Se está gestando la resistencia civil contra el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sobre todo a raíz de la experiencia de las trabajadoras mexicanas, canadienses y estadounidenses que enfrentan el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN).
Lo anterior coincidieron en señalar las conferencistas del panel «Comercio en América: el debate sobre el ALCA desde una perspectiva de las mujeres», que se realizó en el marco del IX Foro Internacional de la AWID: Reinventando la Globalización.
Graciela Rodrigues, de la Red Latinoamericana de Género y Comercio de Brasil, indicó que en 1998, durante la Cumbre de los Pueblos realizada en Santiago de Chile, se consolidó la idea de reunir a diversos sectores sociales para hacer un frente de lucha contra el ALCA que entrará en vigor en el 2005.
Rodrigues mencionó que entonces inició la articulación de diversos movimientos sociales y particularmente sindicales que se oponen a las negociaciones, las cuales se realizan a espaldas de la sociedad, que resentirá finalmente el impacto del acuerdo comercial impulsado particularmente por Estados Unidos.
Mencionó que la propuesta inicial presentada por el gobierno de Estados Unidos al debate de los países de América se restringía a los aspectos comerciales, dejando de lado temas como los derechos humanos, el desarrollo económico sostenible, la educación y otros aspectos de la integración comercial.
Cabe destacar que 23 por ciento de las mujeres asalariadas en América Latina gana menos de un salario mínimo, una proporción muy superior que la de los hombres (11 por ciento).
En América Latina, los adultos dependientes económicamente son mayoritariamente mujeres y uno de los rasgos más importantes de la última década es su ingreso masivo al trabajo remunerado, de baja calificación, salario y resguardo, indicó Rodrigues.
En Latinoamérica, agregó, hay una inequitativa distribución de los recursos económicos: las desigualdades se expresan en la carencia de beneficios sociales (seguridad social, acceso a salud y vivienda), de participación política, económica y cultural, de impacto del deterioro ambiental y de integración social.
En este marco, Alma Espino, de Uruguay, sostuvo que la falta de inequidad de género es parte de la ausencia de equidad social.
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