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Pensando en otra concepción de vida

Por Fabiola Calvo

Instituciones, asociaciones, organizaciones, sindicatos y personas trabajan en las políticas por los derechos de la mujer, buscan que las diferentes ramas pilares de la actual democracia nacida en occidente, aporten iniciativas que consoliden esa anhelada reivindicación.

En España, decenas de encuentros, jornadas, seminarios, congresos se enmarcan en esa línea de pensamiento y acción, y el hecho en sí, es recomendable y positivo porque da pautas, educa y motiva a quienes asisten.

Pero una preocupación flota -que ya ha sido motivo de discusiones entre diferentes grupos de asistentes- y es la referida a la presencia de varones e inclusive de gente joven y nuevas mujeres que aprendan lo andado y que ayuden a la renovación del discurso.

Las organizadoras de las diferentes actividades precisan de un momento de reflexión que contenga los objetivos, y a mi juicio, permítanme decirlo, que incluya la presencia de los hombres, sin ellos, no es posible un cambio de concepción.

Sin duda las mujeres –no las que ya lo tienen asumido- necesitan espacios, educación, consolidación del conocimiento, tener sentido de pertenencia. Ya escuché esta afirmación: «Yo me preocupo de las mujeres, ellos que se busquen la vida».

No vivimos ni trabajamos en abstracto, todas tenemos padres, abuelos, hermanos, tíos, amigos o novios, amantes, compañeros. El cambio es un proceso. Yo no cambio para cambiar el mundo, vamos cambiando y lo vamos transformando y ellos y nosotras somos parte de ese mundo.

Decía el filósofo José Ortega y Gasset que «Yo soy yo y mis circunstancias» pero tales circunstancias que hoy son desigualdad e injusticia estamos obligadas y obligados a cambiarlas hasta lograr un equilibrio que haga este planeta un sitio agradable para vivir y disfrutar.

Eduardo Galeano sostiene que «Somos lo que hacemos pero sobre todo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos» y en la dirección del cambio debemos caminar juntos, convocar a ese otro sin cansarnos porque ese otro también es parte de mí y del cambio.

Utilizando el término desconstrucción del filósofo Jacques Derrida, podríamos pensar que necesitamos desconstruir para construir en la voz misma y en los actos que realizamos a diario, en las jornadas y congresos urge la presencia del hombre para que escuche, debate, se forme y también haga suyo el nuevo sentido de la palabra.

En la educación de las niñas y niños están implicados los varones por acción o por su ejemplo, por lo tanto no podremos pensar en un cambio pensamiento para las nuevas generaciones si no los involucramos en forma activa.

Ellos deben trabajar para cambiar, lo necesitan y a la sociedad le apremia.

*Periodista colombiana residente en Madrid, premio 2003 La Mujer en la Unión Europea.

2004/FC/LR

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