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Recordando a la filósofa Rosa Krauze

Por Rosalina Nicolat *

Ayer se cumplió el octogésimo séptimo aniversario del nacimiento de la gran filósofa mexicana Rosa Krauze, quién nació en Vishkof, Polonia, el 3 de mayo de 1923 y murió en la Ciudad de México el 23 de septiembre de 2003.

Llegó a México como tantas familias judías, huyendo de la persecución de los nazis en febrero de 1930. Así que realizó la totalidad de sus estudios en nuestro país. Rápidamente aprendió el español y se asimiló a nuestra cultura. Ella misma nos cuenta:
Pero fui sensible al canto de la ciudad. En los años 30, se escuchaban melodías por todas partes. Los pregoneros, los cilindreros, la pianola y las serenatas reemplazaban con creces el ruido de los cascos de los caballos en las calles empedradas de Vishkof.

Muy joven adoptó la nacionalidad mexicana. Al final de su vida comenta con nostalgia que no podía leer el primer libro que leyó en su infancia: La cabaña del tío Tom, porque sencillamente había olvidado el polaco.

Rosa Krauze se casó con el médico Luis Kolteniuk, también de origen judío. Tuvieron tres hijos: Bertha, Ethel y Miguel. Ethel es actualmente una escritora destacada de la literatura mexicana contemporánea.

La doctora Krauze es poco conocida fuera del ámbito filosófico universitario, por ello considero interesante presentar otras facetas más atractivas de esta mujer admirable.

PROFESORA EMÉRITA DE LA UNAM

Rosa Krauze estudió en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, posteriormente asistió a la Casa de los Mascarones, sede de la Escuela de Altos Estudios, hoy en día, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Doctora en Filosofía, profesora emérita de la máxima casa de estudios, donde dedicó más de 40 años a la docencia e investigación en su área. Recopiló y editó la obra de Antonio Caso.

Autora de La filosofía de Antonio Caso y de Introducción a la investigación documental en filosofía, ambos publicados por la UNAM.

María Rosa Palazón, también filósofa y exalumna de la Doctora Krauze, en un artículo escrito en su honor y titulado «La imaginación y una rosa», nos comparte:

Reivindico el mérito a todas las aportaciones de esta valiente filósofa y pionera, quien nos abrió el sendero a otras para que nos lanzáramos a hacer filosofía en tiempos en que ‘tan sólo éramos unas viejas usurpando una labor masculina por definición’. Termino con un saludo lleno de agradecimiento y admiración por aquella dulce maestra pelirroja que nos demostró que valemos mucho, por más que digan lo contrario.

UNA GRAN LECTORA

Rosa Krauze fue una gran lectora no sólo de filosofía, sino también de literatura y su hija Ethel Krauze nos dice que su madre creía que los personajes literarios eran tan reales como cada uno de nosotros.

Los últimos años de su vida, ya jubilada de sus labores académicas, los pasó en su sillón favorito, leyendo lo que más le apasionaba: obras de ficción.

A los personajes literarios dedicó su último libro Los seres imaginarios. Ficción y verdad en literatura. En su cátedra Filosofía de la imaginación se fue gestando este libro. Hizo investigación sobre la creatividad, sobre el origen de los personajes literarios y finalmente se pregunto: «¿A qué tipo de entes pertenecen los personajes de ficción?».

Todos los lectores sabemos que los personajes literarios sólo existen dentro del texto. Sin embargo, ¿por qué se hacen esculturas de El Quijote y Sancho? Los grandes personajes de la literatura universal conviven con nosotros, cobran existencia fuera del texto literario.

Al preguntarse sobre la identidad de los seres imaginarios, la Doctora Krauze reproduce una deliciosa opinión de Alfonso Reyes sobre el mismo asunto:

No sé si el Quijote que yo veo y percibo es igual al tuyo, ni si uno y otro se ajustan del todo dentro del Quijote que sentía, expresaba y comunicaba Cervantes (…) de aquí que cada ente literario esté condenado a una vida eterna, siempre nueva y siempre naciente, mientras viva la humanidad.

En este último libro publicado Los seres imaginarios, se dedica a investigar el status lógico y ontológico de los entes literarios. Es un libro interdisciplinario entre la literatura, la filosofía, la teoría de la recepción y la crítica literaria.

En mi opinión es un libro con doble mérito, pues a pesar de su complejidad, es un libro de lectura fluida, con una amplia bibliografía.

Además de invitar a leer su obra filosófica, también sugiero la lectura de Mamshi. Cuatro estaciones de una vida. México: Demac, 2004. Es un texto autobiográfico maravillosamente escrito, donde descubriremos a la niña Rosa Krauze.

¿Cómo vieron sus ojos infantiles a la Ciudad de México en los años treinta del siglo pasado? Lo que le habían dicho de México era que estaba habitado por indios emplumados que aullaban y tocaban tambores.

Quedó maravillada de la ciudad, pues ella provenía de una población rural de Polonia. Rosa Krauze es, sin duda, un personaje destacado del mundo cultural mexicano.

* Licenciada en Letras Españolas por la UNAM

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