Inicio Protesta contra Guantánamo, tormento tropical

Protesta contra Guantánamo, tormento tropical

Por Raquel Sierra

Cindy Sheehan, ciudadana estadounidense, tenía tres hijos. Uno de ellos, el soldado Casey, murió en 2004 en la guerra de Iraq. A partir de entonces, desde el dolor, la madre se convirtió en una activa pacifista.

Con ese mismo dolor, devenido llamado a la paz, reclamó el 11 de enero, en las cercanías de la base naval estadounidense de Guantánamo, en el oriente de Cuba, el cierre del centro de detención que allí radica.

Una delegación de 17 personas ?familiares de presos, activistas por la paz, abogados de derechos humanos y víctimas de detenciones ilegales? organizaron una conferencia sobre los abusos carcelarios y legales y un servicio religioso para reclamar la clausura de la prisión que ocupa un territorio usurpado a Cuba desde 1903.

El evento internacional «No a la tortura, no a la guerra», realizado a 920 kilómetros de La Habana, coincidió con el quinto aniversario de la llegada del primer grupo de prisioneros a la instalación bélica, que abarca 117,6 kilómetros cuadrados.

Para no pocos, esa cárcel ha sido un infierno. Allí han ido a parar más de 700 personas arrestadas tras la agresión a Afganistán, los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y la guerra de Iraq, bajo sospecha de tener vínculos con la red terrorista Al-Qaeda o con la milicia integrista talibán.

TORMENTO TROPICAL

El joven británico Asif Iqbal, cartero de 25 años, capturado en 2002 en Afganistán, contó sobre sus tormentos padecidos durante dos años y medio en Guantánamo, donde sufrió vejaciones, maltrato y aislamiento total por tres meses.

En desgarrador testimonio, Igbal habló del estrés y los cambios de temperatura ambiental que padeció. Los recuerdos de Guantánamo lo marcarán para siempre. Hace ya cinco años que este lugar fue abierto y nada ha cambiado realmente. Hay todavía casi 400 personas allí adentro que no han sido juzgadas, declaró durante la manifestación.

No faltaron los relatos de las golpizas, la profanación del Corán, los castigos corporales y psíquicos y la violencia para terminar con las reiteradas huelgas de hambre.

También desde la aflicción, alimentada con fuerza de voluntad, Zohra Zewawi, madre del libio con residencia británica Omar Deghayes, desde hace más de cuatro años recluido en Guantánamo, dijo que no se rendirán hasta ver a su hijo de regreso en Inglaterra.

Durante la cita, Sheehan, una de las nueve fundadoras de la organización Familias de la Estrella de Oro por la Paz, habló de la vergüenza que siente por el gobierno de su país, que consideró el mayor enemigo de la humanidad.

Aunque la pacifista había expresado su rechazo a la guerra de Iraq desde 2004, no fue hasta agosto de 2005 cuando ganó notoriedad internacional, cuando permaneció en las afueras del rancho del presidente George W. Bush en Texas, durante las cinco semanas en que este pasó allí sus vacaciones.

Medea Benjamín, cofundadora de la organización no gubernamental Código Rosado (Code Pink) expresó dolor y repudio por la mancha que significa para Guantánamo la base naval mantenida ilegalmente por el gobierno de Estados Unidos. Viajar a ese lugar para exigir su cierre, «cumple uno de nuestros sueños», agregó.

Entre las exigencias del grupo estuvo el trato adecuado que deben recibir los prisioneros, 370 actualmente, y el derecho a tener un proceso judicial justo, anunciado solamente para sólo la sexta parte de ellos.

Según el Pentágono, en Guantánamo permanecen detenidas 395 personas, presuntamente vinculadas con grupos extremistas islámicos. Unos 380 reos fueron liberados en los últimos años, 18 de ellos a mediados de diciembre.

Aunque fueron clasificados como «combatientes enemigos», les han sido negados los derechos que suelen proteger a los prisioneros de guerra, según establecen las convenciones internacionales.

La coronel retirada Anne Wright señaló que por la base estadounidense en territorio cubano han pasado unos 750 detenidos de 45 países, de los cuales todavía quedan cerca de 400 entre rejas y «sólo diez han sido formalmente acusados».

Wright, quien estuvo durante 29 años en las filas del ejército de su país y 16 en la diplomacia, condenó la complicidad de médicos y psicólogos que laboran en la prisión de Guantánamo, por sumarse a los crímenes y torturas.

Bill Goodman, asesor jurídico del estadounidense Centro para Asuntos Constitucionales, criticó las injusticias a las que son sometidos los prisioneros en la base naval, quienes son maltratados y vejados y no han sido procesados.

El grupo, integrado entre otros por miembros de la organización Código Rosado (Code Pink)-Mujeres por la Paz, desfiló con pancartas y frases en español, en las que demandaron el cese de las torturas. Se pronunció también por el cese de las guerras de agresión y el retorno a casa de las tropas. Más de tres mil militares estadounidenses han muerto en Iraq.

Tras la partida de las y los manifestantes, los mensajes escritos en tela quedaron como recordatorio de que los presos no están olvidados. Sheehan aseguró que se había acabado «la hora de tratar de forma inhumana a otros seres humanos».

Según reportes de prensa, el Día Internacional de Clausura del Centro de Detención de Guantánamo se realizó también, en otros lugares del mundo, convocado por los grupos Codepink y Global Exchange.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, se sumó a la petición, como ya lo había hecho anteriormente su predecesor Kofi Annan.

El propio viaje a la isla de las activistas estadounidenses constituyó una forma de protesta. Todos viajaron sin autorización de su gobierno, violando las restricciones impuestas a Cuba por la administración del presidente estadounidense George W. Bush para las visitas a la nación caribeña.

Al respecto, Sheehan declaró que «cualquiera que me conozca sabe que no le tengo miedo a nada. Lo más importante aquí son los actos inhumanos que mi país está perpetrando en Guantánamo».

07/RS/GG

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