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Prevalen en México patrones de inequidad

Por María de la Luz González

A 10 años de la adopción de la Plataforma de Beijing, el gobierno mexicano ha impulsado acciones para lograr la equidad de género en los ámbitos educativo y económico, pero éstas no han logrado una modificación de los patrones y estereotipos de género que frenan el avance de las mujeres, aseguró Laura Frade Rubio, presidenta de Calidad Educativa Consultores.

La también integrante de la organización Milenio Feminista, consideró que el gobierno mexicano ha logrado cumplir algunos objetivos de la Plataforma de Acción de Beijing, pero sólo de manera parcial, porque no se ha concentrado en el origen de los problemas de género: el supuesto de superioridad del hombre sobre la mujer.

Afirmó que si bien las niñas logran mejores índices de permanencia y de eficiencia terminal en las escuelas que los varones, esta diferencia no se traduce en una mejor situación laboral para las mujeres, porque a mayores estudios «aumentan las posibilidades de desocupación, segregación laboral y discriminación salarial».

En su ponencia La Interacción entre la Plataforma de Acción de Beijing y los objetivos de Desarrollo del Milenio en el Sector Educativo en México, afirma que la educación -como sistema de reproducción de la cultura, el trabajo y la salud- no está impactando en la modificación de los patrones que generan que a las mujeres se les pague menos y a los hombres más.

«Parecería que la equidad salarial y la segregación laboral son problemas cuyo origen se encuentra en el sector económico, pero no es así, la educación contribuye a la reproducción social de los roles asignados, las creencias, los patrones laborales y una cultura cimentada todavía en la creencia de la superioridad de los hombres sobre las mujeres», afirmó.

A la larga, agregó, el impacto es que las mujeres no puedan acceder a una calidad de vida en igualdad de condiciones que los hombres, señaló.

Más aún, destacó Frade Rubio, muchas de las razones que explican la mayor deserción de los hombres en la educación, sus altos índices de reprobación y la falta de correspondencia entre la edad normativa y el grado que cursan responden también a los patrones, roles y estereotipos de género que impactan negativamente también a los varones.

Entre éstos, citó los de tener que salir a trabajar a corta edad para apoyar el sustento familiar, en su calidad de proveedores; no hacerse responsables como las mujeres de múltiples actividades que contribuyen al bienestar familiar, patrones de conducta que fomentan actitudes irresponsables que impactan en la reprobación escolar.

Precisó, sin embargo, que las diferencias de género más graves en la educación están actualmente en el acceso y permanencia de las niñas a una educación de calidad, como lo demuestran los exámenes que aplica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para medir la preparación de los alumnos para la vida laboral en áreas específicas como matemáticas, comprensión lectora y ciencias.

Frade destacó que las mujeres mexicanas no cuentan con un buen desempeño en matemáticas y ciencias, donde son aventajadas por los hombres, de lo que se desprende que los varones están mejor preparados académicamente que las mujeres en las áreas laborales que son más redituables: las finanzas y la tecnología, pese a que ellas permanezcan y terminen sus estudios en mayor número que los hombres.

Esta diferencia se reflejará en términos salariales y en la información sobre la segregación laboral, donde todavía se encuentran sectores feminizados como la educación, y sectores masculinizados, como el financiero, situación que además impacta las posibilidades de acceso de las mujeres a puestos mejor pagados, porque tradicionalmente gana más un licenciado en finanzas que uno en educación, señaló.

La especialista consideró que los indicadores de eficiencia que emergen del sistema educativo en México no sólo aportan datos sobre los retos y desafíos que enfrenta el país para lograr la universalidad en cobertura, eficiencia y calidad, sino también para generar cambios culturales que impulsen el desarrollo, el respeto a los derechos humanos y, sobre todo, una cultura de igualdad y equidad.

05/LG/GM

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