Están en peligro la mano invisible de Adam Smith, pilar de la teoría económica clásica, y el libre juego de las fuerzas del mercado. También están en serio riesgo los grandes iconos del capitalismo moderno como son el auto, la cuenta bancaria y la casa propia; tres elementos distintivos del american way of life, el cual representa y representó, un emblemático símbolo mundial de «libertad», individual y de empresa.
La capilaridad social y el estatus quo socioeconómico eran medidos por estos «iconos». Tener auto y casa propia era y es todavía, un símbolo importante de bienestar social.
El mayor atentando que ha sufrido esta forma de organización económica y su ideología, son los subsidios o aportes que han recibido de parte del Estado: la Bolsa de Valores a través de la Reserva Federal (FED); el plan de financiamiento a la industria automotriz y la compra de acciones a Citigroup y con ello, a Banamex.
En el seno del capitalismo mundial, Obama –que también personifica de manera directa e indirecta la capilaridad social y el hombre que se hace a sí mismo, orgullo de la economía de libre mercado– ahora tiene que reencauzar la economía de su país y la de una buena parte del mundo, mediante medidas anticíclicas, que hasta ahora han implicado una intervención económica directa del Estado y por tanto, una mayor participación en la economía global.
Hasta hace muy poco este tipo de políticas económicas eran muy criticadas por los organismos internacionales y por los gobiernos de los países industrializados; se criticaba y rechazaba acremente a los países emergentes que impulsaban su economía utilizando subsidios o programas financieros de apoyo, como una forma de alcanzar mejores niveles de desarrollo.
Dicho de otra manera, las acciones emprendidas para salvar bancos, hipotecas y el auto, son en sí mismas un atentando a la ideología y a las políticas públicas que los sustentaban, de las cuales eran insignes representantes.
Tal parece que están en juego la libre empresa, el acceso a un estado respetuoso de las fuerzas del mercado y una sociedad a merced del libre juego de la oferta y la demanda.
MÉXICO DESTINA 9 MIL 500 MDP
Todo eso está en tela de juicio y hay que abogar por el capitalismo de Estado, con gobiernos que no sólo se ocupen del orden y ornato, sino que es indispensable que actúen en el mercado (nacional e internacional) y lo regulen, con la peregrina idea de que ya salvados los escollos y que todo esté en calma, regresar victoriosos a su papel de gobernar, sin injerencia económica.
Esto y mucho más significan los 17 mil 400 millones de dólares que el gobierno de Estados Unidos autorizó para destinarlos a apoyar la industria automotriz en Estados Unidos, a petición de GM y Chrysler, empresas que enfrentan cierre de sus fábricas y despidos masivos, derivados entre otros aspectos de la caída estrepitosa de sus ventas (40 por ciento en 2009), y de la crisis de energéticos.
Adicionalmente, las empresas automotrices han solicitado 20 mil millones de dólares para reforzar sus plantas productivas. Por lo pronto, GM, eliminará uno de cada cinco puestos de trabajo y cerrará plantas en Europa.
En México, el gobierno apoya esta industria con 9 mil 500 millones de pesos, a través de Nacional Financiera (Nafin).
Este salvavidas comprende: 4 mil millones de pesos en líneas de crédito directas a las financieras de la industria automotriz; mil 500 millones de pesos para los distribuidores de automóviles y automotores; 4mil millones de pesos en garantías bancarias y bursátiles.
Una muestra de la crisis por la que atraviesa la industria automotriz en México, es el hecho de que haya registrado un retroceso de la producción del 44 por ciento en el primer bimestre; 50 por ciento de las exportaciones y 28.0 por ciento del mercado doméstico, como resultado de la caída de la producción del 38 por ciento, las exportaciones 44.6 y las ventas internas 29.2 por ciento.
La industria automotriz está conformada por poco más de tres mil plantas (básicamente autopartes) y emplean a medio millón de trabajadores (12 por ciento en la industria terminal y el resto en autopartes).
La valía de esta industria no se mide solamente por el volumen de empleos directos, sino también por sus efectos multiplicadores en el empleo, su participación en las exportaciones manufactureras y su liderazgo en el cambio tecnológico y administrativo.
Gracias a los cambios tecnológicos y organizacionales que tuvo esta industria a partir de los 90, el crecimiento de la mano de obra femenina en el período 1996-2002, fue de 70.6 y de 71.3 por ciento en los municipios fronterizos, que es donde se localiza la planta más moderna.
Ahora, esta PO femenina afronta despidos y paros técnicos donde las trabajadoras sólo perciben el 50 por ciento de sus salarios. Las armadoras más importantes GM, NISSAN y Volkswagen ya se acogieron al programa de preservación del empleo y representan el 72 por ciento de las empresas que están en este programa, que consiste en un apoyo a los trabajadores que perciben de uno a diez salarios mínimos.
Mientras más tiempo dure un paro técnico, más se aleja la recuperación de esta industria, despedir un trabajador en este ámbito laboral tiene un costo muy alto por sus repercusiones en la economía, debido entre otras cosas, al efecto que provocan en la industria proveedora y en la de autopartes.
Después de aplicar este salvavidas, en el futuro inmediato, de dos años, es probable que en la industria automotriz aumente considerablemente la PO femenina y se intensifique la maquilarización de su producción; lo que no está muy claro es cómo se podrá recuperar socialmente el estímulo de capilaridad social: el de tener un auto, una casa y una cuenta bancaria.
Ya que es previsible una mayor concentración del ingreso, no será necesario un alto volumen de producción de automóviles, sino un buen transporte público. Esta es una de las paradojas que conlleva la aplicación de estos programas de apoyo.
* Economista, especializada en temas de género.
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