Inicio Pese a represión, CGH logró que UNAM no se privatizara

Pese a represión, CGH logró que UNAM no se privatizara

Por Gladis Torres Ruiz

A Ricardo Pablo García Arias,
del CGH, combativo
hasta el último momento

México DF, 27 abril 09 (CIMAC).- A diez años de la huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en contra de la modificación del Reglamento General de Pagos (RGP), podemos decir que sí se cumplió el objetivo: hasta hoy las autoridades no han intentado ponerlo marcha un reglamento o cualquier otra estrategia para privatizar la UNAM, «al menos con la intensidad y fuerza que pretendieron hacerlo en 1999», ya que pudieron sentir el poder que tiene el estudiantado si se organiza y defiende sus derechos.

Así lo señaló Itzel Ruan, ex integrante del Consejo General de Huelga (CGH), por parte de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), quien agregó: a las y los estudiantes que participamos en el movimiento estudiantil con toda la fuerza del Estado, nos tranquilizaron, sin embargo ellos también se calmaron, sintieron la fuerza de las y los estudiantes organizados.

Al respecto, Luis Javier Garrido, investigador nacional Nivel III, maestro en Ciencias Políticas por la UNAM, señala que el movimiento de huelga de la máxima casa de estudios del país y las acciones de resistencia del CGH contra las políticas de privatización mostraron que una comunidad puede oponerse con éxito a las políticas de la globalización, a pesar de tener enfrente a un régimen que, con «todo el peso del Estado, se niega a dar marcha atrás en la aplicación de una serie de medidas neoliberales sobre la educación pública superior».

Itzel Ruan precisa que con el intento de establecer cuotas en la UNAM en 1999 se estaba vulnerando la gratuidad de la educación. La huelga no se decidió de un momento para otro, las y los estudiantes intentamos establecer un diálogo primero con las autoridades de las facultades que en el caso de la FCPyS era la directora Cristina Puga, sin embargo jamás hubo apertura para un diálogo.

LAS MUJERES DE SOCIOLOGÏA

Itzel Ruan consideró que desde antes de iniciar el paro en la UNAM, las mujeres de la carrera de Sociología de la FCPyS eran de las más activas, «asistíamos a las asambleas, llevamos resolutivos, discutíamos votábamos acciones, como el cierre de la universidad».

Recuerda que días antes del inicio de la huelga, un grupo de mujeres de la carrera decidieron abrir el auditorio de la Facultad, que como estudiantes no teníamos permitido utilizar, conseguimos una mujer cerrajera lo abriera. Cuando llegaron las autoridades hicimos una cadena para que las autoridades no pasaran y no lo cerraran. «Fue la primera vez que el Auditorio Flores Magón, bautizado durante la huelga estudiantil estuvo abierto para las y los estudiantes».

De igual manera, relata, buscando crear conciencia entre la comunidad universitaria, en una ocasión, –únicamente mujeres–, hicimos un performance representando tres cerdos, los cuales eran: El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y habían tres perros que iban encadenados de ellos eran: Ernesto Zedillo, (el ex presidente) Francisco Barnés de Castro (ex rector) ,y la ex directora de la Facultad de Ciencias Políticas, a quien yo represente, con la intención de mostrar el inicio de una política de privatización de la UNAM.

La socióloga egresada de la UNAM afirma que al interior del CGH había mucho respeto por parte de los compañeros, hacia las mujeres, «éramos tratadas igual, incluso en ocasiones nos escuchaban más, posiblemente por la iniciativa que tuvimos desde un inicio, siempre contamos con su apoyo en la acción de tomar el auditorio para abrirlo ellos estaban apoyándonos desde afuera.

Eso no sucedía en la calle, «las agresiones por parte de los elementos policíacos eran muy fuertes y de la sociedad que lo único que conocía del movimiento era lo que se decía en los medios masivos de comunicación, nos agredían muy fuerte verbalmente por ser mujeres y estar en un movimiento de este tipo; en ocasiones hasta físicamente, sin embargo siempre en todo momento los compañeros trataron de protegernos».

La campaña de medios que implementaron contra el CGH fue brutal, en mi caso provocó incluso el rechazo de una parte de mi propia familia: «me hacían comentarios groseros respecto al tema, mis tíos, mis propios hermanos, era una situación dolorosa, porque era una causa en la que yo creía», dice.

La información que todos los días bombardeaba a los hogares mexicanos influenció de manera muy negativa a la población. Luis Javier Garrido señala que «toda la maquinaria de ‘desinformación’, del Estado, se opuso desde que se inició el conflicto a que las y los jóvenes pudieran dar a conocer sus puntos de vista».

Sin embargo el CGH, salió a las calles todos los días, desplegándose en brigadas informativas, en parques, autobuses, en el metro, repartiendo volantes informativos, pegando carteles y repartiendo pequeños periódicos.

LA ENTRADA DE LA PFP

Para el CGH y la sociedad que apoyaba nuestro movimiento, subraya Itzel, la entrada de la Policía Federa Preventiva (PFP) a las instalaciones de la máxima casa de estudios del país fue muy fuerte. «Nos dimos cuenta de todo el poder que tiene el Estado para controlar un movimiento social, algo que resentimos días antes cuando se incrementó la represión hacia el movimiento.

«La misma televisión se encargó todo el tiempo de denostar el movimiento, ver a la PFP en Ciudad Universitaria, ver cómo sacaron a las y los compañeros, con los que estuviste conviviendo cerca de diez meses cotidianamente, fue además muy frustrante; una sensación que a mí me duró mucho tiempo».

La madrugada del 6 de febrero de 2000, elementos de PFP entraron en la máxima casa de estudios y detuvieron a poco más de 700 estudiantes, el grueso de los miembros aún pertenecientes al bloque más radical del CGH. Fue hasta el 23 de abril que los 3 mil 100 elementos de la PFP que patrullaron Ciudad Universitaria desde el mes de febrero abandonaron las instalaciones para dar paso al reinicio de las actividades académicas y administrativas.

En momentos detalla la entrevistada, tuve la percepción de que los medios vendieron la idea de que la huelga no había servido de nada, un discurso con el que además intentaron desprestigiar a la UNAM.

Diez años después, concluye Itzel, «puedo decir que la huelga sí sirvió, se cumplió el objetivo, cometimos errores, también la UNAM pagó costos no previstos, pero en definitiva el objetivo se cumplió: la UNAM no se privatizó, puntualiza Itzel Ruan.

Luis Javier Garrido afirma que lo que estaba en disputa determinó a las autoridades a apoyarse en todo el aparato represivo del Estado, pero ni siquiera así pudieron imponerse a las y los estudiantes, quienes demostraron algo muy claro: que las universidades públicas son entendidas por amplios sectores como un patrimonio de todas y todos los mexicanos y que están dispuestos a luchar para que conserven este carácter.

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