Justo en las faldas de la sierra madre oriental, en una casa humilde, vive enferma y sola, doña Catalina Rodríguez Moreno, alcaldesa de Miquihuana en el trienio 1978-1980, y una de las primeras mujeres en la historia de Tamaulipas que gobierna un municipio.
A escasos metros del manantial Ojo de Agua, la ex presidenta municipal recuerda cómo llegó al cargo y las dificultades que tuvo durante su gestión en una época en la que la participación política femenina y los cargos públicos para las mujeres estaban prácticamente vedados.
En los comicios de 1977, el candidato del PRI a la alcaldía de Miquihuana fue Cleofas Chávez. «Por problemas internos en el PRI, Chávez tuvo que firmar su derrota. Fue entonces que desde la capital del estado llegó la orden del entonces gobernador, Enrique Cárdenas, para que se sorteara el cargo entre dos mujeres», relata doña Catalina.
«La presidencia municipal se sorteó entre Marisela Rodríguez y yo, y gané», rememora la mujer nacida el 30 de abril de 1932 y quien cursó sólo hasta el sexto año de primaria en la escuela Ignacio Zaragoza. Su padre, a pesar de la insistencia de los maestros, no la dejó continuar sus estudios en otro municipio.
A sus 79 años de edad y acompañada sólo por su fiel perro pastor alemán, la ex presidenta municipal de Miquihuana narra las dificultades que tuvo con el cabildo durante su gestión.
«Fue muy complicado trabajar porque los regidores y síndicos eran del grupo político que perdió la elección y estaban enojados; ellos casi todos eran hombres, pero yo no me dejaba, yo tenía el apoyo de mucha gente y como quiera trabajé», comenta sonriente.
Doña Catalina es descendiente de dos ex alcaldes de Miquihuana: su abuelo, Macedonio Rodríguez, y su padre del mismo nombre. Así que ella formaba parte de un grupo político fuerte en la región.
Pero lidiar con sus adversarios políticos no fue el único problema al frente de uno de los municipios más pobres de Tamaulipas. «El presupuesto era muy poquito, había mucha pobreza y en ese tiempo no había la ayuda que llega ahora», cuenta.
El presupuesto anual del municipio era apenas de 300 mil pesos y con esos recursos se construyeron varios puentes (uno de ellos en la salida del panteón) y se terminó de instalar la línea de conducción del manantial Gaspar, que desde entonces abastece del vital líquido a la población de la cabecera municipal.
Durante ese trienio, el gobernador Enrique Cárdenas visitó Miquihuana para inaugurar el servicio de agua potable, mientras que el diputado Raúl Uvalle llegó a esa comunidad semidesértica para poner en operación el auditorio municipal.
Hoy en día, doña Catalina vive retirada de toda actividad política. Su experiencia como alcaldesa le dejó «un mal sabor de boca» por toda la «grilla» y el golpeteo de sus adversarios. Después de la presidencia municipal sólo participó como militante del PRI.
En su casa, ella vive sola y enferma. Apenas puede caminar, padece de la circulación y la presión arterial. La última vez que visitó a un doctor fue hace más de cuatro años cuando todavía vivía su esposo, don Crescencio Cardona.
Catalina Rodríguez, primera alcaldesa de Miquihuana, sobrevive hoy en día con mil 800 pesos bimestrales que le otorgan como beneficiaria los programas federales 70 y Más y Oportunidades.
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