Acuñada como una frase cuyo contenido es toda una propuesta política y viene de una reflexión filosófica, «lo privado es político», usada por las feministas de los años 70, «lo privado» se parece y no es igual a lo privado que debe publicarse cuando quien lo vive y sufre es político o quien lo difunde es comerciante.
Las biografías o historias reales con intimidades de telenovela, parecidas a los «reality shows», llenos de una malsana necesidad de ver la vida de otros, que no la nuestra, la de princesas y príncipes en pleno siglo XXI, que llevó a la muerte a la princesa Diana y no ha sido posible evitar a los fotógrafos indiscretos en bodas y bautizos, vacaciones y meriendas íntimas.
Imposible aplaudir esto que mucha gente llama «periodismo» y que con frecuencia prestigiadas editoriales utilizan para salir de la crisis o empresarios propician para engordar sus ya de por sí abultadas ganancias.
Es lamentable lo que en este sentido sucede en México con el libro de la argentina Olga Wornat sobre la señora Marta Sahagún, sobre todo cuando es la primera dama una protagonista de un proyecto político de gran alcance que necesariamente debía ser tratado por la crítica de otra manera. Un proyecto político que supera la vida privada de las personas que dirigen al país.
Este espectáculo sin embargo, muestra hasta qué punto la superficialidad y la incapacidad política de una nueva rica con marido poderoso, como lo es la señora Sahagún, se le ha revertido.
Un día una amiga psicóloga me dijo que nada peor para nadie que alguien que se mete con sus hijos. Nada más desagradable para nadie que la exhibición de la vida sexual en letras de molde –cosa que sufren a diario artistas y deportistas conocidos- y nada más desagradable que esos programas donde una pareja discute en público la violencia familiar concreta.
Efectivamente La Jefa es un libro lamentable pero que revela lo que todas y todos los mexicanos sabíamos, luego de que la señora Sahagún estuvo de acuerdo en aparecer en revistas donde se publican detalles de la vida privada y oculta de los poderosos del mundo. Nada más gracioso que las portadas donde aparece besando al presidente Fox.
Eso no se discute. Ella es responsable principal de que hoy, buena parte de nosotros las y los periodistas estemos aquí, usando nuestro tiempo y reflexión, sobre el tema de la esposa de Vicente Fox, en lugar de ahondar en el análisis de problemas fundamentales del país, como por ejemplo el respeto a la vida de las personas, la lucha contra el crimen organizado o bien el cumplimiento de la ley, el abuso de poder, el «gabinetazo» y las próximas elecciones.
Es el país el que importa. Sin embargo el escándalo de Los Pinos también importa, no por la morbosidad de la comida en una cabaña donde están las niñas con su papá, sino por la frivolidad con que se muestra, permite que se exhiba o deja que se conozca la vida privada del presidente de la República, que debía ser un estadista.
Y si existen abusos de los recursos públicos, como fue el caso del «toalla gate» o los desvíos del presupuesto para Provida, o los usos no claros de recursos para campañas políticas, eso tiene otro tono. Si el chisme del libro sobre el abuso de la familia Sahagún sobre nuestros impuestos fuera cierto, las fuentes de la periodista debían denunciarlo, porque si queda en chisme de pasillo o lavadero, sólo nos denigra como ciudadanos y ciudadanas mexicanas.
No me puedo imaginar cómo esta reflexión puede ser escarnio del negocio librero. Porque eso es y nada más.
2003/SL/MEL
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