Un millón y medio de armenios muertos en 1915, o varios millones de muertos en Ruanda o Bosnia hace unos cuantos años, o meses. La historia se parece, y esta vez es contada en la película Ararat, del director armenio-canadiense Atom Egoyan, exhibida este fin de semana en la Cineteca Nacional.
David Alpay, actor protagónico del filme, exhibido el pasado fin de semana en la Cineteca Nacional, estableció al dialogar con el público mexicano un paralelo entre los genocidios de Ruanda y Bosnia con el histórico exterminio armenio en Van, localidad situada en la frontera de Armenia y Turquía, donde en 1915 las mujeres fueron violadas y sus fetos arrancados del vientre.
Aunque Canadá es una nación que se caracteriza por su diversidad étnica y cultural, lo anterior no obstó para que tanto el debutante David Alpay y el multipremiado Atom Egoyan –ambos ciudadanos canadienses de origen armenio—recibieran amenazas de muerte en el país norteamericano tras la exhibición de la película.
Ararat, película del 2002 que indaga sobre el genocidio del pueblo armenio a partir de personajes que viven en la sociedad canadiense contemporánea, «no puede revertir 88 años de silencio, pero sí puede dar una voz», dijo Davia Alpay a los asistentes al Festival de Cine Canadiense que finaliza el próximo 19 de junio.
Sin embargo, de acuerdo con el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, aún es tiempo de hacer justicia para el pueblo armenio porque el genocidio y las agresiones sexuales en conflictos étnicos son crímenes de lesa humanidad.
2003/MR/MEL
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