La detección oportuna del cáncer cervicouterino (cacu) a través de la prueba del Papanicolaou (PAP) está obstaculizada por la falta de información sobre aspectos de la sexualidad durante la infancia y la adolescencia; así como por un deficiente diagnóstico a nivel institucional, de acuerdo con un estudio de las investigadoras María del Carmen Castro y Gilda Salazar.
El trabajo titulado «Elementos socioculturales en la prevención del cáncer cervicouterino, Un estudio en Hermosillo, Sonora», editado por El Colegio de Sonora, trata el tema del cáncer cervicouterino y la PAP, desde una perspectiva social, antropológica y cultural.
Según un artículo publicado en la revista Salud Pública de México del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), en su número del mes de diciembre, este estudio estuvo orientado a conocer qué información de tipo médico y que ideas tenían las mujeres sobre la PAP y el cacu.
Asimismo, se propuso investigar la noción cultural del cuerpo femenino y la sexualidad; cómo se practicaba la PAP; si existía alguna diferencia entre las mujeres entrevistadas por su escolaridad y nivel socioeconómico y finalmente conocer su percepción sobre los servicios de salud.
El trabajo de investigación se realizó en 2001 utilizando entrevistas a profundidad y encuestas destinadas a una muestra poblacional, aplicándose 331 cuestionarios en total a mujeres de la ciudad de Hermosillo, Sonora, de clase popular y media.
De acuerdo con este artículo elaborado por el doctor Manuel Alberto Santillán, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Hermosillo, Sonora, los resultados de la investigación indican que la mayoría de las mujeres entrevistadas no recibió información por parte de su familia acerca de su cuerpo y su sexualidad en la infancia, independientemente del sector socioeconómico, edad y escolaridad; y las que nunca se habían realizado la PAP fueron estas mujeres mismas.
Las conclusiones también indican que la mayoría se practicó inadecuadamente la prueba, en tanto no se la realizaron por el inicio de su vida sexual, sino después de la maternidad y con una periodicidad arbitraria.
Finalmente, las mujeres entrevistadas señalaron que los servicios de salud juegan un papel importante para tomar la decisión de realizarse la prueba y en este sentido, dijeron preferir los servicios médicos particulares porque les brindan mayor confianza y seguridad.
Para el doctor Manuel Alberto Santillán, este hallazgo es fundamental porque implica hacer una propuesta diferente a la exclusiva de la visión médica desde la cual se supone que sólo con informar a través de carteles o anuncios en los medios de comunicación electrónicos, las mujeres acudirán automáticamente a realizarse la prueba preventiva del cáncer cervicouterino.
En este sentido, advierte el médico, lo que se requiere es un programa educativo sobre sexualidad para niños, niñas y adolescentes; así como motivar a las mujeres a que expresen dudas y miedos sobre su salud, pues de otra forma «seguiremos contando con un sistema de detección oportuna del cáncer cervicouterino que no es utilizado por las mujeres».
El cáncer cérvico uterino provoca el mayor número de muertes en México dentro del conjunto de tumores malignos en las mujeres y representa la primera causa de muerte de mujeres en edad productiva. La tasa de mortalidad (18.6) por cada 100 mil mujeres de 25 años y más en el 2001, se considera una de las más altas del mundo, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI).
2005/MP/SM
