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Política económica feminista para beneficio de toda la población

Por Angélica Jocelyn Soto Espinosa

Los datos de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) –que mide el trabajo no remunerado de las mujeres– deben usarse para generar desde una perspectiva feminista políticas económicas que mejoren la condición de vida de la población, llamó hoy la experta en Economía de Género Antonella Picchio.
 
De acuerdo con la doctora en Economía y Ciencia Política, quien imparte el curso “Teorías y políticas económicas desde una perspectiva feminista”, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una parte importante del sistema capitalista se sostiene por el trabajo no remunerado que realizan principalmente las mujeres.
 
Esta realidad hace necesario que los Estados generen políticas económicas basadas en análisis feministas, que modifiquen la división del trabajo, la distribución de ingresos, y la división de responsabilidades de cuidar de sí mismos y de las demás personas, propuso la experta.
 
También dijo que es responsabilidad del Estado reformular los conceptos, teorías y políticas económicas que consideren la condición de vida de la población femenina a través de observar y revalorar sus experiencias económicas.
 
Antonella Picchio, que se doctoró en la Facultad de Economía y Política de Cambridge, en Inglaterra, y en la Universidad de Padova, en Italia, observó que en años anteriores un análisis feminista de la macroeconomía puso en la agenda mundial la necesidad de medir el trabajo no remunerado.
 
Como resultado, en 2002 en México se publicaron los primeros resultados de la ENUT, que desarrollaron el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), el entonces Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (Unifem, hoy ONU-Mujeres), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
 
Sin embargo “la ENUT es muy cara, por lo que tenemos que defenderla y usarla mejor”, advirtió Picchio, ya que los datos de esta encuesta muestran la modificación actual de la distribución de responsabilidades de quienes participan en el sistema capitalista: el Estado, las empresas, las familias y las personas.
 
La académica expresó que el trabajo no remunerado de las mujeres es “un costo escondido” de la ineficiencia del sistema capitalista, el cual tiene como consecuencia el incremento de la inseguridad y de las “tensiones domésticas”.
 
La experta explicó que actualmente es un hecho económico visible que las mujeres son quienes realizan la mayor parte del trabajo no pagado, lo que además sostiene el trabajo remunerado que realizan principalmente los hombres.
 
De acuerdo con sus análisis, en el mundo las mujeres realizan en total más trabajo no pagado que actividades remuneradas, lo que hace que decaiga su calidad de vida.
 
Y, según Picchio, el trabajo no remunerado tiene un impacto en el bienestar de la población, lo que comprende la salud, el conocimiento, las relaciones y la adquisición de bienes y servicios a nivel individual, familiar y social.
 
La pregunta fundamental que deben hacerse los Estados –convocó– es: “¿Cómo se sostiene el sistema capitalista sin el trabajo no remunerado que realizan las mujeres?”.
 
ANÁLISIS FEMINISTAS
 
Antonella Picchio, que también es integrante del consejo de redacción de la revista Feminist Economics, recordó que la economía está condicionada por un contexto social, histórico, geopolítico, multidimensional y de agentes activos de cambio institucional y social, que debe analizarse desde una perspectiva feminista.
 
La también maestra en Economía en la Universidad de Utah, Estados Unidos, explicó que esta visión pone en el análisis las diferencias, la vulnerabilidad  y la complejidad de la población.
 
La experta criticó las teorías económicas clásicas porque no consideran de manera integral los cuerpos, los trabajos, las capacidades y las relaciones de las mujeres con los hombres.
 
Es necesaria, enfatizó Picchio, una teoría económica que tenga como objetivo el “buen vivir” de la población, que pase por la valoración en los gobiernos del trabajo no remunerado, y que reduzca los costos de la vida para las mujeres.
 
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