La forma como la sociedad guatemalteca concibe el ser niña, niño o adolescente está influida por una cultura autoritaria, machista, discriminatoria y excluyente, afirma el informé 2001 Situación de la niñez en Guatemala, producido por la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG).
Según el informe, la sociedad guatemalteca ve a la niña y al niño como seres con mínimos derechos, lo que posterga su pleno goce hasta la mayoría de edad, informa Cerigua.
La juventud es algo más que un proceso intermedio entre la niñez y la madurez, continúa el informe; es algo más que comprender a una población en las edades de 15 a 24 años, lo que no significa que haya que analizarla como problema sino mas bien como una etapa de la que gozan todas y todos sin que esto limite ejercer los derechos y cumplir con las obligaciones en la sociedad.
De acuerdo con el informe, no es lo mismo ser joven del área urbana o de la capital que campesino, mujer o maya; por lo tanto ser joven es estar condicionado por un pasado histórico que nos limita en múltiples aspectos, pero al mismo tiempo cimienta el ansia de libertad, el querer ser responsable y una serie de impaciencias y entusiasmos que reflejan la frescura de la juventud.
Añade el documento que la mayoría de niñas, niños y jóvenes han sido, son y serán víctimas de una pobreza heredada, ya que no tienen mayores posibilidades de construir proyectos de vida, como consecuencia de la exclusión en la que se encuentran inmersos y por la falta de acceso a la educación, a la salud, a la alimentación y a la seguridad, entre otos.
El estudio de la ODHAG indica que el maltrato infantil es todo tipo de agresión que padres, hermanos, familiares u otras personas le producen al infante o a los jóvenes con la intención de castigarlos o producirles daño; algo común en Guatemala pero no tipificado en la legislación como delito, por lo que se le considera como simple abuso.
La investigación también explica que el maltrato infantil puede ser físico, sexual o emocional, por negligencia o por descuido y, aunque ocurre en todos los estratos y clases sociales, se observa con mayor frecuencia en las familias marginadas. Cuando los infantes llegan a la pubertad o a la mayoría de edad, muchos reproducen los patrones violentos con los que han sido formados, concluye.
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