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Por los andamios de la muerte

Por Cecilia Lavalle

Cada año mueren 23 mil en Latinoamérica y el Caribe. En México, en promedio, mueren cuatro cada día.

Todas son mujeres que mueren por causas vinculadas al embarazo y al parto. Son muertes que, en la mayoría de los casos, pudieron haberse evitado. Y como bien dice la doctora Mirta Roses Periago, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), una sola muerte es una tragedia, 23 mil es vergonzoso.

El pasado viernes 28 se conmemoró el Día Internacional de Acción por la Salud de la Mujer.

Fue instituido en 1987, en Costa Rica, por la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos, para denunciar las altas tasas de morbilidad y mortalidad maternas por causas prevenibles, y con el fin de exigir a los gobiernos políticas públicas para combatir esta realidad.

A 17 años de distancia esos mismos objetivos siguen teniendo vigencia. Las cifras no dejan lugar a dudas.

Datos recabados por la agencia noticiosa Comunicación e Información de la Mujer (Cimac), apuntan que la tasa global de mortalidad materna en América Latina y el Caribe es de 190 por 100 mil nacidos vivos, con enormes diferencias entre países.

Chile, por ejemplo, tiene una tasa de mortalidad materna de 23 por cada 100 mil nacidos vivos, mientras que Bolivia 390 y Haití 523.

Con razón la líder indígena boliviana Marta González de Paco dice: "Todas las mujeres que dan vida caminan por los andamios de la muerte". Y bueno, no todas, porque en contraste, Canadá tiene cuatro muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos (mayo 17m 2004).

En México se registran cada año mil 253 muertes maternas y el nivel de riesgo es de una por cada 220.

Estas cifras están muy cerca de lo que pasa en países como Sri Lanka, en donde el nivel de riesgo es de una por cada 230, o de Malasia donde una de cada 270 mujeres está en riesgo de fallecer durante su maternidad. Y, cosas del desarrollo, en países industrializados el riesgo de muerte materna es de una entre 4 mil 85.

Investigaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS) han encontrado que 71 por ciento de las mujeres mexicanas reciben atención durante la gestación, cifra que es menor a la registrada en promedio en países de América Latina (73 por ciento) y que se encuentra por debajo de naciones como República Dominicana cuyo nivel de atención a mujeres durante el embarazo es de 97 por ciento, Costa Rica 95 por ciento, Chile 91 por ciento, y Colombia 83 por ciento, entre otros.

Por otra parte, las mismas estadísticas señalan que sólo el 69 por ciento de mexicanas recibe atención especializada durante el parto y después de él; cifra similar a la que registran países como Zimbawe y Nambia.

Cifra muy por debajo de los niveles de atención que se alcanzan en Chile (98 por ciento), Venezuela (97 por ciento), y Colombia (85 por ciento).

Y aquí el liderazgo se lo lleva Cuba con un nivel de atención del 99 por ciento, porcentaje similar al que registran Estados Unidos y Canadá.

Datos oficiales indican que en los últimos tres años se ha reducido la mortalidad materna en 15 por ciento. Organizaciones civiles dicen que sólo se ha reducido en 5.7 por ciento.

Como sea, me parece una tragedia que "en el mejor país de la tierra para invertir" –como dijo hace unos días el presidente Fox– se mueran las mujeres por causas prevenibles. Si hablamos de las zonas indígenas no sólo es una tragedia sino una vergüenza.

En Chiapas se mueren 110 mujeres por cada 100 mil nacidos vivos, en Oaxaca 120, en Guerrero 283.

Y, cosas del presupuesto, en la asignación de recursos para los estados de la República, a Chiapas se le destinaron 926 mil pesos, pero a Nuevo León -que tiene una tasa de mortalidad materna tres veces menor a la de Chiapas- se le asignaron 24 millones (Lourdes Godínez, cimacnoticias, marzo 1 de 2004).

El problema, señalan algunas especialistas en el tema, tiene varias causas: la falta de recursos por parte del Estado y las entidades federativas; ineficiencias del sistema de salud; el hecho de que en muchas comunidades indígenas sólo se cuente con unidades móviles precariamente equipadas para solucionar emergencias.

Mientras que otros problemas asociados serían la discriminación y la negligencia médica; una relación generalmente autoritaria del personal médico con las pacientes –que se manifiesta en la escasa atención a sus dolencias y una general falta de empatía– la ignorancia de muchas mujeres de sus derechos en cuanto a salud reproductiva; y una educación que enseña a las mujeres a cuidar de otros pero no de sí misma; entre otras.

Este último punto, me parece, tiene relación directa con el hecho de que en nuestro país el cáncer cervicouterino ocupe el primer lugar como causa de muerte de mujeres, y el cáncer de mama ocupe el segundo lugar.

Y, cosas de género, el 80 por ciento de quienes cuidan y atienden a personas enfermas, son mujeres.

Apreciaría sus comentarios: [email protected]

*Articulista y periodista de Quintana Roo

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