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Otro modo de ser humano y libre

Por Cecilia Lavalle

Reuniones como la del pasado 22 de octubre reaniman. Y no por la belleza de las flores que enmarcaban el escenario. Tampoco por la dulcísima manera en que la actriz Angélica Aragón leyó a la inolvidable Rosario Castellanos:

«…Debe haber otro modo que no se llame Safo ni Messalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser».

No por la elegancia desplegada o el colorido del vestuario o las sonrisas y besos prodigados. Tampoco y ya es mucho decir, por la inigualable voz de Eugenia León cantando como si rezara «Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón».

No, la reunión del 22, en el Claustro de Sor Juana, convocada por 27 mujeres para conmemorar dos veces 25 años de ciudadanía femenina, no reanima por eso, sino por mucho más que eso.

Que 27 mujeres con poder, aunque con distinta ideología, distinta trayectoria, distintas maneras de entender el feminismo o no entenderlo, firmaran una declaratoria conjunta en la que establecen, por encima de todas sus diferencias, que buscan lograr que se garantice una mayor participación de la mujer en los espacios donde se toman las decisiones políticas.

Que se compartan equitativamente los poderes públicos, que se legisle en las cámaras a favor del sexo femenino, que se impulsen políticas públicas para lograr igualdad de oportunidades, reanima.

Que se hayan congregado cientos de mujeres -800 dijeron la mayoría de los medios- con ejercicios profesionales en distintos ámbitos, reconocidas o anónimas en eso que llaman prestigio nacional, con aspiraciones de poder político o sin ellas, con abierta militancia en el feminismo o pertenecientes al feminismo de closet o ausentes de cualquier lógica medianamente feminista, se hayan reunido para signar con su presencia un compromiso con su género, reanima.

Que el discurso pronunciado por la única ministra de la Suprema Corte de Justicia, Olga Sánchez Cordero, haya sido no una postura personal sino, a nombre de las 27, lo que bien puede ser considerado como la declaratoria de principios de este naciente grupo plural, reanima.

Que haya quedado claro, en las palabras de Olga Sánchez, que las mujeres «Sí queremos el poder, queremos participar en las grandes decisiones; pero no sólo en los espacios públicos, sino en todos lo ámbitos (…) a trabajo igual, salario igual; en el hogar, sin chantajes, sin violencia, sin ofensas, con equidad», reanima.

Que señalara que en esta lucha por la equidad hablamos de las desempleadas, las amas de casa, las mujeres golpeadas, las asesinadas en Ciudad Juárez, las campesinas, indígenas, mujeres rurales, urbanas, niñas, y dijera: «Queremos que se escuche la voz de aquellas que no son vistas ni oídas», de aquellas cuya «voz no suena, no se escucha, no convoca ni conmueve», reanima.

Que precisara los objetivos: «Que se oiga fuerte y que se escuche lejos, nunca más varones incapaces de respetar e impulsar el talento femenino o mujeres incapaces de ser solidarias entre sí; nunca más una democracia incompleta, amputada de la participación femenina, sin la mitad de la sociedad», reanima.

Que haya declarado: «No queremos seguir siendo una minoría que sólo confronta paradigmas, sino que los trastoca y los rompe; porque somos una mayoría que acompaña y construye una nueva perspectiva de género», reanima.

Que haya convocado a «un gran pacto nacional que impulse los acuerdos necesarios para garantizar un mejor nivel de vida para las mexicanas, mayores espacios en todas las áreas de decisión, equidad en el acceso a todas las oportunidades, moralizar la política, abatir la pobreza, la desigualdad y la discriminación social», reanima.

Reanima, en fin, que el verbo en la primera persona del plural -«queremos»- haya sonado tan plural y tan verbo. Porque a veces, y sólo a veces, muchas nos sentimos pocas para abrir huecos de luz en los muros que a lo largo de los siglos ha levantado una cultura machista. Porque a veces, y sólo a veces, acompañadas nos sentimos solas como en una torre de babel hablando idiomas distintos. Porque a veces, y sólo a veces, juntas nos sentimos aisladas convocando como quien convoca en el desierto.

Reanima, pues, coincidir.

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