El pasado fin de semana en Chilpancingo, Guerrero 120 mujeres lideresas de las comunidades de Guerrero, Chiapas y Oaxaca nuevamente alzaron la voz para demandar respeto a sus derechos. Nada de limosna, sólo a lo que tenemos derecho, decía Hermelinda Tiburcio, líder indígena de Kinal Anzetik (Tierra de Mujeres).
Con la ausencia completa de legisladores locales de Guerrero, pues la recta final electoral apremia, las mujeres indígenas no encontraron interlocutores para garantizar un mayor presupuesto para abatir la muerte materna.
Ahí, en Guerrero, donde se ubica el segundo lugar en defunciones de maternas, la gran mayoría de ellas prevenibles, ahí donde una mujer indígena enfrenta tres veces más probabilidades de morir por complicaciones con el embarazo, las lideresas dialogaron entre ellas, y durante una tarde completa por primera vez con calma, con el Secretario de Salud del estado.
El año pasado, en la conferencia internacional de Mujeres que dan Vida, los millones circularon, acá en Guerrero no fue así, los pesos hay que pelearlos con la nueva legislatura local que tomará posesión el próximo 15 de noviembre.
Dos décadas después de haber lanzado en Kenya la iniciativa mundial por una maternidad saludable, todavía, cada minuto, muere una mujer durante el embarazo o el parto, aún cuando prevenirlas significa invertir menos de un dólar con 50 centavos por persona en 75 países que concentran 95 por ciento de las muertes maternas. Pero si esta mujer es indígena tendrá entre tres y cinco veces más probabilidades de morir.
Así en el Foro Nacional por la Vida y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en Guerrero, organizado conjuntamente por la Coalición por la salud de las mujeres, la casa de salud Manos Unidas de Ometepec, y la coordinadora de mujeres indígenas, las promotoras de salud, las lideresas en sus comunidades repitieron las historias que hablan de milenios de atraso y marginación.
La necesidad de caminos, de hospitales equipados, de médicos sensibles que respeten la interculturalidad, la escuela, presupuesto para que funcionen los programas. Programas que son usados a discreción, donde la gratuidad sea cierta y no a medias, porque si no pagas por la asistencia médica, ellas tienen que comprar el medicamento, pagar para llegar al hospital.
Durante poco más de 24 horas las mujeres hablaron, en español y en lengua; con el apoyo de la traducción, las citadinas e indígenas monolingües pudieron comunicarse. Demandaron que el Seguro Médico por una nueva Generación no solo le garantice el bienestar al recién nacido sino también a la madre, desde el momento de la gestación.
Las mujeres, en un español aprendido a pulso de la necesidad, demandaron coherencia de las autoridades, que sus palabras fueran honradas por la práctica cotidiana, una interlocución seria, una relación de pares.
Las historias están ahí, sólo hay que querer mirarlas y encontrarlas, ahí esta la Directora del centro de salud que no atiende a las mujeres por falta «de equipo y medicamento» y les recomienda acudir a la clínica particular de la cual es dueña.
Ahí están la infinidad de gestiones que cada una de estas 120 mujeres han hecho para salvar la vida de otra mujer, desde localizar que alguien preste su transporte, que se dé para la gasolina, que la atienda el médico, que traduzca lo que sucede con la mujer. Ellas son el contacto directo entre la autoridad, ya sea sanitaria o municipal, y su comunidad. Son realmente quienes invierten en otra mujer por una simple razón: para salvar su vida.
* Periodista y feminista mexicana, coordinadora general de Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC).
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