Inicio Pocas escritoras de género negro porque nos enseñaron a «ser buenas»

Pocas escritoras de género negro porque nos enseñaron a «ser buenas»

Por Sandra Torres Pastrana

Mujeres transgresoras y una trágica realidad mexicana son los elementos que Myriam Laurini, una de las pocas autoras de novela negra en México y América Latina, conjuga en su trabajo literario.

Myriam Laurini, periodista y escritora Argentina, exiliada primero en Brasil, luego en España, y desde 1980 en México, ha publicado novelas como «Para subir al cielo», «Morena en Rojo» y «Qué raro que me llame Guadalupe», estas dos últimas reeditadas en agosto pasado por la editorial Zeta en un solo volumen, obras que para su casa editora constituyen «una aparición renovadora dentro del género negro».

La mayor parte de su obra la ha realizado en México, recientemente colaboró en el guión del folleto Cedaw que, ilustrado por 4 caricaturistas mexicanas, muestra de manera sencilla y accesible en qué consiste la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, publicado este año bajo la coordinación de la oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y CIMAC.

Las mías son tragedias presentadas con humor negro, dice Laurini en entrevista exclusiva para Cimacnoticias.

— ¿Por qué escoges este género para expresarte?

— El género me escogió a mí, nunca dije quiero escribir sobre este género. Yo dije necesito contar esto que me obsesiona, me duele, me lastima y necesito contarlo. Además me preocupa mucho lo que ocurre en la sociedad. Primero, no ando con anteojeras, veo, escucho y lo tengo que decir.

«El punto está en que estas historias no se pierdan, como muchísimas cosas que se van en los periódicos, porque el problema en el periodismo es la inmediatez, una noticia tapa a la otra y desgraciadamente en este momento el país está pasando por una situación grave de violencia tremenda, entonces se van tapando unas con otras. Sin embargo, cuando lo cuentas en una novela buena, mala o lo que sea, como novela la historia queda amarrada ahí y no se pierde».

— ¿Porque crees que la novela negra no sea tan recurrida por las escritoras mexicanas?

— Es un problema cultural, nos educaron para ser buenas amas de casa, esposas, madres y, si nos diera por escribir, debemos dedicarlos a la novela intimista, de amor, a no meternos en el terreno de hombres. Esto es claro, basta observar la poca o nula participación de reporteras en México que cubran nota roja.

«Sin embargo, en otros países hay muchas mujeres escribiendo novela negra o policíaca, como en Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Italia y ahora empieza haber participación en España».

— ¿Qué opinas del trabajo de las escritoras mexicanas que recurren al género?

— Sinceramente no conozco a muchas que tengan obra. Está Cristina Rivera Garza que me gusta mucho y escribió una novela negra o policíaca que aun no he leído, pero hay libros de ella que me han gustado, por lo que la considero muy buena escritora, Malú Huacuja también escribió una novela pero ya no supe que haya escrito más obra. Más no conozco.

— ¿Que diferencia detectas con respecto al tratamiento que le da una mujer a la novela negra que la de un hombre?

«La mirada femenina es distinta, la lucha de nosotras es por la equidad de género, la igualdad de oportunidades, el tema de la violencia que viven las mujeres. Esas luchas nos hacen evidentemente distintas, a la hora de ponernos a escribir nuestro trabajo es diferente, hay una sensibilidad ante la problemática que nos afecta.

«Lo importante es que sea buena literatura, no si escribe un hombre o una mujer, aunque a los hombres les cuesta trabajo escribir de mujeres. Sin embargo, no podemos olvidar a Flaubert, quien escribió un personaje como Madame Bovary, total y absolutamente creíble, y se metió dentro de un personaje femenino de una forma extraordinaria».

— ¿Como te desligas del sentimiento de inseguridad y violencia que hay en el país para contar una historia en este género?

— El humor negro me sale, de otra forma no podría escribir, el pueblo mexicano tiene un extraordinario humor negro y re-negro porque pasa un desastre e inmediatamente empiezan hacer un chiste o burlarse.

«Es un humor que ayuda a vivir a sobrevivir, porque, si no, lo demás te aplastaría de tal manera que estarías en el hoyo, en la cama sin poder levantarte, son cosas fortísimas en las que el humor te ayuda. En este caso me ayuda a escribir y en el caso del lector a seguir leyendo».

LEY Y AVANCE

— Actualmente se está legislando a favor de la mujer, ¿cómo ves esto y qué tan bueno resulta para las mujeres mexicanas?

— No se pueden negar los extraordinarios avances, por ejemplo la Ley sobre la interrupción legal del embarazo, pero todavía nos falta muchísimo porque hay una cuestión que es cultural y los problemas culturales no se terminan, no se cambian por decreto ni por ley. Entonces las mujeres tenemos que luchar internamente, liberarnos nosotras internamente entender y comprender cuáles son nuestros derechos y así, poco a poco, con las leyes y en lo que nos apoyen vamos a ver un cambio real.

«Si somos madres debemos romper los esquemas de siempre, donde los hijos varones no hacen nada en la casa y las hijas mujeres son las que hacen todo, debemos procurar que la gran masa, todas las mujeres del país, cambien. No sólo las mujeres que somos privilegiadas porque hemos podido estudiar, tenemos otra mentalidad o porque tenemos una conciencia social y política. Las que peleamos esto somos pocas todavía, entonces hay que seguir impulsando para que se vayan dando estos cambios que son lentos si sólo se cambian por decreto».

— ¿Tu batalla por las mujeres la das desde las letras?

— Desde ahí yo soy y estoy luchando. Cuando tomo a una trabajadora sexual de 16 años estoy mostrando una realidad que no debe ocurrir, para mí eso es una tragedia y pienso que el trabajo sexual es la esclavitud más vieja del mundo. Entonces que una chiquita de esa edad tenga que prostituirse me parece terrible, entonces intento, como puedo, con las armas que tengo, en este caso la escritura, tratar de hacer algo para que la sociedad vea, para que se caigan los velos de ‘a mí nunca me va a pasar’, ‘esto no ocurre’.

— Reeditaron hace poco dos de tus novelas, «Morena en rojo» y «Qué raro que me llame Guadalupe», que fueron presentadas en agosto pasado por Paco Ignacio Taibo y Julia Rodríguez, ¿por qué nos recomiendas su lectura?

— Van a descubrir a un montón de mujeres transgresoras, una mujer que busca el amor, que está usando al gran amor de su vida y que lo encuentra, pero le va mal. Van a encontrar a una periodista que quiere ser famosa, que quiere salir de la provincia y sueña. Aparte está la denuncia de una realidad trágica que acontece todos los días en México con jovencitas y niñas obligadas a prostituirse.

— ¿Y tu próxima novela?

— Estoy trabajando sobre un personaje que se llama El Iguana, un muchacho que no tiene una independencia, lo único que sabe hacer es obedecer, lo único que sabe decir en su vida es ‘sí, señor’, ‘sí, patrón’, ‘sí, doctor’, ‘sí, licenciado’. Entonces se ve involucrado en una cuestión de narcotráfico sólo porque obedece, porque no puede liberarse.

«Con esta historia quiero mostrar que también hay hombres que son sometidos, que no tienen voluntad para cambiar su vida, el rumbo de su vida y darle un giro, que siempre se mantienen agachando la cabeza y obedeciendo».

08/STP/GG/CV

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