La privatización de los recursos naturales y, por consiguiente, la comercialización de la vida son contrarias a los derechos fundamentales de mujeres y hombres del planeta, sostuvo Klaus Linsenmeier, jefe del área internacional de la Fundación Heinrich Böll –con sede en Berlín–, quien dijo que el desarrollo no justifica la apropiación de la naturaleza.
Durante la presentación del libro La vida en venta: transgénicos, patentes y bioversidad, publicado por la fundación, Linsenmeier se pronunció por el manejo de los recursos naturales en favor de la humanidad, aun cuando la historia registre la manipulación de que ha sido objeto la naturaleza a través de los siglos.
En los últimos años el manejo de la tecnología genética y la privatización de los recursos genéticos por medio de patentes de las trasnacionales, atentan contra los derechos individuales y ponen en riesgo el futuro de las democracias, aseveró.
Por su parte Silke Helfrich, directora de la Oficina Regional Centroamérica, México y Cuba, también de la Fundación Heinrich Böll, sostuvo que el propósito de la publicación es dar a conocer la realidad, principalmente centroamericana y mexicana, de la amenaza que conlleva tanto los organismos genéticamente modificados como el otorgamiento del poder de decisión a unos cuantos mediante el sistema de patentes.
Dijo que hoy más que nunca el patrimonio de Mesoamérica está en peligro, así como la soberanía alimentaria de gran parte de la población.
Silvia Ribeiro, una de las autoras del libro e integrante del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, denunció la apropiación de los recursos naturales por unas cuantas empresas que provocan el retroceso del sector público y de los estados en detrimento de la población.
La especialista señaló que la biopiratería está privatizando los recursos públicos que antes no estaban en venta, mientras que la patentes pisotean los derechos de los pueblos indios y de las comunidades, apropiándose de los recursos genéticos, del conocimiento y del agua.
De esta forma la cuarta parte de la población mundial (los campesinos) está quedando marginada mientras que el hambre, aseguró, no podrá ser abatida por la nueva tecnología.
Por su parte Yolanda Massieu, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explicó que se ha desatado un fuerte debate en torno a la ingeniería genética y en cuanto a si existe o no derecho a manipular la naturaleza.
En este sentido advirtió que en América latina no hay un movimiento fuerte contra las nuevas tecnologías, dado que la sociedad no ha logrado contrarrestar el poder de las grandes corporaciones; asimismo coincidió con Ribeiro acerca de que los trasgénicos no salvarán al mundo del hambre.
Información de la Fundación Heinrich Böll, de Greenpeace, de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo y del Grupo de Estudios Ambientales precisa que tanto la introducción de cultivos alimentarios trasgénicos al ambiente y a la cadena alimenticia, como el argumento de crear un marco legal que legitime el saqueo de los recursos biológicos y su conocimiento, además de su privatización mediante patentes, son una imposición de las grandes trasnacionales farmacéuticas y de semillas sobre los gobiernos de los países de la región de América latina y otros países pobres del mundo.
En el caso de México, señalaron, a un año de la contaminación genética de maíz en Oaxaca y Puebla , el gobierno federal no ha definido un plan de emergencia para revertir y controlar los efectos de esa contaminación.
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