Las niñas y las adolescentes sufren mayor marginalidad por el hecho de no ser adultas y, por ende, «no ser ciudadanas», lo que significa que su acceso al mercado de trabajo se da también en el terreno de la desigualdad, ya que los códigos laborales no son aplicables y permiten la ambigüedad en la aplicación de la ley.
Por eso el empleo de niñas y adolescentes se da fundamentalmente en ámbitos donde normalmente se incumple con las leyes que protegen a la infancia, bajo el amparo de la opacidad y el ocultamiento, como el trabajo doméstico y el trabajo agrícola.
Thais Desarrollo Social SC cataloga al trabajo infantil y adolescente doméstico en hogares de terceros, como el conjunto de actividades que implica la participación de niñas, y adolescentes menores de 18 años, en actividades domésticas bajo cualquier modalidad contractual, o forma de compensación, con los cuales la niña, o adolescente no tiene relación de parentesco en línea directa, que impide el acceso, a la escuela, y que se lleva a cabo en condiciones que afectan el desarrollo psicológico, físico, moral o social de las niñas, adolescentes.
En esta concepción, el tradicionalmente oculto trabajo doméstico ha despertado inquietudes particulares, ya que las niñas empleadas son con frecuencia objeto de malos tratos e incluso de abusos físicos y sexuales.
Las estadísticas indican que dicho trabajo es principalmente desempeñado por niñas, es por eso que cuando abordamos esta problemática es importante conocer los datos desagregados tanto de las cifras oficiales, como de investigaciones de las organizaciones de la sociedad civil, por que seguramente las cifras que conocemos sólo describen parte de la realidad.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define que existe trabajo infantil doméstico en situaciones en las que se contrata a menores de edad para realizar tareas domésticas en la vivienda de una tercera persona.
En los casos en que esta explotación es extrema y conlleva trata, esclavitud y prácticas similares a la esclavitud, o un trabajo que por su naturaleza en las que se realiza es peligroso y puede perjudicar la salud, la seguridad y la moralidad la niñez se trata de las peores formas de trabajo infantil.
De acuerdo con la OIT, en muchas sociedades las normas y valores culturales sitúan a las mujeres en posición inferior y vulnerable, en donde la ausencia de legislación protectora y la insuficiente vigencia de las leyes, la vulnerabilidad de las niñas puede ser resultado de su propia condición laboral.
Asimismo, a la hora que las familias se están hundiendo cada vez más en la pobreza y que tienen que elegir entre enviar a sus hijos o a sus hijas a la escuela, son éstas últimas las que salen perdiendo, es por esto, que conforme la crisis se va profundizando, las niñas son sus principales víctimas.
El trabajo infantil agrícola, que comprende fundamentalmente las actividades económicas que realizan menores de edad en los procesos de producción del campo, es otro ámbito de explotación de niñas. Ocurre lo mismo en el caso del trabajo agrícola migrante, es decir, las actividades productivas del campo, pero realizadas por las familias que no son originarias del lugar donde desempeñan su trabajo agrícola, según «La explotación laboral de niñas, niños y adolescentes en México».
A nivel mundial, cerca de dos tercios de las niñas económicamente activas, de 5 a 14 años de edad, trabajan en el sector de la agricultura. Este es uno de los tres sectores más peligrosos, en términos del número de muertes, accidentes, enfermedades y dolencias de origen profesional, atribuibles al trabajo en el sector.
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