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Represión hondureña, enfocada en cuerpos de mujeres

Por Dina Meza

«El golpe en el pecho y el humo del gas lacrimógeno que me lanzaron policías me dejó agonizando, no podía hablar ni respirar, un reportero extranjero me sacó a rastras, eso me salvó la vida», dijo Leyli Verónica Salgado, una enfermera que participa en las manifestaciones pacíficas del pueblo hondureño, para reclamar la restitución en el gobierno del Presidente Manuel Zelaya Rosales.

La bomba lacrimógena que le fue lanzada premeditadamente por policías le quemó la parte de su seno izquierdo, el dolor la acompaña todos los días, pero sus ansias de libertad como mujer y como pueblo le dan aliento para continuar la ruta hacia la emancipación.

«Nosotros íbamos caminando frente a la Embajada de los Estados Unidos, tranquilos, pasivos, ni siquiera hablábamos, cuando sentí aquel bombazo en el pecho, ¡pum! y sentí dolor, lo hicieron a propósito porque ni siquiera nos avisaron, cuando acordaron, a quemarropa nos empezaron a tirar las bombas, en medio del humo, yo agonicé, ya no podía hablar, ya no podía respirar», dijo Salgado ante el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh).

La represión enfocada desde los cuerpos de seguridad del Estado, desde que el 28 de junio se rompiera el orden constitucional en el país, al derrocar por la fuerza de las armas al presidente Zelaya Rosales, es una respuesta a la incorporación militante de las mujeres de todas las edades en las calles.

Jenny Alicia Martínez Medina, una mujer de 23 años, se sumó a la gran lista que mantiene el Cofadeh sobre las agresiones de policías y militares contra las mujeres. A ella le lanzaron una bomba lacrimógena en su rostro, ésta le quemó su mejía izquierda, parte de su ojo, el oído y la espalda, el pasado 9 de octubre cuando militares y policías reprimieron una manifestación pacífica cerca de un centro asistencial, de donde se alejaron los uniformados, lanzando gases por todos lados a pesar de que en ese lugar hay enfermos hospitalizados.

«A los pocos segundos perdí el conocimiento y convulsioné, pero ni eso fue tomado en cuenta en el Hospital Escuela, donde me llevó mi madre, al verme quemada, no quisieron atenderme y me despacharon para la casa, porque argumentaron que habían pocos médicos y muchos pacientes».

Una enfermera de quien por razones obvias no decimos su nombre dijo que ella llevó a Jenny a la emergencia y se la dejó a los médicos, pero allí le negaron el derecho a la salud contemplado en Tratados y Convenios internacionales de derechos humanos y en la propia Constitución de la República Hondureña.

Nydia Michelle Godoy Celada, una mujer que se colocó la bandera nacional en su espalda para evitar ser detenida por la policía el 22 de septiembre, fue golpeada en forma brutal por dos mujeres policías que la detuvieron cuando ésta buscaba una pulpería para comprar alimento para sus hijos, en horas de la noche.

El golpe en su frente le dejó una herida profunda por lo cual fue llevada al hospital del Seguro Social donde le hicieron más de una docena de puntadas. Los toletazos en sus brazos y piernas fueron los indicios del uso excesivo de la fuerza y de la impunidad de las acciones policiales.

«Pasé frente a la posta de la policía, ellos me vieron pasar y que llegué hasta la pulpería, la cual estaba cerrada y me devolví. De repente una patrulla motorizada me tapó el paso y las otras dos motorizadas se ubicaron atrás mío y me jalaron la bandera para quitármela, a mi hijo lo golpearon en la espalda, le dije que se fuera para la casa, el salió corriendo y le hicieron disparos hasta cerca de mi casa», dijo Nidia, quien todavía conserva en su mente las imágenes de las mujeres uniformadas que se ensañaron en su cuerpo.

Vilma Villanueva, una mujer de 25 años, que participó en una manifestación en Choloma, Cortés, la cual fue desalojada violentamente por la policía, fue subida a una patrulla policial, la dejaron sola en la misma para después violarla sexualmente, sus agresores fueron cuatro policías, que después de abusarle le introdujeron un tolete en sus partes íntimas.

Alba Ochoa, una agrónoma que con valentía defendió a un transeúnte que estaba siendo cruelmente golpeado por la policía en el centro de la capital después de un desalojo violento de una manifestación pacífica el 12 de agosto pasado, fue golpeada a punta de toletes en su rostro, piernas y brazos.

La llevaron a un centro de detención ilegal, donde la torturaron sicológicamente junto a 26 personas más. Todos fueron acusados de sedición y daños, en la actualidad enfrentan estos cargos, los cuales no pueden desvanecer a pesar de ser falsos, porque hay colusión en el sistema de justicia hondureño, producto del golpe de Estado.

«Me arrastraron por varias veces y me dieron toletazos en todo el cuerpo», su brazo izquierdo le fue quebrado a fuerza de golpes y una orden de muerte puso su vida en vilo. Un policía le dijo a otro llévala a la quebrada y allí mátala», relató María Inés Morales, quien fue golpeada por policías que ejecutaron un desalojo violento en las inmediaciones de Comayagua, cuando centenares de personas se manifestaban contra el golpe de Estado.

«Dos mujeres policías me quebraron un diente, un toletazo me rompió el labio y me dieron en todo el cuerpo con mucha saña, me dijeron perra, mientras una de ellas enterraba sus uñas en mi cuello, para llevarme después detenida», fue el relato que Agustina Flores López brindó desde una celda a defensoresenlinea.com, la noche el 23 de septiembre.

Aunque la jueza a cargo del caso miró un video presentado por la defensa, donde las mujeres policías arremeten a golpes contra ella, no tomó en cuenta la acción y más bien avaló la misma al manifestar ante las policías que era uso proporcional de la fuerza porque la afectada no se dejaba capturar.

Los anteriores sólo son una muestra de la represión que se ejerce contra las mujeres por su condición de género, a todas, los agentes les gritaban palabras soeces y les decían que se fueran a sus casas que allí es donde les toca estar.

El Estado hondureño ha signado diversos Convenios internacionales que promueven la erradicación de la violencia contra las mujeres, entre ellos la Convención contra todas las formas de discriminación hacia las mujeres, así como la Ley contra la Violencia, pero estos instrumentos son papel mojado y las mujeres están en completa indefensión.

09/DM/LGL

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