997, el 90.9 por ciento de las mujeres jóvenes entre 15 y 29 años que no tenían hijos deseaba tenerlos en el futuro, mientras que el 44.4 por ciento de la población femenina en edad fértil usaba anticonceptivos para regular su fecundidad.

También, en ese año el promedio de hijos nacidos vivos de las mujeres de entre 25 y 29 años de edad alcanzaba 1.7 por ciento, en tanto las de las jóvenes de 20 a 24 años de edad el promedio era apenas de 0.8 por ciento.

LA MATERNIDAD QUE VIENE

Mientras la maternidad como institución está en proceso de redefinición, en la ciencia ocurren vertiginosas transformaciones que plantean nuevas formas de ser madre.

Por ejemplo, la reproducción asistida ya es una realidad en los países avanzados en donde la venta de óvulos, los bancos de esperma y el alquiler de úteros son práctica cotidiana que les permiten a muchas mujeres cumplir su deseo materno sin necesidad de tener una pareja.

A decir de la socióloga Yanina Ávila, una de las tareas pendientes para alcanzar la equidad entre los géneros y hacer de la maternidad un ejercicio sin imposiciones es que las mujeres se ganen el derecho pleno a decidir sobre sus cuerpos.

Por su parte, para la también profesora de sicología en la FES Iztacala, Laura Ruth Lozano, los movimientos por los derechos de las mujeres tienen el reto de seguir cuestionando las instituciones patriarcales establecidas –como la maternidad– a fin de encontrar nuevas respuestas en la era de la globalización.

«La lucha de las mujeres por la equidad de género en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural y política ha tenido resultados positivos. La crítica y el cuestionamiento a los modelos impuestos deberá ser la pauta para alcanzar nuevas conquistas», concluyó.

       
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