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Salir de casa, primer obstáculo para mujeres rurales

Por la Redacción

El primer obstáculo al que se enfrentan las mujeres rurales en América Latina y el Caribe es el salir de casa, sin embargo la necesidad cada vez más apremiante de ser escuchadas y de que sus demandas sean respaldadas en iniciativas, proyectos u otro tipo de leyes, las ha llevado a abrirse espacios dentro de la política partidista.

Para ello deben enfrentar todo tipo de obstáculos, como el hecho de que, en pleno siglo XXI, se considere que estos asuntos «sólo son cosa de varones», opinó la brasileña Vanette Almeida, coordinadora internacional del II Encuentro de Mujeres Rurales Latinoamericanas y del Caribe.

En entrevista con Cimacnoticias, Almeida aclaró que no se trata «de participar por participar; tenemos que hacerlo con conciencia política, sabiendo que éste es un espacio de poder muy difícil, un espacio económico masculino, y que nosotras tenemos que participar con el apoyo de otras, porque solas no llegamos a ningún lado».

De acuerdo con la coordinadora brasileña, «durante mucho tiempo hemos estado en un sistema de dominados y dominantes. Creo que nosotras tenemos derecho a una participación política al igual que los varones porque, como ellos, pagamos impuestos y tenemos derechos de votar y ser votadas. Tenemos que romper toda una costumbre para empezar a participar con fuerza.

En relación con el temor de las mujeres a participar en política, Vanette Almeida afirmó «el temor es porque hay un rechazo a las mujeres y a las mujeres rurales; por eso tenemos que estar atentas para poder participar y enfrentar todos los obstáculos, porque quien tiene recursos económicos siempre tratará de frenarte».

Recordó que fue en 1990 cuando surgió la Red de Mujeres Rurales, porque «sentimos la necesidad de articular un movimiento campesino ante la falta de representación de la mujer indígena en movimientos sociales. La trabajadora rural era representada por una mujer de clase alta, pero que desconocía la verdaderas necesidades de este sector de la población».

Almeida hizo ver que en 1996 se realizó el I Encuentro de Mujeres Rurales Latinoamericanas y del Caribe (REDELAC), que aglutinó a 230 delegadas de 22 países, y que su antecedente fue la ciudad de Argentina, donde de tres mil feministas y sólo ocho mujeres rurales «empezamos a desafiar, juntamos direcciones, teléfonos, y decidimos empezar un encuentro, el pegar la mano con la otra». Casi una década después se realiza este segundo encuentro en el centro vacacional La Trinidad, en Tlaxcala.

La entrevistada señala que se han enfrentado a todo tipo de obstáculos, «desde los personales que significa el salir de casa; sobre todo para las mujeres rurales, que tienen detrás de sí la carga de la casa, del trabajo doméstico agotador. Entonces, esta carga significa el primer desafío; el segundo es hablar, porque dentro de sus casas sólo está permitido hablar a los hombres».

Esta situación afecta la autoestima, por lo que parte de la tarea es construir esta fuerza de hablar, el decir «yo sé hablar, la que sabe soy yo». Dice Almeida: «tenemos que construir esa participación en asociaciones, cooperativas, sindicatos, partidos políticos, donde sea. Estos nueve años hemos crecido mucho. Estamos en la dirección de las asociaciones, en las cooperativas, en los movimientos sindicales rurales, pero falta mucho por avanzar.

«En Brasil, por ejemplo, tenemos una gran asociación sindical con tres mil trabajadores y no teníamos mujeres. Ellas eran codependientes del hombre. Ahora están en las direcciones, desde la comunidad hasta nivel nacional», acotó.

En cuanto a los avances en América Latina y el Caribe, su balance es que «hemos avanzado muy poco; aún estamos pobres en la participación política partidaria. Hay pocas mujeres rurales participando porque el poder está concentrado en los hombres y en la clase media alta. Quien tiene dinero participa en la política; quien no, se queda fuera».

05/GV/YT

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