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Nzinga Mbandi, heroína del pueblo angoleño

Por Redaccion

Al visitar Luanda, la capital de Angola, y recorrer las calles de la hermosa ciudad bañada por las aguas del Atlántico, puede observarse que una de las vías tiene el nombre de Nzinga Mbandi, y de inmediato uno se pregunta quién fue esa mujer, merecedora de tan alto honor, dice el Especial Mujer, de Prensa Latina.

La calle fue denominada así en 1975, después que el país alcanzó su independencia tras derrotar a los secesionistas y a las tropas surafricanas, lo cual contó con la desinteresada ayuda internacionalista de los cubanos.

Para conocer quién fue esta mujer, hay que remontarse tiempo atrás. En el siglo XV, exactamente en el año 1482, llegaron a Angola los portugueses, los primeros europeos en arribar a las costas del Continente africano.

Al frente de los lusitanos estaba el navegante Diego Cao. Durante este viaje, el marino se percató de las enormes posibilidades de explotación que tenía el país y marchó de regreso a Lisboa con el objetivo de informar al rey. En 1484 volvió Cao y comenzaron los trabajos de colonización.

Los colonizadores encontraron una recepción dividida por parte de los nativos. Si en cierta medida recibieron ayuda de una minoría, por otro lado tuvieron que luchar contra la resistencia de otros grupos autóctonos.

Años antes del nacimiento de Nzinga, los portugueses conquistaron el reino Ndongo y establecieron en Luanda su centro para el desarrollo del mercado de esclavos con destino a Brasil.

A principios del siglo XVII, salían desde Luanda una media anual de l0 mil personas esclavizadas enviadas a trabajar en las plantaciones del país suramericano, que también era colonia de Portugal.

El rey de Ndongo colaboraba con los portugueses en la captura de esclavos de otros reinos a cambio de la independencia del suyo propio. Pero como ocurrió siempre con los colonialistas, sus exigencias fueron en aumento, y con ellas el desacuerdo de los africanos respecto a las condiciones que les imponían los lusitanos.

LUCHA DE NZINGA

Hasta la muerte de su hermano, el rey de Ndongo en 1624, Nzinga había ejercido como consejera y representante diplomático ante el reino de Portugal, siendo ella misma firmante de varios acuerdos y tratados con las autoridades de Lisboa.

Como muestra de buena voluntad, tras la firma de uno de esos tratados, Nzinga se hizo bautizar como Ana de Sousa, un nombre muy alejado de sus ancestros africanos, pero no sería por mucho tiempo.

En 1624, Nzinga llegó al trono y abandonó su nombre portugués, al igual que sus hermanas Kifunji y Mukumbu (Gracia y Bárbara) y como los lusitanos rompieron el tratado que ella misma había firmado en nombre del rey anterior, se trazó objetivos independentistas.

El plan de la soberana fue recuperar la independencia política y territorial de su suelo natal, usurpada por los colonizadores. Se convirtió en una líder de su pueblo ndongo, que vio en ella un símbolo del enfrentamiento contra la prepotencia extranjera.

Los portugueses, temerosos de perder su posición de privilegio, derrocaron a Nzinga y nombraron un nuevo rey para Ndongo. La soberana abandonó su reino y se instaló en Matamba, donde creó uno nuevo.

Durante un tiempo se dedicó a la formación de una gran alianza entre todos los enemigos de Portugal. Después de años de esfuerzos, en 1630 levantó un gran ejército en el que participaron otros reinos.

Las fuerzas de Nzinga derrotaron a los lusitanos en 1643 y continuaron con importantes victorias hasta 1648.

Antes, en octubre de 1647, su hermana Kifunji, miembro de su gobierno, murió en extrañas circunstancias, y en 1648 fue hecha prisionera en una emboscada su otra hermana Mukumbu.

El 10 de agosto de 1648 sufrió una gran derrota cuando Luanda fue recuperada por las fuerzas portuguesas. Tras ese descalabro, Nzinga se retiró nuevamente a Matamba, donde permaneció durante varios años.

En octubre de 1656, la reina Nzinga negoció un intercambio de prisioneros consiguiendo la libertad de su hermana Mukumbu y la aceptación de un misionero cristiano en tierras de Matamba. A cambio Nzinga, que tenía 74 años de edad, recibiría ayuda militar si la necesitaba.

Siete años más tarde, en 1663, esta heroína del pueblo angolano moriría manteniendo la independencia de su reino. Esa es la razón de que, en Luanda, una importante vía lleve el nombre de Nzinga Mbandi, concluye el Especial Mujer, de Prensa Latina.

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