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Rosita Acosta quiere más para las trabajadoras de Costa Rica

Por Guadalupe Gómez Quintana

Rosita Acosta Ramírez dice que ella es «peleona , pero no politiquera» y no se conforma tan fácilmente. Sus 30 años como trabajadora del hogar y su ardua lucha por hacer realidad una ley justa para las mujeres que laboran en hogares ajenos lo demuestran.

Tres décadas de trabajo rudo y de maltrato, años en que «me violentaron mis derechos», como ella dice, la llevaron a participar en un grupo de apoyo y defensa, del que ahora es presidenta: la Asociación de Trabajadoras Domésticas de Costa Rica, fundada hace 16 años.

De visita en México, Rosita narra a Cimacnoticias cómo se gestó la nueva ley para las trabajadoras del hogar, aprobada el pasado 8 de marzo y cuál ha sido su experiencia como excepcional luchadora por los derechos de las trabajadoras, dentro y fuera de su hogar.

«Desde 1990 hemos venido trabajando en los derechos laborales y humanos de las trabajadoras domésticas», nos explica, mientras sus manos recias detallan lo que su voz enuncia.

«Metimos un proyecto de ley al Artículo 104 del Código del Trabajo, que daba a las trabajadoras del hogar una jornada de 16 horas y un descanso de medio día a la semana. Este pasado 8 de marzo se modificó la ley, para que se trabaje una jornada de 12 horas y un día completo de descanso. No estamos conformes, porque queremos una jornada de 8 horas, como todos los demás trabajadores».

– ¿Y cómo es su organización?

– Nuestra organización tiene capacitación y profesionalización para las trabajadoras, para que también podamos exigir. Damos asesoría legal a las mujeres cuando se les despide o cuando se quieren ir de ese trabajo. Atendemos y apoyamos a mujeres migrantes, sobre todo nicaragüenses. La integran 2 mil trabajadoras. Quinientas de ellas son las más activas.

«Y tenemos sede propia», presume y acomoda en la silla su cuerpo robusto y su vestido bordado, como el que usan las mujeres yucatecas en nuestro país.

MUJER ORGANIZADA

– ¿De dónde le surgió la idea de participar en una organización?

– Fui durante 30 años trabajadora del hogar y se me violentaron mucho mis derechos. Empecé a trabajar a los 13 años. Pero desde 1984 soy mujer organizada. Me invitó otra mujer a participar, y la lucha se integró por el alto costo del agua y de la luz. Éramos de una comunidad de barrios del sur de San José. A los 25 años me casé y luego seguí trabajando por horas.

– ¿Cómo surgió la ley del 8 de marzo?

– Por 16 años luchamos por esa ley. Durante los 4 últimos gobiernos la metimos para que la aprobaran. Pero hasta que la llevamos a la Sala 4ª, que es la que da la última palabra, se aprobó. Para eso nos apoyaron el Instituto de la Mujer, la Defensoría de la Mujer, Ministerio del Trabajo, ONG y feministas. También el actual Ministro del Trabajo.

– ¿Quiénes se opusieron a ella?

– Diputados y ministros, incluso diputadas. Eran mujeres contra mujeres.

– ¿Y ahora que ya está la ley?…

– Vamos a trabajar para que se cumpla. Costa Rica tiene la mejor legislación para trabajadoras del hogar, pero no se cumple. Tenemos derecho a seguro, aguinaldo, riesgo laboral, pero no se cumple. No hay vigilancia de la ley por parte del Ministerio del Trabajo.

– ¿Cuál es el salario de una trabajadora doméstica?

– 85 mil 400 colones, el mínimo (más de 500 colones constituyen un dólar) Y para las que se quedan en la casa, 50 por ciento en especie del salario es en especie (dormida y alimentación).

– ¿Ha cambiado el perfil de las trabajadoras del hogar?

– Ahora defienden más sus derechos. Y han cambiado con respecto a su autoestima.

LA VIOLENCIA

– ¿Cómo inició su trabajo en hogares que no eran el suyo? – pregunto a Rosita, quien responde con aplomo, con énfasis didáctico:

– Mi mamá me mandó a una casa para ayudar, me daban un poquillo de plata. De niña me maltrataban, también de adolescente. Pero de adulta ya no me dejaba. Por eso somos muy rotativas, cambiamos de casa en casa. Los patrones eran «buenos», algo «buenos», pero violentaban mis derechos.

– ¿Cree que el trabajo en el hogar remunerado debe existir?

– Sí debe existir, pero con buenos tratos y respeto a los derechos. Siempre se necesitará del trabajo en el hogar, sobre todo porque las mujeres tienen que salir a trabajar. Pero el poder hace que mujeres exploten a mujeres.

– ¿Por qué se violenta a las trabajadoras del hogar?

– Hay muchas mujeres agredidas por el esposo que descargan en la trabajadora su enojo o su frustración. La trabajadora también es maltratada por los niños de la casa. Si la familia vive violencia doméstica, ésta envuelve a la trabajadora del hogar. También hay abuso sexual y acoso, sobre todo a las trabajadoras que son migrantes. En la organización podemos defenderlas bien, porque nuestro abogado entiende bien los problemas, pues es nieto de trabajadora del hogar, sabe de qué se trata.

– Muchas trabajadoras del hogar dejan su vida personal y vuelcan su vida en la de la familia que las emplea, ¿qué opina de eso?

– Hicimos una investigación en hogares para ancianos y encontramos a muchas ex trabajadoras del hogar. Los patrones las llevaron ahí. Ellas les dedicaron su vida a los patrones, no tuvieron vida propia, vida privada, y ellos las van a dejar ahí cuando ya nos les pueden servir.

– ¿Y qué pasa con las niñas?

– La Organización Internacional del Trabajo tiene un estudio sobre la condición de las niñas trabajadoras del hogar. Nuestra organización hace denuncias, pero es difícil, porque están más encerradas que las adultas.

SIN MORDAZAS

– ¿Ha tenido interés de participar en la política?

– Me buscaron para diputada pero no quise. Adentro (de la política) le ponen a una la mordaza. Yo soy más peleona, no soy politiquera. Me aprovecho de la política, pero nuestra organización no es política ni religiosa. El diputado que me invitó se enojó porque no quise y me dijo que ya necesitaría yo de él.

– ¿Su familia la apoya en su labor?

– Tengo dos hijos, uno que es microbiólogo y otro que trabaja en una municipalidad. Están orgullosos de mí. Cuando salí en el periódico, mi hijo estuvo enseñándolo a todos sus compañeros y diciendo «es mi mamá», «es mi mamá».

– ¿Cómo empezó su conciencia como trabajadora?

– Como a los 18 años empecé a despertar un poco. Una señora que hacía candelas con su marido me dijo que ella no trabajaba, que no hacía nada. Le dije que ella sí hacía trabajo, era trabajadora, pero sin salario. Yo desperté a varias amas de casas diciéndoles que trabajaban sin salario. Tiene una que liberarse primero en la casa.

– ¿Y su marido, qué le decía?

– Mi marido era del partido de izquierda, por eso no me reclamaba nada. Al principio protestaba un poco, pero luego yo ya estaba empoderada y me defendí?

07/GG

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