Los largos meses de preparación y los más de 15 millones de dólares gastados en la organización del IV Foro Mundial del Agua naufragaron este jueves en el mar de confusión y desorganización en que se convirtió el encuentro internacional.
La falta de control fue evidente desde las horas previas a la ceremonia inaugural: los asistentes no clasificados como VIP’s (very important people) tuvieron que pasar por un tortuoso proceso de ingreso, arcos detectores de metales, revisiones y pasillos interminables para encontrarse de pronto en medio de la nada… o del caos.
Los 17 mil metros cuadrados del Centro Banamex, sede del encuentro, estaban convertidos en un verdadero laberinto. Los encargados de la información, con una credencial que ostentaba su condición de miembros del staff, se paseaban de un lado a otro, evadiendo como mejor podían las preguntas de los desconcertados asistentes.
La atención a la prensa no fue mejor, más bien estuvo de lo peor. Los periodistas acreditados debían registrarse dos horas antes de cada evento para que les permitiera la entrada a los salones; el sonido era deficiente, los traductores del inglés y el francés perdían frases enteras y el sonido dejaba de funcionar por minutos que se antojaban horas.
Algunos de los asistentes optaron por recorrer los largos pasillos de la Expo Agua, a la que acudieron decenas de empresas relacionadas con el vital líquido para presentar proyectos y promover productos. Sin embargo, los utilitarios y la folletería no alcanzaban a quitarles el mal sabor de boca de haber pagado varios miles de pesos para perderse en la Torre de Babel.
06/LG/GV