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Áreas naturales protegidas, instrumento de colonización

Por la Redacción

El desarrollo sustentable que propone la globalización «es otro instrumento de colonización» para apropiarse del trabajo no asalariado de las mujeres del tercer mundo y de la fertilidad de la naturaleza, advirtió la investigadora Ana Isla.

La doctora peruano-canadiense explicó que para ello, los centros de poder del mundo industrial han movilizado a una serie de instituciones y discursos de medioambiente con el objeto de expropiar la riqueza con valor de uso de las comunidades alrededor del bosque lluvioso de los países endeudados.

En la plenaria del IX Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe, que concluyó el viernes pasado, mencionó como ejemplo a Costa Rica, que hace dos años canjeó parte de su deuda externa con Canadá, que entonces asumió la propiedad de áreas naturales bajo el nombre del World Wildlife Fund (WWF).

Parecería que esto es bueno, mas los campesinos y sus cultivos autóctonos y autosustentables fueron desplazados de estas áreas; el canje por supuesto provocó mayor pobreza a la región, señaló Isla ante un numeroso grupo de asistentes a la reunión feminista que se realiza cada tres años.

Un estudio de Isla advierte del enclaustramiento de los comunes (la riqueza comunal con valor de uso) en nombre del desarrollo sustentable, mediante áreas de conservación que se explotan con la extracción de material genético, minería, ecoturismo, y la producción de oxígeno.

Frente a ese aspecto, agrega, existe una cruzada organizada por el grupo de género y desarrollo, que promueve la igualdad de las mujeres del área rural a través de las microempresas, como productoras de alimentos orgánicos para el creciente número de consumidores internacionales.

Como la biodiversidad y el trabajo no asalariado de las mujeres han sido el sistema de apoyo que las comunidades locales utilizan para sobrevivir, «las áreas de conservación» para el desarrollo sustentable y las microempresas para la igualdad de las mujeres se enfrentan en una guerra por la subsistencia.

La docente universitaria de desarrollo sustentable concluyó que «las metas no declaradas de expandir la industrialización y la reestructuración de la acumulación en el mercado mundial están detrás de las preocupaciones alrededor de la conservación del medio ambiente y de la igualdad de las mujeres».

En la plenaria «Transnacionalización del patriarcado y el capitalismo: los Estados, sociedad civil, el sistema monetario internacional y organizaciones políticas» participaron Margarita Pisano, teórica feminista de Chile; Ana Rivera Lassén, abogada de derechos humanos de Puerto Rico, y Anna Arroba, experta en salud de las mujeres de Costa Rica.

De acuerdo con un comunicado del IX Encuentro, Ana Rivera compartió que cuando asistió a la Primera Conferencia Mundial de la Mujer en México (1975) entendió que «el mundo de igualitas no existía, que podíamos creer igualmente en la búsqueda de la justicia, pero que esa búsqueda se construía primero desde el reconocimiento a la diversidad».

Añadió que «los retos son muchos, ya que al ver las dinámicas de la discriminación son horizontales, verticales, transversales e internas. Colectivamente tenemos puntos de partida diferentes, así que el desafío personal o individual es igualmente importante que la respuesta institucional colectiva del Estado».

Apuntó además que ante un modelo que avanza y exige flexibilidad empresarial, descentralización de la producción, mercados competitivos, desregulación del sector privado, privatizaciones, etcétera, se deben utilizar estrategias que incorporen la participación de la mujer al desarrollo con perspectiva de género.

Por su parte, la teórica Margarita Pisano afirmó que ya ella se salió del sistema, diciendo que «no soy cómplice, no negocio. El patriarcado nos enseña a negociar y lo primero que hace es que nos roba nuestro cuerpo».

Aseveró que la libertad es un concepto masculino. «¿Cuál es la libertad de un cuerpo sexuado de mujer?» Pisano opinó que el mundo sigue siendo definido por la masculinidad y que la feminidad también es un imaginario simbólico creado por el patriarcado. «Tenemos que reinventarnos como mujeres», terminó diciendo.

Anna Arroba explicó que en todos sus ciclos la salud de las mujeres está diseñada por el patriarcado, al tiempo que una de las grandes riquezas del capitalismo es el sistema médico, con las farmacéuticas y los seguros en el rol protagónico. Las mujeres deben comprender que la medicina es un negocio, dijo.

       
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