Inicio Plan b – Jueces y gobernadores “infieles”

Plan b – Jueces y gobernadores “infieles”

Por Lydia Cacho
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Era octubre de 2002 cuando los huracanes “Isadore” y “Lilli” entraron en Quintana Roo. A pesar de la contingencia, el entonces gobernador Joaquín Hendricks Díaz tomó su avión privado para irse a Europa con su amante.
 
La joven con quien el mandatario estatal engañaba a su esposa María Rubio, era bailarina desnudista en el bar-prostíbulo de la Zona Hotelera de Cancún operado por el hoy acusado por trata internacional de personas, el argentino Raúl Martins.
 
El sujeto trajo a la joven desde Uruguay y fue él quien los presentó y arreglaba sus encuentros.
 
En ese entonces Rubio denunció a los medios que el gobernador utilizaba recursos del erario para viajar con su amante, además de abandonar el estado en un momento de emergencia. 
 
Cuando volvió, el gobernador dijo que lo suyo “era un asunto privado” y que su esposa sufría de serios problemas psiquiátricos. Durante los siguientes meses la acusó de enfermedades mentales e intentó forzar su divorcio por esas razones.
 
A pesar de su poder, su esposa supo defenderse, no sin ser amenazada y sometida al escarnio público. Años después se divorciaron, no sin que Rubio exhibiera la amistad de Hendricks con Succar Kuri y Kamel Nacif.
 
Hace una semana el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Genaro Góngora Pimentel, de 76 años, reconocido por su apasionada defensa de los Derechos Humanos en el país, y por su flamígero señalamiento de actos de corrupción y abuso de mujeres y menores, fue evidenciado por haber encarcelado a su ex pareja.
 
Ana María Orozco, madre de los dos pequeños, luego de separarse recibió 2 millones de pesos del también ex presidente de la Corte para pagar un departamento en Xochimilco, donde ella y los niños vivían.
 
Lo logró luego de interponer la denuncia para que el juez ordenara el pago de la pensión alimenticia. Ella puso el piso a su nombre, de inmediato Góngora la denunció por fraude y en siete días estaba encarcelada.
 
Ana María lleva un año presa en Santa Marta, durmiendo en el suelo, en una celda con siete presas. Los expeditos trámites judiciales se hicieron gracias a la cercana amistad entre el acusador y el ex presidente del Tribunal capitalino Juan Luis González Alcántara y Carrancá, quien en estos días ha exigido un peritaje que pretende “ratificar” una de las acusaciones de Góngora contra Ana.
 
El famoso ex ministro estuvo casado con la abogada Ligia de la Borbolla. Ana María, su penúltima pareja casi 20 años menor que él, se hizo cargo de los pequeños que fueron diagnosticados con Síndrome de Asperger, una condición de salud también denominada autismo, un conjunto de condiciones mentales y conductuales que precisan de una educación especializada.
 
Mientras la madre se preparó para educar a sus dos pequeños conociendo sus necesidades especiales, el padre ha dicho públicamente que los niños están “enfermos” de autismo, y no les paga diversión porque no pueden divertirse.
 
A pesar de que el casi octogenario ministro no sabe cuidar de sus hijos, al encarcelar a Ana María interpuso una demanda de violencia intrafamiliar que, según fuentes del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, forma parte del juicio para que el ex ministro le quite la patria potestad a la madre y evite que vuelva a ver a sus pequeños.
 
Fuentes de la Suprema Corte que conocieron a la pareja cuando ella trabajaba en ese tribunal, aseguran que Góngora nunca perdonó la afrenta de Ana María al interponer el juicio por alimentos en que el juez le exigió pagar 35 por ciento de sus 350 mil pesos de pensión. Éste logró negociar el pago de 24 mil pesos argumentando que Ana María y sus hijos son gente de clase media baja y así deben vivir.
 
Tanto Hendricks como Góngora son abogados, ambos como muchos hombres de poder saben interpretar las leyes y hacer mal uso de ellas.
 
En el primer caso, Hendricks quedó en deuda con su amigo Martins, quien luego de ser acusado por trata de personas y perseguido por el Instituto Nacional de Migración (INM) para expulsarlo del país, logró ampararse gracias a la ayuda del ex mandatario y sigue operando en Quintana Roo.
 
Góngora, por su parte, encarceló a su ex pareja por lo que él mismo ha denominado un arranque de enojo. Así operó en tribunales para utilizar la cárcel como escarnio, quitarle a los pequeños y darle una lección ejemplar.
 
Ambos han asegurado que lo suyo es “personal”, cuando en realidad son asuntos de interés público y jurídico, con serias repercusiones. Góngora ha pedido perdón públicamente, pero sus abogados siguen la batalla contra Ana esta misma semana.
 
Twitter: @Lydiacachosi
 
*Plan b es una columna publicada lunes y jueves en CIMAC, El Universal y varios diarios de México. Su nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
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