La progresiva reducción y envejecimiento de la población cubana preocupa a especialistas y demógrafos de la isla, donde cada vez más mujeres deciden que la maternidad no es la única vía de realización o postergan ese momento para priorizar otros proyectos personales.
El caso de Marta Pardo, médica cubana de 39 años, es un buen ejemplo. Su abuela tuvo siete hijos, su madre parió tres en la pasada década del sesenta y ella optó por una sola, a finales de la crítica década de los noventa. «Y no quiero tener más», publica hoy Sem Cuba.
Su abuela nunca pudo ir a la escuela, aunque quiso, en su familia sólo dejaron estudiar y trabajar a los varones. «Ella se pasó la vida en casa, criando muchachos, «del mandato severo de su padre pasó al de mi abuelo, el único novio que tuvo», agrega Pardo, como quien dibuja una escena que nunca ha querido para sí.
Hija de una oficinista y un contador, y madre de una niña de 8 años, Pardo asegura que la suya «no es una elección rara». Tener pocos hijos es una norma que, desde hace años, distingue a la población cubana.
Sus motivos, al parecer, están claros: «No quise renunciar a la maternidad, pero tampoco es la única aspiración de mi vida. Me apasiona mi profesión y me encanta mi trabajo», afirma esta especialista en medicina general.
Aunque no es el único aspecto de la vida y la subjetividad femenina que ha variado de una generación a otra, el de la maternidad, su percepción y valor posiblemente sea uno de los que más acentuadamente marcan los cambios en la sociedad cubana.
Más allá de la temprana transición demográfica cubana y la baja fecundidad histórica en el país, no faltan quienes ven la génesis de los comportamientos actuales en otras transformaciones más visibles, aun cuando prive el deseo de procrear y concretar la perpetuación de la especie.
«El cambio objetivo más importante para producir otro en la condición de la mujer es la educación», considera la profesora universitaria Norma Vasallo, doctora en psicología y presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana.
De acuerdo con las últimas estadísticas oficiales disponibles, las cubanas superan el 64 por ciento de los licenciados universitarios y el 45 por ciento de los graduados en la enseñanza técnica. Cubren también más del 65 por ciento de los puestos técnicos y profesionales.
Aunque todavía no puede hablarse de equidad de género en la toma de decisiones, ellas ocupan poco más del 35 por ciento del total de cargos dirigentes. Siete integran el Consejo de Ministros y pasan de 20 las que se desempeñan como viceministras.
Autora de varios estudios sobre género, identidad y subjetividad femenina, la doctora Vasallo asegura que, además de los objetivos, «sí se han producido cambios subjetivos importantes, con matices diferenciales según las zonas, generaciones y momento de despegue de las familias.»
Una de las transformaciones que se evidencian con más claridad son los cambios en el rol materno, que han sobrevivido incluso los peores momentos de la crisis iniciada en la pasada década de los noventa, según la profesora.
Consideró que las abuelas reconocen que los cambios y progresos que trajo la Revolución para la vida de las cubanas podían favorecer más a sus hijas que a ellas mismas..
La doctora Pardo reconoce que los tiempos han cambiado y han transformado también, a su paso, a las cubanas. Si le preguntan entonces por el futuro de su hija, nacida en 1996, ella dice, optimista y convencida, que «será mucho mejor que yo. Espero que se sienta libre, capaz, independiente, que ame y sea amada sinceramente.
2005/LR
