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Revolución alimentaria: gracias, Trump

Por Lydia Cacho
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Entre otras cosas positivas, Trump ha logrado despertar en México una importante discusión sobre seguridad alimentaria; nos está forzando a mirar más allá del norte. Desde diciembre las reuniones entre las y los especialistas, productores e importadores de la industria agroalimentaria con miembros de la Secretaría de Agricultura mexicana, han despertado a un gigante que durante décadas caminaba lentamente a fuerza de un Tratado de Libre Comercio que lo tenía amarrado todo.
 
Lo cierto es que los desquiciados argumentos de Trump contra las importaciones mexicanas y chinas (los dos países con mayores producciones alimenticias para la sociedad norteamericana), darán al traste con la economía del país del norte. Los datos son contundentes: si los Estados Unidos deja de vender a México y nuestro país se apura como debería, a aprobar los tratados y reglas fitosanitarias con Argentina, Brasil, Australia y Ucrania, no dependeríamos en absoluto de los alimentos que no producimos de forma suficiente, en particular los granos y oleaginosas sembrados en Estados Unidos. Es claro que Trump está pateando a su mejor y más cercano socio comercial, y con ello puede causar una crisis económica insospechada para la sociedad norteamericana. La mexicana ya la teníamos antes de su llegada.
 
Las cifras no mienten: son 180 empresas norteamericanas las que mueven la industria agroalimentaria del país de Trump. Exportan a México 190 mil millones de dólares al año solamente de granos (maíz, sorgo, etc.), que son cultivados en la zona de medio oeste, es decir los productores republicanos tradicionales que durante las últimas ocho elecciones han apoyado al partido que hoy gobierna y amenaza con atacar economías externas. Esos empresarios próximamente darán la gran batalla contra su propio presidente en el Senado, en Washington. Ellos, los racistas, los supremacistas blancos del Medio Oeste, los terratenientes que tienen sembradíos con trabajadores y trabajadoras del campo de origen mexicano y latino a quienes pagan salarios de hambre, sin seguridad social ni derechos, viven de la siembra y exportan el 35 por ciento a México. Cada vez que Trump amenaza con cerrar las fronteras al comercio, olvida que una cuarta parte de sus ganancias agroalimentarias dependen del mercado más cercano, de la frontera del sur y de la mano de obra barata mexicana. 
 
 ¿Qué sucederá con México luego de la decisión de Donald Trump de terminar el TLC y amenazar con impuestos insostenibles a productos agrícolas mexicanos? Pregunté a Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas. Él asegura que hay estrategias factibles y datos duros que muestran que nuestro vecino del norte sufriría peores consecuencias que México y que nos abriremos al resto del mundo. Más allá del tema de pobreza alimentaria mexicana (para otra columna), somos el país número 10 del mundo en producción agroalimentaria; el primer exportador mundial de aguacate, jitomate, chiles y pepino con un valor de 30 mil millones de dólares. Exportamos 61 por ciento más que el sector petrolero, y después de la manufactura y el sector automotriz, vendemos más alimentos que ninguna otra cosa. Somos el quinto productor de naranja, el segundo de limón sólo detrás de la India. El quinto productor mundial de mango; el número diez en siembra y cosecha de tomates y número cuatro en frijol.
 
Ahora bien, Estados Unidos es el primer productor en carne de res y México importa más de 188 toneladas de los cortes más baratos, aunque nuestro país está en el número 6 de productores cárnicos también exporta cortes finos a Japón. Producimos el 1.8 por ciento de la carne de cerdo del mundo contra el 46 por ciento que produce China. También el país de Trump ocupa el primer lugar en producción-exportación de pollo y México el quinto. Importamos más de 780 mil toneladas de carne de pollo mensuales. Les vendemos los productos más finos, como la pechuga, y compramos los más baratos: vísceras, patas, alas, pierna y muslo. Esto se debe a los patrones de consumo de México y a la economía que exige que compremos lo más barato.
 
China, a quien Trump también está amenazando, es el mayor productor y exportador de huevo; México el número 5 en producción interna. Exportamos 42 mil 159 toneladas de miel de abeja al mes, mientras que a los Estados Unidos de Norteamérica le compramos 140 mil toneladas de leche de vaca, porque somos número 16 en producción. El cultivo más valioso del país, sin duda, es la caña de azúcar; aunque somos el sexto productor nuestra cercanía al país del norte nos convierte en su proveedor principal de azúcar. México tiene denominación de origen en los productos de agave, en especial tequila y mezcal y produce el 97.6 por ciento mundial.
 
En el tema de aranceles y tratados de comercio alimentario la realidad es que Trump es sólo un bully ignorante; México puede y debe aprovechar esta oportunidad para cuestionar y plantear tratados comerciales que beneficien a nuestro país y a Latinoamérica de verdad en lugar de marchar contra sus estridencias.
 
* Plan b es una columna cuyo nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.
 
17/LCR/GGQ 

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