En el marco de la tercera edición del Festival Internacional de Cine Arabe 2005, se estrenó el documental Sólo sueños, de la cineasta egipcia Amal Ramsis. Significativamente, en árabe Amal significa esperanza. Quizá por ello este foro, convertido ahora en festival, vuelve con el compromiso de impulsar el diálogo entre el mundo árabe y el Estado español en materia audiovisual.
La finalidad de este festival promover proyectos susceptibles de combatir las imágenes deformadoras y de favorecer el descubrimiento del audiovisual árabe -el cual se caracteriza por su calidad y originalidad a pesar de adolecer de medios- sobre todo en el ámbito de la coproducción, informó el portal Eleusis.net
Si hablamos de la sociedad egipcia, hablamos acerca de una sociedad donde la mayoría de las mujeres todavía está sometida a las tradiciones sociales que exigen e imponen, en el nombre de la religión o la moral, la inferioridad de la mujer dentro de la familia o en sus actividades diarias fuera del ámbito doméstico.
Para obstaculizar a las mujeres y limitar sus posibilidades de cambiar la situación, o romper algunos de estos obstáculos y barreras, siempre se habían utilizado diversos y distintos medios sociales, políticos y económicos. Entre ellos, pero no el único, la ley del derecho de la familia, que ha supuesto el pilar más férreo y ha tenido el papel más importante en ese sistema.
De acuerdo con esa ley, cuya fuente es el Corán, es decir, la shari’a o ley islámica, se elimina la mayor parte de los derechos de la mujer en favor del hombre -padre o hermano, antes de casarse, y marido después del matrimonio-, quien, según esa ley, tiene que controlar las actividades económicas y sociales de las mujeres.
Dentro de este contexto, se plantea una pregunta sobre el aspecto más oculto de la vida de la mujer egipcia: aquello que tiene que ver con sus sentimientos, sus reacciones ante lo que le pasa diariamente: ¿cómo expresa sus deseos íntimos, considerados a veces por la sociedad como algo «marginal» o «inmoral» que hay que esconder o extirpar?
Aquí el sueño de una mujer nos ofrece una fuente muy expresiva y significativa de lo que ocurre al otro lado de su vida. Esto es así, pues hablamos no sólo del aspecto inconsciente del ser humano donde se expresan los deseos, aspiraciones y desesperaciones sin ningún tipo de control o dominio, sino también de cómo en nuestra sociedad se entiende y se concibe la intimidad de la mujer, es decir, cómo se refleja la concepción que ella tiene de sí misma y de su alrededor.
A través del intento de algunas mujeres de contar sus sueños y buscar significados que puedan reflejar su vida o su situación social, descubrimos otra cara y otra imagen de la mujer egipcia. Quizá esa imagen no tenga mucho que ver con el estereotipo de la mujer árabe, que en la mayoría de los casos nos presenta a una mujer sometida que no tiene ni la fuerza, ni el deseo de cambiar su situación. Con nuestras mujeres vemos hasta qué punto esa imagen está deformada, lejos de la realidad, lo que no quiere decir que sea totalmente diferente o mejor.
Eso sí, es una realidad mucho más complicada, llena de contradicciones que afectan a cada mujer situándola entre lo «moral», o lo «aceptable» desde el punto de vista social, y ante los desafíos de una vida que impone a las mujeres que sean mucho más responsables y fuertes para enfrentarse diariamente con las presiones sociales y económicas, y donde cada mujer intenta buscar una salida o un cambio, aunque sea individual.
Otros títulos que podrán verse durante estos días serán El amor de una mujer, del realizador egipcio Khaled El Hagar; Paraíso perdido, de la palestino-israelí Ebtisam Maraçana, y Viva en el limbo, documental de la directora Tina Naccache.
05/YT
