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Otra vez el Taj Mahal

Por Juana Eugenia Olvera*

Terminamos el viaje y regresamos a Delhi, y de ahí tendríamos que volver a Ganeshpuri, ya que a partir de ese momento Gurumayi iría a Nueva York, en América, que es el otro gran Ashram que en esa época tenía Sidha Yoga.

Mi amiga Ada no había ido al Taj Mahal y si regresábamos a Ganeshpuri se tornaría más difícil después regresar a Agra. Me propuso que nos fuéramos por unos dos o tres días a Agra para poder ver el Taj bajo la luna llena, ya que decían que era maravilloso como relucía bajo la luz estelar.

El swami que nos impulsaba a viajar estaba de nuestro lado, dado que también era de Puerto Rico y mantenía una buena relación con Ada y nos dijo que no había ningún problema, siempre y cuando al finalizar regresáramos a Ganeshpuri.

Como le había comentado a Ada de mi anterior visita a Agra por tren, fuimos a la preciosa estación central construida en la época de dominio de los ingleses. Había una gran fila y me formé pacientemente; unos pocos metros antes de llegar a la taquilla llegaron dos hindús y uno de ellos tranquilamente se metió en la fila justo delante de mí.

Si hay algo en especial que me molesta, es que alguien no respete el orden. No supe que fue lo que me pasó: el caso es que tomé al tipo de la cintura, lo levanté en el aire y lo arrojé a un lado y quedó sentado en el piso, totalmente desconcertado, al tiempo que le decía que yo había llegado primero.

Quien me conoce sabrá que soy una persona menuda, que muchas veces ni siquiera puedo abrir una tapa de rosca. Todavía no sé cómo le hice. La mayoría de los que nos veían eran hombres, volteó a verme y no daba crédito que siguiera en el piso, mientras que su acompañante se desternillaba de risa, sobre todo porque yo era mujer y lo había tirado.

Mi amiga que venía unos pasos atrás, toda sorprendida me preguntó que cómo le había hecho para levantarlo en el aire, y como sigo pensando hasta ahora, le contesté que no supe cómo le hice, sólo lo hice y ya.

Finalmente llegamos a la ventanilla de venta de los boletos y resultó que no había asientos, ni para ese día o los siguientes, sino como para dentro de tres semanas, por lo que fue necesario buscar la opción en los autobuses. Más tarde nos enteramos que las oficinas de turismo que mantiene el gobierno tienen control de la venta del boletaje a fin de evitar los fraudes a los turistas.

Como era tiempo feriado, había excedente de paseantes y tuvimos que emplear los servicios gubernamentales para comprar boletos de autobús que también tienen muy buen servicio.

No recuerdo si fueron unas dos o tres horas y ya estábamos en Agra y como decidimos visitar no solamente el Taj, sino ir a todos los palacios de la ciudad, buscamos un hotel limpio, seguro y no caro y lo encontramos también con el apoyo de las oficinas de turismo.

Instaladas nos preparamos para ir al Taj Mahal. Hemos de haber llegado cerca de las cinco de la tarde y el mausoleo lucía majestuoso y admirable y en mí se volvieron a generar las sensaciones anteriores.

Entramos y no sé si porque mi amiga me acompañaba o ya lo había visto antes, en ese momento pude verlo detalladamente. El llanto no me dejaba de fluir y Ada me preguntó por qué estaba así. Yo no sabía, sólo me invadía una tristeza muy grande.

Le dimos varias vueltas por el exterior y nos sentamos en unos escalones que encontramos y conforme iba desapareciendo la luz solar, el Taj se iba transformando en una figura fantasmagórica increíble que brillaba como si tuviera polvo de estrellas recubriendo la fachada.

Ambas guardábamos silencio. Pronto escuchamos el altavoz del conductor del autobús que nos regresaría a nuestro hotel y con cierta lentitud nos encaminamos al estacionamiento para continuar con nuestra aventura.

Había sido un largo día y lo único que queríamos era un buen baño y una buena cama, para prepararnos para el siguiente día donde visitaríamos los palacios donde reinó Shah Jahan y murió encarcelado por uno de sus hijos.

Temprano estábamos más que listas para recorrer Agra y sus alrededores, y saber por qué una ciudad tan bien trazada y tan bella había dejado de ser el centro político de India, además de que goza de un clima benévolo.

* Narradora oral, astróloga y terapeuta.

11/JEO/RMB

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