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¿Qué está pasando en la Comunidad de Madrid?

Por Teresa Mollá Castells*

Desde hace un tiempo que los gobernantes de la Comunidad de Madrid, con su presidenta Esperanza Aguirre, a la cabeza me tienen desorientada.

Primero en marzo del 2005 fue el caso del hospital Severo Ochoa de Leganés y el linchamiento a todo el equipo del Doctor Luis Montes, en aquel momento jefe del servicio de urgencias de dicho hospital por una presunta «mala praxis» en la administración de fármacos a los pacientes de este servicio.

Casi tres años después, en enero del presente años, la Audiencia Provincial de Madrid ratifica en un auto el sobreseimiento y archivo del caso de las presuntas sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa de Leganés y ordena además que se suprima toda referencia a la posible mala práctica de los médicos denunciados.

Después de esta campaña de desprestigio de la sanidad pública, la Comunidad de Madrid privatizó el hospital Puerta de Hierro y luego anunció la construcción de ocho hospitales públicos con gestión privada. Además, privatizó los cuidados paliativos a la orden religiosa de San Juan de Dios.

Después, a finales del 2007 comenzó una campaña de inspecciones por parte de la Comunidad a las clínicas autorizadas y que podían realizar interrupciones voluntarias de embarazos, con agresiones a trabajadoras de esos centros incluidas y que alentó toda una campaña de citas para declarar a mujeres que habían tenido que recurrir a este tipo de clínicas, que además trabajan dentro de los supuestos legales de interrupción voluntaria de embarazos.

Esta actuación provocó la reacción de las asociaciones de mujeres y la intervención directa de la Vice-Presidenta Mª Teresa Fernández de la Vega en el asunto.

Y ahora, nos plantan con que la presencia de un sacerdote será obligatoria en los comités de ética de los hospitales públicos, además con voz y con voto.

Todo ello aderezado con las luchas internas del Partido Popular y con Esperanza Aguirre con su cuota de pantalla más alta desde que está en política.

Y es que debe ser que yo ya no entiendo nada, porque, ¿quiere alguien explicarme qué pinta en una comisión de ética un sacerdote decidiendo sobre temas como cuidados paliativos, interrupciones de embarazos consecuencia de violación o sobre la vida de un no nato con graves malformaciones?, ¿Acaso su visión sesgada, sectaria y ortodoxa de las cosas que pasan en las vidas de otras personas va a tener el mismo peso que el de un profesional de la medicina o de la psicología?

Y ¿Qué pasará cuando en urgencias se presente una mujer embarazada por haber sido violada por su marido después de una brutal paliza y cuyo feto está completamente malformado y tiene muy pocas posibilidades de sobrevivir y su madre no quiera que venga al mundo en esas condiciones de vida, y, además la madre es judía?

Yo de verdad es que no puedo ni imaginármelo, porque sólo de pensarlo me da náuseas.

Ellos, los de faldas largas y negras, que predican una cosa y hacen la contraria, como en los casos de pederastia conocidos por todo el mundo. Ellos que niegan derechos civiles como el matrimonio entre personas homosexuales y entre sus filas tienen a centenares. Ellos que nos niegan a las mujeres la igualdad y equidad con respecto a los hombres y nos siguen considerando poco menos que «seres inferiores», ahora va un gobierno democrático, les da la posibilidad sobre decidir en temas tan delicados como los que he expuesto más arriba.

Los de faldas largas y negras son capaces de negar la mayor e impedir que personas que ya no creemos en su forma dogmática de ver la vida podamos salir de su secta. Y son ellos los que van a decidir sobre cómo ha de ser tratado un tema médico en un momento dado. Y todo ello dentro de una sociedad consagrada por la Constitución como ACONFESIONAL…

No quiero ni imaginar la sociedad que ellos puedan considerar perfecta, puesto que sería justo lo contrario de la que yo imagino.

En cualquier caso la sociedad de la Comunidad de Madrid tendrá que valorar todo esto y saber que dentro de apenas tres años vuelven a haber elecciones autonómicas y elegir con tiento, de lo contrario, seguramente las cosas irán a peor.

Desde la periferia seguiremos observando con atención, sobre todo cuando el signo político que gobierna es el mismo.

* Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España. [email protected]

08/TM/GG

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