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Perú: El machismo de Alan

Por Julia Vicuña Yacarine

Pilar Nores de García, esposa del presidente de Perú, está liderando la lucha contra la pobreza. Sueña con erradicarla y, para lograrlo, impulsa el programa Sembrando que, entre sus prioridades, tiene las de reducir la mortalidad y desnutrición infantil crónica y enfermedades endémicas en comunidades campesinas que viven en zonas de altura.

Su convocatoria ha calado en artistas, deportistas, empresarios y políticos que, día a día, se van sumando a su causa. Incluso Pat Robertson, el predicador evangelista más famoso e influyente de Estados Unidos, le entregará tres millones de pastillas desparasitadoras para su programa.

Pero esta imagen de ejecutiva, trabajadora, dinámica e independiente colisiona con aquella de mujer sumisa y estoica que apareció al lado de su esposo, Alan García, cuando éste reconoció ante todo el país que tenía un hijo extramatrimonial de un año y 10 meses de edad.

En esa oportunidad, el mandatario destacó la comprensión y respaldo moral de la Primera Dama Pilar Nores, de quien dijo tiene una «altísima dignidad, que me demuestra a mí mismo y a todo el país su condición de madre y su condición de dama».

Para Martín Tanaka, director general del Instituto de Estudios Peruanos y profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la forma en que fue abordado el caso por el Presidente responde a un modelo patriarcal, machista y conservador.

«Se trata de una tradición, según la cual a un varón casado le es permitido tener relaciones e hijos tanto con su esposa como con otras mujeres, siempre y cuando cumpla con su función de macho proveedor», afirma.

Bajo esta lógica, la mujer debe ser comprensiva en nombre de la unidad familiar y debe valorar su papel de esposa oficial, mientras que la madre extramatrimonial debe aceptar su rol de «segunda», en tanto reciba compensaciones y beneficios de la cercanía del macho.

Según la historiadora María Emma Mannarelli, en el siglo XIII se instituyó el matrimonio como sacramento indisoluble, descarnalizado y monógamo, pero «los curas les dejaron a los caballeros la posibilidad del concubinato. En esta negociación, que tiene varios siglos de vigencia, salieron perdiendo las mujeres».

Para Mannarelli, el mensaje tácito de la pareja presidencial tendrá un efecto en la vida cotidiana de las mujeres. «Lo que importa es el estatus de esposa, el valor que te da tener un hombre al lado, no importa el tamaño de los ?cuernos? que tengas que cargar y lucir», explica.

En un sondeo de opinión pública y política, realizado en Lima y Callao, el 48,6 por ciento de la población residente considera que García debió declarar públicamente tener un hijo fuera del matrimonio «antes de ser presidente», el 34,9 manifiesta que fue en el momento oportuno, mientras el 7,7 señala que debió hacerlo más adelante.

A la pregunta de si se sintió afectado o no por la noticia del hijo extramatrimonial del presidente, el 75,3 por ciento manifestó que fue una noticia más de tantas, mientras que el 15,9 respondió afirmativamente.

En referencia a las declaraciones de Lourdes Flores Nano, ex candidata a la presidencia por la conservadora alianza política Unidad Nacional, en el sentido que el jefe de Estado peruano «no tuvo una conducta ideal al tener un hijo fuera del matrimonio y que su esposa tampoco mostró la imagen que las peruanas quieren tener de ella», el 45,6 por ciento dijo estar de acuerdo, el 39,8 en desacuerdo y el 14,3 no opinó.

El 56,5 por ciento responde que mantiene su confianza en el gobernante, pese a haber tenido un hijo fuera del matrimonio, mientras que para el 20,6 ha disminuido, el 11,6 manifiesta que nunca la tuvo y sólo el 7,1 confiesa que la ha perdido.

Las opiniones de las poblaciones de Lima y Callao, de alguna manera, sintonizan con los resultados de la encuesta nacional sobre la democracia en el país, realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Según este sondeo, el índice de democracia en la casa es de 0,44, más bajo que el promedio general en el país (0,51). Para el 57 por ciento de peruanos la voz patriarcal es única e inapelable; el 16,4 señaló que, al menos, se consultaban las decisiones, pero una vez tomadas no se cambiaban; mientras que el 23 manifestó que había opción a cambiar la decisión, si se justificaba.

Esta verticalidad en la toma de decisiones, lejos de ser cuestionada, es aceptada como una conducta válida por dos tercios de las personas encuestadas.

Si bien el estudio no indagó sobre las relaciones democráticas en la pareja, datos estadísticos proporcionados por la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2004, del Instituto Nacional de Estadística e Informática, indican que el 42 por ciento de mujeres en edad fértil ha sido agredida por su pareja, y el 9,8 ha sufrido violación sexual.

Sigue siendo tan válido el slogan de las feministas chilenas de los setenta: democracia en el país, en la casa y en la cama, como una forma de ir consolidando la idea de democracia que permita revertir la cultura de violencia machista que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida, tanto de mujeres como de hombres.

06/JVY/GG

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