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Por garantizar a las mujeres el acceso a la propiedad de la tierra

Por Anayeli García Martínez

Para lograr construir sistemas de vida sustentable, no basta con incluir la perspectiva de género en los temas del medio ambiente, el cambio climático y la defensa del territorio, también hay que buscar herramientas que doten de autonomía a las mujeres, así coincidieron académicos especialistas en género y medio ambiente.

Durante el debate «Mujeres indígenas frente a la guerra por el control de los recursos naturales y el territorio», Ericka Fosado, especialista en género y desarrollo ambiental, afirmó que el eco-feminismo busca promover políticas públicas que responden a necesidades diferenciadas entre mujeres y hombres, esto con el objetivo de reducir las brechas de género.

Actualmente se considera a las mujeres como vulnerables, poseedoras de conocimientos, hábiles en el cuidado y protección del medio ambiente, pero no se les ubica como personas con derechos y necesidades propias, consideró Ericka Fosado, quien dijo que se debe garantizar que ellas tengan acceso pleno a la propiedad de tierra y de recursos naturales.

LA TIERRA NO ES MADRE

Durante la presentación que hoy se llevó a cabo en Ciudad Universitaria, la directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), Marisa Belausteguigoitia, aclaró que la tierra no es una madre sacrificada y abnegada, «es un referente de producción, de libertad, de cuidado, de uso de tecnología y de saber».

Señalo que en la tierra debe converger lo antiguo y lo moderno, y por lo tanto debe ser significado de trabajo bien remunerado, no de sacrificio sin límites. «Las mujeres se merecen formas de representación que las liberen de la naturaleza o que las ligue de forma más plena y autónoma», argumentó.

Belausteguigoitia criticó que se hable de los recursos naturales y de la «madre tierra» pues eso equivaldría a hacer una metáfora de la familia y del conservadurismo, «la tierra se merece una figura que la libere de la madre abnegada y sufrida», mencionó.

TERRITORIO Y REPRESIÓN

Martha Pérez, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), relató la experiencia de este movimiento atenquense, el cual luchó por sus tierras y fue reprimido pero que no ha dejado de lado su ideal de protección a su territorio.

Recordó que el FPDT logró echar para atrás la construcción de un nuevo aeropuerto en las inmediaciones de Texcoco y San Salvador Atenco en 2001; aunque después vendría la represión del 3 y 4 de mayo de 2006 donde la participación de las mujeres fue fundamental para mantener viva su lucha.

Esta vez, Martha Pérez no portaba su machete -símbolo del trabajo de la tierra- sino una mata de maíz, porque dice: «nuestro instrumento de trabajo fue estigmatizado y aquí, en la ciudad, tengo miedo que mi machete sea secuestrado», no obstante –dijo- en Atenco aún se usa el machete, se siembra y se defiende la tierra.

Para Alberto Betancourt, académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, como éste, hay muchos otros casos de mujeres indígenas en resistencia que se oponen a la violencia, pero que además tienen una función trascendente en las relaciones «medioambientales» y en la producción de los recursos naturales.

10/AGM/LR

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