El refrán dice que «Mujer que sabe latín no tiene marido, ni tiene buen fin,» y lo invocó Rosario Castellanos Figueroa, para titular una de sus últimas obras, en la cual reivindica el derecho de las mujeres a recibir educación formal.
Rosario Castellanos Figueroa nació en la ciudad de México en mayo de 1925, en una familia de clase alta. Sin embargo, su vida yobra se remite a Comitán, la ciudad del estado de Chiapas donde creció y se educó.
La infancia de Rosario transcurre a la a la sombra de su hermano Benjamín, considerado por sus padres muy superior a ella. Al morir Benjamín de apendicitis, una frase paterna marca a la niña Rosario: «Ojalá hubiera muerto la niña y no el varón».
En «Mujer que sabe latín…» Rosario Castellanos plasma su crítica de modo inmejorable: «El mundo que para mí está cerrado tiene un nombre: se llama cultura. Sus habitantes son todos ellos del sexo masculino».
Debe haber otra manera de ser mujer, se planteó desde entonces la escritora y pensadora, que llevó sus reflexiones a la práctica cotidiana. Salió de los estereotipos y nos legó un nuevo modo de ser.
En 1950 Rosario se graduó como maestra en Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); más tarde hace un posgrado en la Universidad de Madrid.
A su regreso a México fue becaria del Centro Mexicano de Escritores en 1954. Más adelante, trabajó para el Instituto Nacional Indigenista de México; fue jefa de Información y Prensa de la UNAM y docente en la Facultad de Filosofía y Letras en la misma casa de estudios.
Como escritora, Rosario Castellanos cultivó todos los géneros, especialmente la poesía, la narrativa y el ensayo; colaboró con cuentos, poemas, crítica literaria y artículos de diversa índole en los suplementos culturales de los principales diarios del país y en revistas especializadas de México y del extranjero.
En el periódico Excélsior colaboró asiduamente en su página editorial, desde 1963 hasta 1974. Se inició en la literatura como poeta y desde 1948 hasta 1957 sólo publicó poesía, la cual quedó reunida en «Poesía no eres tú».
«Balún Canán», su primera novela, junto con «Ciudad Real», su primer libro de cuentos, y «Oficio de tinieblas», su segunda novela, conforman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana del siglo XX en la que denuncia el maltrato hacia las y los indígenas de México por parte de la población mestiza.
Rosario Castellanos plasma en sus textos los prejuicios de la clase media, como se refleja en «Los convidados de agosto», su segundo libro de relatos, y «Álbum de familia», el tercero y último, donde retrata a la clase media urbana.
Desde 1950, año en que publicó su tesis «Sobre cultura femenina,» la escritora nunca dejó de incursionar en el ensayo. En vida publicó cinco volúmenes y de manera postuma se imprimieron otros dos.
De toda su obra, incluyendo su único volumen de teatro, El eterno femenino, se desprende una clara consciencia del problema que significa, para su autora, la doble condición de ser mujer y mexicana.
A lo largo de su vida recibió los premios Chiapas, en 1958; Sor Juan Inés de la Cruz, 1962; Xavier Villaurrutia,1961; Elías Sourasky, 1972 y el Carlos Trouyet, 1973.
El 7 de agosto de 1974 y siendo embajadora de México en Israel Rosario Castellanos muere a causa de una descarga eléctrica mientras tomaba un baño de tina. Nos heredó el derecho a la palabra y el conocimiento, así como a saber latín y, rompiendo el mito, tener un buen fin.
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