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Se afianza la derecha latinoamericana con las primeras damas

Por Román González

Con la Declaración de México, firmada al final de la undécima Conferencia de esposas de jefes de Estado y de gobierno de las américas, mientras la derecha se consolida en la educación de la infancia, tanto los plazos como los recursos destinados a abatir la miseria en la región quedan fuera del documento; a pesar de las recomendaciones de los expertos internacionales.

Y es que las primeras damas, entre ellas Laura Bush, parten del principio de la responsabilidad compartida de que «los gobiernos no lo pueden todo, pero las sociedades no pueden solas».

Por eso, en esta undécima reunión las 20 primeras damas y cinco representantes de América convinieron en que debe reforzarse la educación en los valores para prevenir prácticas sexuales irresponsables, revalorizar el papel de la mujer en la sociedad, apoyar esfuerzos para prevenir enfermedades en la infancia, y aplaudir la continuidad del concurso anual hispanoamericano de ortografía.

Pero esos fueron solamente algunos de los 24 acuerdos tomados en la reunión con el tema de infancia y pobreza.

LAS TENDENCIAS

Las esposas reunidas en México, o sus representantes, provienen de gobiernos que van en la mayoría de los casos de tendencias de centro derecha a derecha abierta: entre los que se cuentan gobiernos abierta o veladamente militares.

Por eso, en seis de esos países (Argentina, Costa Rica, Nicaragua, República Dominicana, Guatemala y Venezuela), el día del no nato está institucionalizado; incluso en el caso particular de Chile, el aborto y el divorcio están prohibidos.

Bajo ese contexto y según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), de los 13 millones de nacimientos que ocurren cada año en el continente, dos millones corresponden a madres adolescentes.

Esto a pesar de que todos los convenios internacionales sobre género y población de la ONU, signados por cada uno de los gobiernos representados aquí, recomiendan respetar los derechos sexuales y reproductivos de la infancia y la adolescencia, además de asegurarles el acceso e información sobre anticonceptivos, ninguna de estas palabras se mencionó ni durante la reunión ni en la Declaración de México, que es como se tituló el documento final.

En éste, las primeras damas prometieron que alentarán iniciativas «que ayuden a formar a las niñas y los niños en una sexualidad sana y responsable, en un contexto ético integral que coadyuve a evitar los abusos sexuales, las enfermedades de trasmisión sexual y la práctica sexual prematura e irresponsable».

Es pertinente recordar que desde el primer día de la administración Bus, ésta recortó fondos para todos los programas internacionales de salud que se refirieran al aborto seguro como una opción, y a los que en su país han echado a andar una serie de programas que preconizan la abstinencia sexual como única opción segura para la adolescencia.

Además, el gobierno norteamericano también se negó a entregar los 34 millones de dólares que el poder legislativo había aprobado para el Fondo de Población de las Naciones Unidas, bajo el argumento de que promovía el aborto en el mundo.

Las primeras damas pusieron menos énfasis en el gasto social para apoyar a 83 millones de menores, desde recién nacidos hasta 12 años, que viven en pobreza en América latina y el Caribe; situación que los lleva a la desnutrición, a abandonar la escuela o hasta a buscar un trabajo que muchas de las veces es peligroso.

Pero a esto las primeras damas pusieron oídos sordos a la recomendación que la ONU les hizo a los gobiernos de la región para que aumentaran alrededor de 30 dólares por habitante la inversión, a fin de garantizar la cobertura universal de los servicios básicos; cantidad equivalente a un aumento del gasto del ocho por ciento del presupuesto público total: es decir, alrededor del 2.5 por ciento del producto interno bruto.

UNA VISIÓN

De manera conjunta la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) elaboraron el estudio La pobreza en América latina y el Caribe aún tiene nombre de infancia, donde se aborda la magnitud del problema en la región.

Dos características comunes de toda América latina son las que se observan en la población de más bajos ingresos: mayor incidencia de embarazos precoces y madres abandonadas a raíz de los patrones imperantes de paternidad irresponsable, y nacimientos no deseados.

El análisis de la CEPAL y Unicef, cuyo contenido pocos tuvieron oportunidad de conocer, fue un aporte a la undécima Conferencia de esposas de jefes de Estado y de gobierno de las américas, efectuado en la Ciudad de México los pasados 25 y 26 de septiembre, cuyo tema central fue Niñez en pobreza.

En América latina y el Caribe, documenta la investigación, las madres están mal alimentadas, hay cada vez más niñas y niños de talla y peso bajos, tienen poco acceso a los servicios básicos, sus organismo tienen una baja absorción de calorías y proteínas, y con ellos se registran mayores tasas de mortalidad infantil.

Pero también, la población latinoamericana carece de facilidades para la educación preescolar; si bien, se afirma en el estudio, ya cuentan con posibilidades de cursar la educación básica, ésta «a menudo es de calidad dudosa, además de que las propias condiciones de carencia de los hogares en pobreza extrema se erigen como principales causas de deserción y de fracaso escolar».

INFANCIA EN POBREZA

La última estimación de pobreza efectuada por la CEPAL, basada en las encuestas de ingreso/gasto de los hogares de los países latinoamericanos, estima que alrededor de 44 por ciento de la población se encuentra baja la línea de la pobreza.

En ese tenor, el ingreso medio de cada país y las disparidades en su distribución entre los distintos estratos de la población contribuyen a establecer los niveles nacionales de pobreza. «Así, dentro de cada hogar resulta determinante la situación de empleo del jefe de familia y de quienes aportan de manera secundaria», refiere el organismo latinoamericano.

Asimismo CEPAL refiere que durante la última década hubo una pequeña disminución del número de infantes (de recién nacidos hasta cinco años) en situación de pobreza, cantidad que pasó de 37.4 millones en 1990 a 35.6 millones en 1999.

No obstante, esta situación de pobreza registró un aumento en el grupo de seis a 12 años: de 41.6 millones en 1990 pasó a 43.7 millones en 1999, lo mismo que la cantidad de adolescentes (de 13 a 19 años) pobres: en los mismos años éstos aumentaron de 31.5 a 34.8 millones.

MÁS CARACTERÍSTICAS COMUNES

Para la CEPAL y Unicef, otra característica común de la región, es que los periodos prolongados de no-crecimiento económico, la mano de obra especializada que rige en los mercados laborales, los rápidos cambios tecnológicos y de procesos productivos son algunos de los factores que tienden a marginar a amplios sectores de la población; por consiguiente, a disminuir sus ingresos.

Así, en estas circunstancias de exclusión, los adultos no están en capacidad de garantizar el potencial de sus hijos.

Desde ese punto de vista, a los menores de edad de los sectores más excluidos se les empuja prematuramente al mundo del trabajo; a menudo en condiciones indignas, por un pago miserable. De esta manera sacrifican posibilidades de estudio y, como consecuencia, se les cancelan las oportunidades de superación futura.

Para la CEPAL, la ocurrencia de la pobreza varía en extremo de un país a otro: mientras Uruguay, Costa Rica, Argentina y Cuba están entre los de menor incidencia, en el otro extremo se ubican Honduras, Nicaragua y Ecuador.

En éstos la pobreza llega a afectar a 80 por ciento de la población infantil en las ciudades, y a 90 por ciento en el campo; como ocurre en el caso de Honduras.

Incluso en los países de menor pobreza de la región, según datos de 1999, la población infantil urbana que no alcanza una canasta mínima para cubrir sus necesidades oscila entre el 20 por ciento en Uruguay y 40 por ciento en Argentina.

Estos datos, junto con los llamados a un gasto social que garantice la supervivencia digna de la infancia pobre, especialmente en momentos de crisis económicas en Latinoamérica, se presentaron en un panel de expertos de la ONU momentos después de que se aprobara en lo general la Declaración de México.

Horas antes, en el Auditorio Nacional, el grupo de esposas de mandatarios escucharon con atención al futurólogo Alvin Toffler pero salieron del recinto antes de que la representante del secretario general de la ONU, Marta Amuras, recordara que reducir a la mitad el número de pobres fue un compromiso adquirido por sus gobiernos en la Cumbre del Milenio.

Por cierto, esta magna reunión le costó al gobierno mexicano 10 millones de pesos; menos de lo que destina para la atención del cáncer cervico-uterino (ocho millones), una de las primeras causas de muerte de las mujeres mexicanas.

       
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