Las mujeres afganas continúan viviendo sin derechos en un país que para el mundo ya no es un peligro y tiene un gobierno «democrático», pero su situación no ha cambiado mucho desde la intervención militar de Estados Unidos, según la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA en inglés).
Fundada en 1977 para defender los derechos humanos femeninos, RAWA asegura que el pueblo afgano, en particular las mujeres, continúan sometidas por los fundamentalistas que rodean al presidente impuesto por Estados Unidos, Hamid Karzai, quienes violan, matan y reprimen a la población.
Danish Hamid nació en Afganistán pero siendo muy pequeña emigró con su familia a Irán, para acabar años más tarde en los campos de refugiados en Pakistán.
Desde que tiene uso de razón ha participado en las acciones humanitarias y políticas de RAWA y ahora, con 23 años, recorre el mundo para explicar la verdadera situación en la que se encuentran las mujeres afganas y su país, «olvidado» por la comunidad internacional.
En una entrevista difundida por RAWA esta joven afgana explica que, a pesar de la caída del régimen Talibán y la formación del nuevo gobierno, su pueblo «está sometido al terror y a la tiranía de los fundamentalistas».
No podemos decir que las mujeres tengan libertad en Afganistán porque los fundamentalistas ocupan el poder y tienen la misma mentalidad que los talibán: están en contra de las mujeres y de cualquier tipo de progreso, explica.
En las ciudades, agraga, las mujeres no se sienten seguras ni libres para hablar o salir a la calle pero no porque sean cobardes. Hablamos de mujeres educadas pero que, por miedo a los grupos fundamentalistas, siguen llevando el burka (túnica que les cubre de la cabeza a los pies).
En las áreas rurales, explica Hamid, la situación es peor porque el carece de control. Los fundamentalistas tienen el poder, pistolas y dólares en los bolsillos y hacen lo que les apetece: matan, violan, maltratan, secuestran… En ningún lugar hay ni habrá seguridad para las mujeres mientras haya fundamentalistas en el poder.
DEMOCRACIA FICTICIA
La joven afgana asegura que la democracia en Afganistán no es real, pero en Estados Unidos y otros países la gente cree a los medios de comunicación e incluso a los fundamentalistas que dicen querer devolver la libertad al país.
«No podemos hablar de democracia o libertad, y muchos menos de seguridad si no hay paz en nuestro país. Antes del régimen Talibán, los grupos que ahora tienen el poder violaron y secuestraron a numerosas mujeres», relata.
Karzai esta rodeado de fundamentalistas que muestran al mundo un país democrático y protector de los derechos humanos, pero cuando las fuerzas internacionales se vayan se enfrentarán entre sí y empezarán a matar, robar, secuestrar… y los peores crímenes serán cometidos contra las mujeres, advirtió.
EL PAPEL DE LA ONU
Para las mujeres afganas, continúa,. la única solución es que la ONU y la comunidad internacional nos ayuden y desarmen a todos los grupos fundamentalistas. Queremos un gobierno no fundamentalista y que pueda proporcionarnos paz y seguridad.
Hamid asegura que la presencia en el gabinete de Habiba Sarabi, vicepresidenta de Asistencia Humanitaria para Mujeres y Niños de Afganistán, es determinante pues hasta ahora ha logrado reconstruir escuelas y creado comités de ayuda para los más pobres, entre ellos las viudas que dejaron varios años de guerra civil.
Al saber del nuevo gobierno, las y los refugiados afganos en Pakistán regresaron a su país pues les dijeron que se estaba reconstruyendo, que no había muerte ni violencia, pero al llegar descubrieron que no había nada para ellos y muchos decidieron regresarse, relata.
Hace unos días mujeres afganas participaron en el seminario La Mujer y la Reforma Constitucional. Ellas pretenden que la nueva Carta Magna, que debe estar lista a finales de este año, reconozca sus derechos, pero temen que el control masculino y la interpretación ortodoxa de las leyes islámicas impidan su aplicación.
2003/MES/MEL
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