Inicio Red Nacional de Refugios: diez años de solidaridad con las mujeres

Red Nacional de Refugios: diez años de solidaridad con las mujeres

Por Angélica de la Peña*

La Red Nacional de Refugios (RNR), cuya dirección está a cargo de la maestra Margarita Guillén, ha presentado las memorias de sus diez años de existencia en el contexto de la celebración del Segundo Encuentro Interamericano de Refugios, realizado los días 9 y 10 de este mes en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

La RNR constituye una proeza de las perseverantes mujeres que dirigen cada uno de los 74 refugios de origen social y gubernamental en 31 entidades federativas y que integran 90 por ciento de los que existen en todo el país.

Esta asociación civil les ha permitido articular acciones y experiencias encaminadas a abordar, de manera integral, la atención a mujeres violentadas que huyen de sus hogares para resguardar su vida y la de sus hijas e hijos de la violencia que ejercen sus parejas o ex parejas. Mujeres de todos los colores, olores, formas y sabores llegan todos los días a estos albergues temporales donde intentan sobrevivir.

Los refugios enfrentan la adversidad económica, la falta de recursos materiales, la limitación de espacios, la escasez de personal calificado que esté dispuesto a dejar voluntariamente sus horas de descansos e incluso, de la falta de la debida protección policíaca que les proteja de los agresores que llegan a estos espacios, de manera violenta, en busca de las mujeres que los han dejado.

Las acciones de los refugios, albergues casas de acogida y demás espacios de protección y de liberación de la violencia perpetrada contra mujeres por parte de sus parejas o ex parejas son un acicate para algunas mujeres que se proponen huir hacia un escondite, un lugar anónimo al que finalmente llegan después de un recorrido tortuoso por los vericuetos de la adversidad, tanto la pública como la más íntima; ésta es, sin duda, a la que más duele sobreponerse. Estos espacios de liberación son una gran luz en el camino de muchas mujeres que han sobrevivido a la violencia en su contra.

Las heroicas mujeres que han conducido estos refugios y que son entrevistadas en las memorias de la RNR tienen una característica común: están empoderadas, ya sea porque se les educó así en su espacio familiar o porque se sobrepusieron a la adversidad del sistema social y hoy trabajan construyendo por y para las mujeres, realizando las labores inherentes a la complejidad de su encomienda con un gran compromiso con base en la colaboración y la coordinación para definir metas.

Estas mujeres han aprendido que juntas ya no más difuntas; que trabajando entre mujeres se logra un único rostro: el de la sororidad y la de la integralidad para que no se imponga la inercia de la división y de la derrota. Son un orgullo de género.

El «Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra las mujeres» del Informe del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que la violencia contra las mujeres es un problema generalizado y grave que afecta las vidas de innumerables mujeres y constituye un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz en todo el mundo.

La violencia de género pone en peligro la vida de las mujeres y les impide alcanzar el pleno desarrollo de sus capacidades; obstaculiza el ejercicio de sus derechos como ciudadanas, y a las menores de 18 años les obstaculiza el libre desarrollo de su personalidad.

La violencia contra las mujeres causa daños a las familias y a las comunidades y refuerza otras formas de violencia en todas las sociedades; frecuentemente, con consecuencias letales debido a la perpetuación de la violencia feminicida. La violencia contra las mujeres es una violación de los derechos humanos: reproduce y arraiga tanto las relaciones de poder, históricamente desiguales, entre hombres y mujeres, como la discriminación sistémica tanto en el ámbito público como en el privado.

Frente a la violencia de género contra las mujeres, y desde la desilusión, la frustración, la impotencia, la baja autoestima y el sufrimiento, siempre prevalecerá la misma pregunta: ¿Por qué tienen que salir las mujeres de sus hogares? De los hogares que cada una ha construido; de los espacios en donde cada cosa está en su lugar porque así lo han dispuesto con amor para sus familias, y en donde las áreas violentadas son minúsculos átomos frente al ultraje de su dignidad y frente a la impunidad que toma el lugar de la justicia y del Estado de derecho que debería proteger los derechos humanos de las mujeres en todos los ámbitos.

Las mujeres somos víctimas de violencia unilateral de toda índole: privada, pública, económica, social, cultural, religiosa, política, etcétera. La procreación y la gestación son concebidas como deber y esclavitud; por eso deciden los legisladores locales del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) poner un embarazo no deseado por encima de los derechos de las mujeres.

Es importante señalar que la violencia contra las mujeres no se termina con la construcción de los refugios. El fenómeno de la violencia contra las mujeres tiene razones profundas, ancestrales y estructurales, por lo que sólo haciendo uso de la política de Estado se podrá detener y prevenir para su control, sanción y erradicación.

La RNR tiene muchos retos para su consolidación. El más importante, desde el punto de vista doctrinal, es que la violencia no sólo se padece en el ámbito familiar. Es necesario invocar los tratados, estudios y conferencias internacionales, así como la legislación nacional en la materia, para comprender el origen de la violencia de género; es necesario remontar el enfoque de que la violencia contra las mujeres sólo se padece en las relaciones personales de pareja, de noviazgo, y de que quien la blande lo hace sólo en su casa, no en sus relaciones públicas.

¿Acaso un hombre macho lo es sólo cuando controla a su novia, esposa, compañera, amante o ex pareja? ¿Es distinto con sus compañeras de trabajo, de estudios, como empleador, como funcionario público, con las mujeres de todas las edades que se encuentra en la calle?

Las mujeres, para este tipo de señores, somos objetos, cosas, objetos sexuales, elementos de escarnio, seres de quinta con las que se puede hacer y tomar lo que sea, excepto reconocerlas como iguales, como pares, como personas sujetas de derechos.

Por eso es de celebrarse la realización de este Segundo Encuentro Interamericano de Refugios: por el enorme conocimiento que deriva de la praxis, y México, además, por el conocimiento que se deriva de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y, por lo tanto, de las causas que originan la violencia de género contra las mujeres.

*Feminista, diputada de la LIX legislatura y consultora de Unicef.

09/AP/

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