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Rompiendo esquemas en Afganistán: Roya Mahboob y la tecnología

Por Sonia Gerth
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Roya Mahboob es una mujer extraordinaria. Originaria de Afganistán, país en el cual hasta 2001, ni una niña estaba inscrita en una escuela porque el gobierno islamista radical del Talibán lo prohibía. Ella logró ser la primera directora general de una empresa de tecnología en su país.

Mahboob creció en Pakistán e Irán, países donde su familia buscó refugio después de la llegada al poder del Talibán. Cuando en su etapa de adolescente descubrió las infinitas posibilidades del internet, su vida cambió. Se graduó en Ciencias de Computación de la Universidad de Herat, en Afganistán, y también cursó estudios en universidades internacionales. Fundó su propia empresa: “Afghan Citadel Software”, consultora en tecnologías de la información.

Como el avance de las niñas, adolescentes y mujeres es muy importante para ella, creó la fundación “Digital Citizen Fund”, la cual imparte cursos de educación digital para niñas y adolescentes entre 12 y 18 años. Además, fundó una plataforma digital donde las mujeres de su país pueden expresarse a través de videos, blogs o fotografías. En 2013, la “Revista Time” la nombró una de las 100 personas más influyentes del mundo.

A pesar de que Mahboob ahora vive en Nueva York, afirma que su país ha cambiado muchísimo desde el año 2001. En ese entonces, después de los ataques islamistas del 9 de septiembre, el presidente de Estados Unidos George W. Bush ordenó la invasión en Afganistán en contra de los talibanes, quienes fueron sacados del poder pero luego recobraron fuerza, y el conflicto armado se prolongó.

En 2014, el Ejército estadounidense y sus aliados se retiraron, pero el país sigue en situación de inestabilidad. La violencia obliga a miles de personas cada año a buscar refugio en otros países. Pero hay otro lado de la moneda mucho más positivo, afirma Roya Mahboob, quien fue invitada por la Universidad Panamericana en la Ciudad de México para impartir la conferencia “Digital Entrepreneurship for Global Women. The successful case of Afganhistan”,  y concedió esta entrevista a Cimacnoticias.

– Sonia Gerth (SG): Cuando una niña nace en el Afganistán de hoy, digamos en Herat (ciudad natal de Mahboob) ¿cuál es su perspectiva de la vida?

– Roya Mahboob (RM): Creo que para las generaciones nuevas las cosas han cambiado completamente. Las niñas de hoy pueden ir a la escuela, pueden ir a buscar trabajo, no tienen que casarse a temprana edad. Sí puedo afirmar que muchas cosas han cambiado, en las grandes ciudades.

– SG: ¿Y en el campo?

– RM: En el campo falta mucho trabajo que hacer pero las cosas están mejorando, comparado con el año 2001 (año de la caída del gobierno Talibán). No podemos ignorar este mejoramiento, pero vamos a necesitar un largo tiempo para lograr un cambio.

– SG: Cuando tú creciste nadie pensaba que fueras una de las primeras directoras generales de una empresa en Afganistán. Eras refugiada en Pakistán e Irán. ¿Cómo fue que tomaste este camino tan inusual para una mujer afgana, una carrera en la tecnología?

– RM: De hecho, no fui refugiada en Pakistán, sólo en Irán. En 2003, cuando conocí el mundo de las computadoras, todo cambió. Decidí meterme en ciencias de computación. En ese tiempo empezamos a programar software y dimos la licencia libre a organizaciones sociales. Pero luego tuvimos la oportunidad de conocer a gente de Silicon Valley (región en California sede de las empresas de tecnología de información más importantes del mundo), y del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas. Y ellos dijeron: “¿Por qué no piensan en comercializar su producto?” Fue entonces cuando decidimos crear la compañía. Había varios objetivos: emplear a mujeres que se graduaran en computación, crear oportunidades de trabajo y construir un ambiente laboral seguro para ellas. Las mujeres se sienten más a gusto para programar, no tienen problemas con la familia o con la cultura cuando trabajan rodeadas de mujeres.

– SG: Seguramente encontraron muchas dificultades en el camino. ¿Puedes mencionar algunas?

– RM: Claro que sí. Digamos que ser una directora general de una compañía técnica es difícil, no importa en qué parte del mundo estés. Pero en Afganistán, se supone que las mujeres no deben trabajar fuera de casa. Hubo ataques contra nosotras, personales y profesionales. Muchos hombres no querían trabajar con nosotras. Y cuando ganamos clientes, luego no nos pagaban. Nos espiaban, nos amenazaban. Y la corrupción fue otro problema, en aquellos tiempos había mucha corrupción en el gobierno y sector público. Entonces hubo muchas dificultades, el acceso a financiación es un reto grande para una mujer, las barreras culturales en la vida cotidiana de ellas fue otro…

– SG: Y cuando ves el camino que tomaste ¿cuáles fueron las lecciones aprendidas que te llevaron a querer promover a niñas y mujeres en tecnologías de información?

– RM: Creo que en mi recorrido por la tecnología y el negocio descubrí que el internet y los medios sociales le ofrecen alternativas a las mujeres. Nos conecta con otras partes del mundo. No hay una frontera física que pueda limitar a una mujer que tiene acceso a tecnología y comunicación. Ellas pueden hacer lo que quieran. En mi caso, no había otra opción. Decidí buscar clientes fuera de Afganistán, mientras que yo me quedaba ahí. Tenía un pasaporte digital con el cual podía viajar a cualquier parte del mundo. Encontré mi inversor en Nueva York. De hecho, él me encontró, pero no importa, la compañía creció y pudimos emplear mucho más mujeres. Creo que para un país conservador, la tecnología y la educación son las herramientas claves para mejorar y para que las mujeres se conviertan en ciudadanas globales.

– SG: En el resto del mundo tenemos una muy mala imagen de Afganistán. Inseguro, corrupción, los Talibanes… pero vi en uno de tus tuits la cita: “Afganistán no es el país que fue hace 17 años.” ¿Puedes ampliarnos un poco?

– RM: Pues no sé, en la mayoría de los casos, ustedes los medios siempre muestran la parte mala. Pero hay 34 millones de personas viviendo en Afganistán. Celebramos fiestas, bodas, somos felices, nos ayudamos, vamos a la escuela, al trabajo, hacemos deporte… ¡tenemos todas estas cosas! Por supuesto, parte del país es inseguro. Hay ataques de bombas, y creemos que nuestras vidas están en las manos de Dios. La situación no es tan buena en las ciudades grandes como Kabul, pero en general, todo está bien. Si comparas con el año 2001, cuando ninguna niña iba a la escuela, hoy 35 por ciento de la población estudiantil son niñas. Hay nueve millones de niñas y niños estudiando. También en las universidades, las mujeres forman 35 por ciento de las y los estudiantes. Tenemos 30 por ciento de diputadas en el parlamento, ahora hay cuatro ministras, apuntadas por el Presidente Ashraf Ghani. Entonces cuando vemos los sectores de política, educación, negocio, hay muchos avances. Pero siempre tenemos que trabajar más duro. Por supuesto que hay problemas, y no los ignoramos. Pero hay avances también.

– SG: Pero tú también recibiste amenazas por estar haciendo el trabajo que haces ¿Cómo se expresaron?

– RM: Hay muchas cosas cuando trabajas en un ambiente conservador. No solamente está el Talibán que te envía amenazas. Pero la mafia de la industria TI está detrás de ti porque conseguiste un contrato. O la gente cuando ve que trabajas con estadounidenses, o trabajas afuera, piensan que no estas siguiendo las tradiciones, o no te adhieres a la cultura, y te odian.

Por ejemplo, instalaron un espía en mi compañía. Tuvimos que superar todo eso, pero cuando comparo con los tiempos hace ocho años, tal vez todo esto pasó porque fuimos la primera compañía con una directora general femenina. Hoy en día las cosas han cambiado. El gobierno intenta proteger a las mujeres. El anterior no dio mucho respaldo en eso, pero éste sí. Tenemos que trabajar para que estas cosas se normalicen. Cuando eres la primera en hacer lo que sea, la gente te critica, no les gusta, hacen drama, pero cuando aseguras que no sigues siendo la única en hacerlo, las cosas se normalizan. Y eso es lo que estamos haciendo. Hoy tenemos miles de estudiantes que participan en nuestros programas de tecnología, 13 mil ya se graduaron. Tenemos cien mujeres que pusieron sus empresas incipientes. Empezamos un programa donde las mujeres construyen robots. Todas esas son cosas que producen cambio. Y la gente cambia su manera de pensar sobre mujeres en la tecnología.

18/SG/LGL

 

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