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Persiste el maltrato a las mujeres en hospitales

Por la Redacción


Los testimonios de maltratos a mujeres de barrios pobres de la nororiental provincia de Santa Fe que se atienden en hospitales públicos durante sus partos, obligó a las autoridades sanitarias a adoptar otras medidas por el riesgo de ser denunciados ante instancias internacionales.

El resultado del informe titulado Con todo el aire, elaborado por dos organizaciones no gubernamentales, obligó a las autoridades sanitarias a asumir una actitud diferente en centros de salud y de formación profesional ante el riesgo de ser denunciados ante el Comité contra la Tortura y Penas Crueles o Degradantes, con sede en Ginebra.

Con todo al aire tomó el título de los relatos de mujeres que dijeron haber sido obligadas a permanecer desnudas en el parto o en consultas ginecológicas. «Me metieron la mano más o menos 13 estudiantes», «sentí rabia, vergüenza», «me metían el dedo como a un fenómeno», informa un artículo de la agencia IPS, difundido en el portal Mujerhoy.

El estudio, realizado por profesionales del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) y el Instituto de Género, Derecho y Desarrollo, coincidió con otro similar realizado meses antes en la noroccidental provincia de Tucumán, y tuvo gran repercusión en otras provincias.

La coordinadora regional de Cladem, Susana Chiarotti, indicó que este maltrato a mujeres ocurre también en Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Chaco, Formosa y otras provincias, por lo que se iniciará una campaña sobre los derechos de las mujeres.

También en la ciudad de Buenos Aires, IPS conoció denuncias de malos tratos. Una mujer de clase media que se atendió en un hospital público dijo haber escuchado a su obstetra quejarse en forma constante de las embarazadas pobres, porque tenían muchos hijos «son conejas», decía, o porque corrían mayor riesgo al ser obesas.

«A vos te hago la cesárea, pero a ella le dije que no para que tuviera miedo y se cuidara, porque es un cerdo, tiene diabetes y otros problemas y sigue comiendo», dijo esa médica a la fuente, embarazada también pero con mayores recursos, que se atendió hace dos años en el Hospital Rivadavia de Buenos Aires.

El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer fue el organismo que presentó, en 1999, una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos sobre el caso de una mujer peruana, María Mamérita Mestanza Chávez, quien falleció tras ser sometida a una esterilización cuyo consentimiento se obtuvo bajo coacción.

En 2002 los familiares de Mestanza consiguieron que el Estado peruano reconociera la violación a los derechos humanos perpetrada por agentes públicos de ese país contra la mujer, que se comprometiera a otorgar un resarcimiento económico y que se obligara a cambiar sus prácticas en materia de atención a la salud de las mujeres.

En el caso de Santa Fe, la pesquisa comenzó cuando una adolescente de 16 años que ingresó en 2001 a un sanatorio tras haberse disparado un tiro en el abdomen para interrumpir su embarazo de siete meses. La joven sobrevivió, pero recibió un trato extremadamente cruel en el centro de salud, según constató el reporte.

Las investigadoras contactaron a mujeres de barrios pobres que se atendían en los mismos servicios, y que tras superar la barrera de la vergüenza brindaron testimonios de «tratos crueles, inhumanos y degradantes», sintetiza el informe.

Chiarotti está convencida de que el maltrato a las parturientas de sectores pobres ha llegado a ser «tan masivo» que no es considerado como «normal», por lo que considera válida la estrategia de denuncia de violación de los derechos humanos para hacer visibles estos casos.

El maltrato se suele tornar ensañamiento si una mujer ingresa al servicio por haber interrumpido en forma voluntaria su embarazo, una práctica ilegal en Argentina. Los testimonios también dan cuenta de la desvalorización de la palabra de las mujeres pobres.

Los datos son muy similares a los testimonios recogidos por la organización Nueva Ciudadanía en un estudio realizado en 2003 en la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes de Tucumán.

Allí se reportan unos 14 mil alumbramientos por año y casi otras tantas historias de horror. Una mujer que ingresó embarazada a ese centro recordó que tuvo a su hijo sola en la cama, sin entrar a sala de partos. «Espere que estoy merendando», le había dicho la enfermera cuando pidió ayuda porque tenía contracciones.

Susana Chiarotti apuntó que «el maltrato es una forma de manifestación del desprecio y la discriminación hacia las mujeres que persiste en Argentina, y que se agrava cuando las mujeres sufren otras de las causas de la opresión, como por ejemplo cuestiones de clase, de etnia o raza».

2005/MH/SJ

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